Sin saberlo, fui testigo de una transición que no podía dimensionar, era muy joven y recién me iniciaba en el mundo laboral. Cada día entraban a la tienda personas que expresaban en voz alta y con nostalgia "Ahhh, mi Favorita" en su mayoría señoras mayores.
Recién llegada de Chile, Falabella se instalaba en el corazón de Rosario e intentaba renovar el edificio a puertas abiertas. Por tramos y poco a poco los pisos de madera fueron reemplazados por porcelanatos de alto tránsito. Mientras aquellos históricos mesones de telas se retiraban, dejaban paso a modernos exhibidores de mercadería. Al mismo tiempo, los espejos, los revestimientos de las columnas y la iluminación se renovaban, estandarizando un formato comercial impersonal. Recuerdo que detrás de esas paredes de Durlock, en la trastienda, uno encontraba rincones intactos que conservaban la magia del edificio original.
Hubo resistencia, pero de una forma casi imperceptible, se desdibujaba aquella tienda tradicional, familiar y llegaba para quedarse por un poco más de un cuarto de siglo una actualizada y novedosa tienda departamental.
Aquella Favorita, así como la renovada Falabella, fueron protagonistas de un área central que supo ser vital, exuberante de locales y firmas que aún perduran en nuestra memoria. Punto de encuentro y referencia obligada para pasear los sábados por la mañana. Centro de la actividad social y comercial de la ciudad.
Hoy, el incierto destino del edificio nos moviliza a todos. Esa esquina cálida, que nos abrazaba mientras esperábamos a nuestro encuentro. Porque era "él" punto de encuentro de todos los rosarinos.
El tiempo, una multiplicidad de porqués, la descentralización, los nuevos hábitos de compras, los shoppings o el paseo ribereño y sus espacios públicos, le han robado su encanto y aquel protagonismo. La situación está planteada y celebramos la intención desde la gestión municipal por revitalizar el área.
Asimismo, no hay dudas que el emblemático edificio de La Favorita es parte indiscutida de la identidad urbana rosarina. Sus vidrieras abiertas le dan energía al centro y a la peatonal. Una inquietud diversa pero al mismo tiempo colectiva nos llama a resignificar y buscar pronto un propósito que permita seguir iluminando su ser y su entorno.
Su histórico carácter comercial y accesible nos permitió recorrerlo, disfrutar su cúpula, sus escaleras mecánicas y sus espacios. Así llegamos a suponerlo propio, tal cual expresaban hace tantos años aquellas señoras, cuando entraban a “su Favorita”.