Los cambios culturales de una sociedad definen las conductas presentes y futuras
de sus habitantes. Y en ese contexto la mujer es quien más rápidamente asimila las transformaciones
incorporándolas como formas de vida y trasladándose rápidamente a la indumentaria y el cuidado
personal. Así es como actualmente es común observar una mujer que busca su propio estatus de
belleza y que está atenta no sólo a su figura sino también al enriquecimiento intelectual y
social.
“La mujer de hoy puede ocuparse de muchas cosas y lo
hace bien. Antes nos decían que por eso éramos dispersas, sin embargo demostramos que tenemos la
capacidad de hacerlo. Trabajamos, cuidamos de la familia y de nosotras”, afirmó a Mujer la
socióloga Susana Saulquin. Lejos de pensar que la multiplicidad de roles femeninos “tiene un
alto costo” la experta opinó que antiguamente la mujer que se quedaba en casa sufría más.
Para la dermatóloga Rosi Flom esta tendencia de
concentración en la diversidad parece también abarcar la industria cosmética que en sus productos
ofrece cada vez más beneficios destinados a mantener la piel y el cuerpo joven, vital, saludable y
en movimiento. Así es como surgen cremas con altas concentraciones de vitaminas y sustancias
antievejecimiento para lograr el doble efecto de nutrir y cuidar la piel.
Saulquin, quien se especializa en analizar las tendencias
sociales vinculadas con la indumentaria, participó junto a Rosi Flom del lanzamiento en Argentina
de Olay, la marca de P&G Beauty destinada al cuidado facial. La presentación se efectuó en la
ciudad de Buenos Aires con la presencia de la cara de la firma, la modelo Florencia Raggi.
Nueva identidad
Para la socióloga se está gestando una mujer diferente y el resultado de esa
transformación se verá recién en el 2020. “Vamos hacia una mujer con un mayor concepto de sí
misma, de su cuidado, de la necesidad de no agredir el cuerpo, donde las cirugías no van a tener
más cabida”, dice.
Hoy parecería que estamos lejos de esa transformación, pero
la especialista no desespera. “En la Argentina la mujer es insegura de sí misma porque viene
de una cultura de inmigrantes y eso hace que no estemos pisando firme sobre nuestra identidad.
Frente a esto la mujer desarrolló la desesperación por ser perfecta, pero por suerte eso está
cambiando y hoy vemos al género con una actitud juvenil, sin que importen tanto las arrugas”,
confirma la especialista.
El paso de una mujer a otra, que según Saulquin se
consumará dentro de 12 años, si bien apunta a un mejoramiento de la imagen femenina, no descuida el
cuidado del propio cuerpo y del medio que la rodea.
Desde lo social Saulquin analiza las tendencias a tres años. Eso hace
que la contraten las marcas de indumentaria para cotejar los cambios en relación a la vestimenta.
También dirige la carrera de diseño de indumentaria textil en la Universidad de Buenos Aires.
Doble poder
El doble poder femenino, según Saulquin, dado por la concentración en la
dispersión de tareas, tiene su correlato en la indumentaria que ofrece hoy zapatillas con doble
acordonado, pantalones doble cintura y superposición de prendas, así como en objetos y muebles.
“La moda traduce socialmente lo que ocurre”, agrega la experta.
El análisis de las tendencias actuales en indumentaria
reflejada en la superposición de prendas encuentra explicación, según Saulquin, en la convivencia
de dos formas culturales dadas por la sociedad industrial de masas (en su última etapa) y una nueva
forma dada por la sociedad de la información.
“Estamos saliendo de una época de cuerpos seriados,
marcados por la bulimia y la anorexia, hacia un momento donde comienza a apreciarse la
individualidad —dice Saulquin—. La identidad, en una sociedad que comienza a dejar de
lado lo seriado, está íntimamente relacionada con la personalización en la forma de vestir”,
finaliza diciendo la especialista.