A pocos días de su presentación en City Center, Bernardo Stamateas, doctor en psicología y escritor, habló con Más sobre varios de los temas que serán el motor de su nueva conferencia en Rosario. El encuentro está programado para el 9 de abril y es parte de una gira que está desarrollando en la Argentina y en el exterior. "Pequeños cambios para lograr resultados extraordinarios" es el título que eligió para convocar a sus habituales seguidores y entusiasmar a tantos otros que estén necesitando estímulos para dar ese paso que empiece a sacarlos de la tristeza, el enojo y las frustraciones constantes.
Tomar decisiones (una muy importante es cortar con el sufrimiento y vivir mejor) muchas veces da miedo porque genera demasiada incertidumbre, por eso, Stamateas —que tiene una larga trayectoria trabajando sobre los vínculos afectivos y las emociones— se detiene a profundizar en esos temores que nos paralizan, que nos dejan sin aliento para avanzar, aunque sepamos que el camino que estamos transitando no es el que nos hace bien. Para poner freno a los tormentos, al desamor, a la violencia, hay que estar decidido pero también tener coraje y recursos emocionales para poner los pensamientos en acciones concretas. Stamateas asegura que ese poder está en todas las personas, sólo que la mayoría no lo sabe.
"Es que todos tenemos resiliencia, todos hemos atravesado situaciones más o menos duras en la vida y las hemos pasado. Usamos una caja de recursos internos y los transformamos en crecimiento. Incluso en personas que han pasado por un estrés postraumático sabemos que han podido, luego, sentirse bien, incluso hasta crecer después de un trauma. Lo que yo propongo en encender esa luz, que todos tenemos ,para ver hacia donde necesitamos ir, potenciar esos recursos, poder utilizarlos", dice.
El psicólogo, que ha recorrido el mundo con sus conferencias, cuenta qué ve cuando se encuentra con la gente, sobre todo en las charlas de los últimos meses donde se advierte el impacto de la fuerte crisis socioeconómica.
—¿Qué le plantean últimamente las personas que van a escucharlo?
—Es indudable el impacto de la crisis macroeconómica. Es un generador de estrés. Las familias ya no llegan ni a mitad de mes. Y eso provoca efectos terribles. El contexto afecta lo micro, lo personal y nos termina enfermando. En mis charlas me gusta que las personas puedan hacer preguntas, me encanta interactuar con mi público, hace poco estuve en un barrio porteño y fueron más de 800 personas. Hay una necesidad clara de encontrar esa fuerza, ese empujón que alivie un poco tantos malestares. ¿Qué me dicen? Bueno, hay varios problemas que se reiteran y que son los que más preocupan. Además de los problemas generales, aparecen como prioritarios las crisis de pareja, y las infidelidades, tanto de hombres como de mujeres. Los hechos de violencia intrafamiliar también. Claramente han crecido los hechos de violencia de género. Está en aumento la violencia del varón hacia la mujer. Eso se nota y es muy preocupante. Las mujeres plantean cuestiones vinculadas a la violencia verbal. Siempre digo que los golpes de las palabras también lastiman mucho y vulneran la autoestima. Son las heridas invisibles que suelen traer enormes problemas, no sólo a la mujer que los padece sino a toda la familia. También me comentan muchos padres que tienen dificultades para charlar con sus hijos adolescentes, para establecer puentes afectivos con ellos. Se quejan porque no comparten nada y no saben cómo llegar, eso les duele...Y las pérdidas, desde ya, siempre es un tema la ausencia de alguien muy querido. Me preguntan cómo se supera ese dolor. Yo les explico que no se supera, que se transforma. Hablamos mucho de eso...
—Si tuviera que mencionar los principales problemas que hoy nos aquejan ¿Qué diría?
—Voy a nombrar tres grandes capítulos, a mi entender: consumismo, hedonismo e individualismo. Y cuanto más individualistas nos volvemos menos recursos tenemos para recibir y enfrentar los conflictos.
—¿Eso cómo se resuelve o al menos cómo empieza a resolverse?
— Ahí entra en juego la inteligencia emocional, algo que no manejamos demasiado. En definitiva, en la vida, en cada aspecto de la vida, se trata de aprender a trabajar la inteligencia emocional, a entrenarla, y además, trabajarla en relación a un equipo. Porque lo que sirve es tener en cuenta al otro, registrar al otro. La inteligencia emocional es una suma entre lo interpersonal, conocerse a sí mismo pero sin descuidar lo interpersonal. Eso va para las familias, las amistades y para las relaciones de trabajo.
—¿La fe qué rol juega? (Stamateas es, además, pastor)
—Somos creyentes por naturaleza. Porque el que no cree en Dios quizá mira de reojo el horóscopo. O si querés, lo llevo a otro plano: cuando subís a un colectivo no le pedís al chofer que te muestre la credencial, creés en que puede y está preparado para llevarte. En definitiva, la fe es una emoción que todos tenemos, en algunos está más encendida que en otros. La fe acompaña cuando la razón abandona.
—¿Fe religiosa?
—Yo prefiero hablar de fe espiritual. La diferencia con la fe religiosa es que la fe espiritual no está basada en un dogma, no necesariamente. Es más bien una experiencia interna. Lo esencial de tener fe, de todos modos, es que no es algo que nos salva desde el exterior. La fe nos ayuda siempre que nos encuentre "trabajando". La fe es terapéutica, es un aditamento de esperanza. Te permite pensar que puede haber algo mejor, visualizar algo mejor. Pero no como pensamiento mágico, porque si no espero y espero y esto no es magia. Si espero algo lo mejor es actuar en consecuencia.
—¿Nota que hay más miedo en las personas?
—Hay mucho miedo, es verdad. Y mirá ¡que interesante! hablábamos recién de la fe, y la fe y el miedo tienen puntos en común. Tienen como la misma base: espero algo que no veo. Hay cierto miedo que es saludable, es el miedo que nos advierte, nos avisa. Eso es normal. Lo que no es normal es que vivas con un león adentro de tu cabeza. Eso es un problema. Ahí sobrevienen los temores desmedidos, el pensamiento anticipatorio, los trastornos de ansiedad.
—Los trastornos de ansiedad están a la orden del día...
—Sí. La ansiedad es una pregunta hipotética que tiene una respuesta catastrófica. Ese es el circuito. Y hay que buscar ayuda para cortar con eso. Es muy dañina...
—Lo mismo que la queja constante...
—El negativismo es otra cosa que veo en forma permanente. Es un signo de melancolía, hay que prestarle atención a quien se queja y se queja. Ahí, detrás, hay otras cosas...
—¿Qué espera de la gente que va a escucharlo? ¿Qué le gusta que pase en sus conferencias?
—Mirá, ninguna charla inventa la pólvora. Pero la verdad es que nos curamos hablando y estando juntos. En esa experiencia colectiva suceden cosas muy interesantes. Uno siempre cree que el vecino tiene el pasto más verde. Y no es así. Escuchar, ver a otros, es muy interesante y saludable. Quienes vengan se van a encontrar con estímulos, con la posibilidad de abrir alguna puerta que lo ayude a emprender un pequeño cambio que genere algo extraordinario.