Todos los deportes implican un esfuerzo físico importante que muchas veces
deriva en lesiones musculares o de ligamentos si no se toman los recaudos necesarios. Hacer
ejercicios de precalentamiento y elongación contribuye a reducir esa posibilidad y prepara al
cuerpo para el próximo entrenamiento.
Cuando se va a hacer alguna actividad física se van a usar los músculos de una
manera más intensa que la habitual. Para eso hay que prepararlos y a mayor edad o mayor intensidad
del esfuerzo, mayor preparación se requiere. Prepararlos significa poner los músculos a la
temperatura de trabajo adecuada, lubricados y con una apropiada capacidad de estirarse. Por eso la
elongación (estiramiento) se debe hacer antes de la actividad deportiva. Y también después, aunque
por motivos diferentes.
"Una rutina habitual debe comenzar con unos minutos de precalentamiento (entre 4
y 5) y luego elongación, cuanto más completa mejor, pero es claro que deben elongarse aquellos
músculos que se van a utilizar. Precalentando y elongando se consigue también que aumente la
irrigación de los músculos y la longitud de las fibras musculares", sostuvo el traumatólogo y jefe
del equipo de cadera y rodilla del Hospital de Clínicas José de San Martín, Andrés Silberman.
La entrada en calor se puede hacer con un trote suave en el lugar, saltitos o
con una caminata. Luego vendrá la elongación, cuyo tiempo varía según la actividad y la intensidad
de lo que se va a realizar (entre 10 y 20 minutos).
Se deben elongar los músculos agonistas y los antagonistas, o sea: los que hacen
algún movimiento y el movimiento opuesto. Por ejemplo, el bíceps que flexiona el antebrazo sobre el
brazo y el tríceps que extiende dichos segmentos. Siempre se debe empezar de a poco y no debiera
sentirse dolor. Si la persona estuvo un tiempo sin hacer ejercicios es lógico que sienta algunas
molestia, pero esta debe ser leve.
Según explicó el traumatólogo, un efecto importante que pasa inadvertido es que
de este modo también se mueven las articulaciones, se lubrican y se preparan para exigencias
deportivas. También se elastizan los tejidos que cubren las articulaciones (cápsulas de material
seroso o bursas, y ligamentos).
Señales de alarma
"La persona debe estar atenta al dolor porque es el que nos indica que estamos
acercándonos al límite de elasticidad del músculo, algo que puede derivar en la ruptura del mismo",
aseguró Silberman.
El dolor por falta de entrenamiento debe ser leve e ir disminuyendo. Los dolores
intensos, que no ceden, que dejan aparecer hematomas y se repiten cada vez que se hace determinado
ejercicio, deben ser un llamado de atención para consultar con el especialista.
El músculo se puede desgarrar en distintos momentos durante la elongación
incluso si esta se hace de forma brusca, en frío y sin tomar en cuenta el dolor. Aun en deportistas
habituados pero en condiciones poco propicias —estrés físico o psíquico, bajas temperaturas o
lesiones previas, entre otras— se puede producir el desgarro.
El riesgo de desgarro, sin lugar a dudas, es más frecuente durante la actividad
deportiva y será más común aun si no se precalentó ni se elongó adecuadamente. O bien al final, por
cansancio.
Una vez finalizada la actividad el músculo queda cansado, tenso y acortado. El
cuerpo acumuló detritos, residuos de los procesos de producción de energía. Uno de estos detritos
es el ácido láctico. Si éste se acumula, se produce un descenso del pH (acidez) en esa zona, lo que
lleva a una sensación de fatiga mayor, que de no ser eliminada provocará más riesgo de desgarro
muscular.
Ahora bien, no todo está perdido, ya que hay una forma de eliminarlo y es la
elongación muscular post actividad. Se deben esperar entre 5 y 10 minutos, no enfriarse, y elongar
durante 8 y 10 minutos.