En 2008 y 2009 la Sociedad Argentina de Cardiología —en conjunto con la Federación Argentina de Cardiología— realizó el mayor estudio epidemiológico nacional sobre el conocimiento de la hipertensión arterial en Argentina. De allí surgió el Registro Nacional de Hipertensión Arterial, más conocido como Renata. Después de cinco años años, ambas instituciones decidieron llevar adelante ese mismo estudio a fin de generar un relevamiento actualizado y un análisis comparativo para determinar la prevalencia actual de la hipertensión arterial en Argentina, y la incidencia.
Los resultados demostraron no sólo que la incidencia de la hipertensión se incrementó casi un 3 por ciento en el lapso entre un estudio y el siguiente sino además, y más relevante aún, que —entre la población menor a 35 años encuestada —casi un 50 por ciento desconocía sufrir la enfermedad.
Estas conclusiones presentan una realidad riesgosa para los habitantes del país,donde no solo los adultos están predispuestos a enfermedades cardiovasculares sino también los niños y adolescentes a raíz de su alimentación y estilo de vida.
Ya son varios los estudios epidemiológicos presentados en diversos países de Latinoamérica que han tomado la hipertensión infantil como necesidad prioritaria de trabajo debido a los resultados que se observan.
Los índices expresan que en la actualidad, Argentina es dueña del lamentable récord de obesidad infantil en América Latina, y este hecho no colabora tampoco a reducir el riesgo de esta enfermedad silenciosa. Los datos, presentados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, afirman que Argentina cuenta con un porcentaje de obesidad infantil en niños entre 0 y 5 años de 9, 9 por ciento cuando el resto de la región llega al 7 por ciento, y en el mundo al 6 por ciento.
Esta problemática surge como consecuencia de una dieta desequilibrada compuesta en su mayor parte por alimentos procesados ricos en sodio, exceso de bebidas azucaras y una pobre ingesta de frutas y vegetales, acompañado de una fuerte tendencia al sedentarismo.
En la adolescencia, a estos factores primarios se suman otros relacionados con malos hábitos como el inicio del consumo de tabaco, alto consumo de alcohol, de sal, y factores hereditarios.
"Si bien la Organización Mundial de la Salud recomienda que la ingesta diaria de sodio no supere los cinco gramos, en nuestro país consumimos habitualmente más del doble", menciona Juan Carlos Pereira Redondo, secretario científico del Consejo de Hipertensión Arterial de la Sociedad Argentina de Cardiología.
De acuerdo a los estudios realizados en diferentes ciudades de Argentina, los menores de 18 años que sufren de hipertensión aumentan año a año. En la ciudad de Corrientes, por ejemplo, se presenta una prevalencia del 13.8 por ciento, en Mar del Plata del 10 por ciento y en la Ciudad de Córdoba, del 16.88 por ciento.
"A pesar de saber que reducir la ingesta de sodio en alimentos y bebidas puede prevenir enfermedades cardiovasculares —con sólo bajar 3 gramos el consumo diario de sal por habitante se evitarían 6.000 muertes anuales— no solemos prestar la importancia que esto requiere. Hasta el agua tiene sodio", agrega el profesional. "Es imperativo que las nuevas generaciones tengan presente la importancia de reducir el consumo de sodio para evitar futuras infancias con problemáticas que podrían evitarse en gran medida con la sola incorporación de hábitos saludables".