Marzo de 2013. La periodista de La Capital Silvina Dezorzi, se sorprende por lo que advierte al pasar por una modesta casa de la zona sur de Rosario: desde la vereda se ve, en una especie de altillo, una cúpula de la que sobresale un enorme telescopio. ¿Un observatorio en ese lugar? Toca el timbre, pero nadie responde. A los pocos días regresa. Quiere saber exactamente qué está pasando.
Así conoció a Víctor Buso, un cerrajero de la ciudad que en sus horas libres se dedica a la astronomía. Cinco años después de aquella nota que Dezorzi hizo y publicó en la sección Ciudad, el nombre de Víctor brilló en los medios de comunicación de todo el mundo. Es que la revista Nature publicó el miércoles un estudio realizado por investigadores argentinos que tomaron el hallazgo de Buso y trabajaron para convertirlo en una publicación científica.
Melina Bersten, especialista en supernovas del Instituto de Astrofísica de La Plata, junto al astrónomo Gastón Folatelli, y a un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de La Plata, tomaron conocimiento del descubrimiento casual (e inusual) del rosarino y llevaron a cabo un trabajo científico que por sus características y desarrollo fue valorado por la prestigiosa revista internacional.
La estrella que Víctor Buso vio explotar esa noche fue bautizada como SN 2016 gkg. El la llama "mi supernova", y astrónomos de diversas partes del mundo la mencionan como la supernova argentina.
La de este hombre de 58 años es una historia de amor a la ciencia. Desde muy chico, recuerda, se fascinaba por el cielo y sus misterios. Vivía en una casa muy humilde —mucho más al sur de donde vive actualmente— y compartía una enorme pieza con sus padres. A ellos, dice, les dedica este descubrimiento: "Mi mamá me hacía mirar el cielo...la noche de Reyes observábamos juntos las estrellas, y ese es un recuerdo imborrable. Mi papá también tuvo esas primeras influencias en mí. A los 10 años me levantó muy tempranito para que viera al cometa Bennett".
Muy emocionado, el cerrajero y astrónomo aficionado recibió durante estos últimos días cientos de llamados y visitas. El mundo entero se asombró ante su descubrimiento. También llamaron la atención su ojo clínico, su pasión y su tesón, que se conjugaron para no aflojar esa madrugada hasta dar el alerta internacional correspondiente. Luego colaboró desinteresadamente con los científicos de la Universidad Nacional de La Plata que lideraron el trabajo de impacto mundial.
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Víctor posó sonriente junto al telescopio con el que hizo historia.
Foto: Angel Amaya / La Capital
¿Qué pasó?
Si bien fue el azar el que jugó sus cartas, Víctor Buso estaba en el momento preciso y en el lugar indicado haciendo lo que más le gusta y lo que sabe desde hace décadas. La fortuna, si cabe el término, se combinó con sus conocimientos y su minuciosidad. ¿El resultado? Un logro que quedará para siempre inscripto en la ciencia.
Él apuntó a la galaxia espiral NGC 613. Esa noche logró ver el brevísimo destello de una explosión estelar que, como él mismo relata, ocurrió hace millones de años. "Las fotografías que tomó se corresponden con la emergencia de la onda de choque", explicó la científica Bersten. La fusión de núcleos cada vez más pesados precipitó el colapso del núcleo estelar y terminó con una explosión en el centro del astro. Aunque según Bersten "no se sabe exactamente por qué ocurre" esa explosión los investigadores saben que la onda de choque de una supernova viaja desde el núcleo hasta la superficie de la estrella.
El rosarino tuvo la chance de captar el momento preciso y de allí logró una información única sobre la estructura de la estrella.
"Víctor buscó supernovas durante muchos años y este fue su primer gran hallazgo. Es, posiblemente, el primer testigo presencial del surgimiento exacto de una supernova", dijo desde La Plata Gastón Folatelli.
El "final violento" de una estrella, la generación de la supernova, fue el despertar de una nueva etapa para el cerrajero del sur de la ciudad. "No me la quiero creer, no corresponde. Estoy muy feliz, dejo una huella que quedará para siempre y eso me conmueve porque científicos de cualquier parte del mundo podrán tomar esto y usarlo en nuevos estudios", dice con enorme humildad.
A su lado su esposa Viviana, con quien convive desde hace 25 años, sigue el relato con los ojos repletos de lágrimas. "Su pasión por la astronomía hizo que me enamorara más y más de él". Y lo dice con una admiración imposible de ocultar.