Es complejo entender la situación, y en este caso —el del atentado terrorista que mató a cinco rosarinos— mucho más. Nuestra cultura no está habituada a los atentados perpetrados de semejante modo. Es casi impensado. Eso produce que el impacto de la pérdida sea aún mayor. Aquí, además, se torna imprescindible saber que existe la justicia, encontrar un sentido a la vida tanto de los dolientes como de quienes murieron (revalorizar la vida vivida) y poder empezar a construir desde ahí una nueva forma de vivir.
Permitirse sentir lo que se está sintiendo, de eso se trata.
"El dolor te inunda aferrándote a su luz. Y caes a los pies del dolor, entendiendo que ese dolor nace del amor. Encuentras así el valor de su existencia. Apagando tus deseos, tus expectativas, tus miedos, tu enojo, tu necesidad para poder sentir a ese otro, llenarte de su existencia soplando su ausencia, soplando tu egoísmo para llenarte de su presencia".
Y justo ahí, en el más profundo dolor, lo vas a encontrar, vas a encontrar su amor que vivirá siempre en tí. Y entonces lo dejás ir, agradeciendo haber sido parte de su existencia. Y así vive en ti y a través de ti.
"Mira a tu alrededor. En realidad nada muere. La noche no muere, sólo cambia. Se viste de luz. La madera tampoco muere, el fuego la sublima y le da alas. La música llega y tampoco muere, la transmutas y se hace pasión, imagen, nostalgia, vehículo o compañera. La semilla también se duerme y termina poniéndose en pie. Y llega el día en que se convierte en parte de tu fuerza. ¿Mueren tus pensamientos o sirven de cemento para construir la paz y prosperidad?"
Todo en el amor es movimiento. La vida es redonda y lo que tú llamas muerte sólo es eso: movimiento.