"Todo el mundo merece una gran historia de amor". Así puede resumirse el espíritu de Yo, Simón, la primera novela de Becky Albertalli que fue llevada a la pantalla grande y fue furor en los Estados Unidos y en la mayoría de los países en los que se exhibió.
La reconocida autora, que tiene miles y miles de fans, estuvo en Rosario la semana pasada invitada por Aricana, donde fue recibida por autoridades de la institución. Además mantuvo un encuentro con adolescentes y jóvenes que llenaron la sala especialmente preparada para homenajearla.
¿Por qué el primer libro de la escritora deja huellas en los chicos y chicas? Tal vez, lo que le dijo una chica transgénero al finalizar la reunión resuma en parte la respuesta: "Leerte me cambió la vida".
Simon Spier, el protagonista de la historia de Albertalli, es un chico de diecisiete años que no puede decirles a su familia y amigos que es gay. El joven entabla una serie de conversaciones con un compañero de clase del que se enamoró y a quien conoce "on line". La novela tiene el tono de una comedia romántica pero no escapa a lo profundo: se mete de lleno en las cuestiones de la identidad de género, el despertar del amor, las primeras experiencias sexuales y todo lo que acontece en esa etapa de la vida donde se lidia con complejidades y dudas.
Psicóloga y novelista, Becky (como se la conoce) trabajó también como codirectora de un grupo de apoyo para niños con identidad de género no conformista, como ella misma lo define. Ahora está abocada a contar nuevas historias, siempre teniendo como el eje el valor de los sentimientos, la sensibilidad y queriendo hacer más fuerte la voz de personas que muchas veces sufren el peso de "ser distintos".
Estuvo en la ciudad antes de presentarse en la Feria del Libro en Buenos Aires y habló con Más.
—¿Cómo fue tu relación con la escritura?
—Siempre amé escribir ficción pero nunca pensé que se convirtiera en mi carrera. No me parecía posible. Siendo una niña empecé a contar historias sobre mascotas, por ejemplo. Creaba criaturas, las inventaba. Era algo que me divertía mucho...
—¿Eras de las alumnas a las que le iba muy bien en redacción?
—(Se ríe) Y sí...era buena en lengua y en teatro.
—Tu primera novela fue un gran éxito...
—Soy Simón es mi primer libro publicado. Y es cierto que alcanzó enorme popularidad. Lo escribí a mis 30 años.
—Cuenta una historia amorosa entre adolescentes. ¿Fuiste vos una adolescente con los conflictos típicos de esa etapa?
—(Piensa un rato). A lo mejor, pero creo que no hay un adolescente típico... ¡conozco a tantos y son todos tan diferentes! Todos pasan por diferentes tipos de dolores, de vivencias. Yo no era una rebelde, por ejemplo. Sí tenía malhumor y muchos amores que no me eran correspondidos. Eso sí...
—En los últimos años cobró un color muy especial la cuestión de género, de la identidad sexual de los adolescentes. De hecho, ahí ponés buena parte del acento de ese libro.
—Mi meta no fue escribir sobre ser gay. Para quienes no lo leyeron, o no saben de él, me gustaría decir que nunca pensé en dar consejos o un dar mensaje especifico. ¿Sabés? Simón viene de una comunidad de gente importante para mí por muchas razones, por motivos personales y hasta privados. Pero por qué escribo sobre él es bastante complejo de explicar. De todos modos, no sólo fue importante el personaje principal, hay muchos actores ahí y todos tienen su valor. Eso es lo que busco: que todas las personas tengan alguna representación en mis libros. No quiero dejar a nadie de lado. Tampoco que alguien se sienta afectado...
—Al tener tanto impacto estuvo y está sometido a críticas y halagos, en el mundo entero, ¿cómo te llevás con eso?
—Todos los libros están expuestos a las críticas y esa es la realidad de ser un autor. Me sentí muy afortunada de que la comunidad sobre la que particularmente escribí en esa novela me respaldó. Ellos no vieron a mi libro como algo controversial. Pero realmente trato de distanciarme de la mirada de los otros. Es difícil escribir si me quedo en el ruido de las crítica. No se puede vivir si estás pendiente...Obviamente que escucho, desde ya, pero lo que más me importa es el efecto que causa en los lectores. Lo único que podría molestarme es que alguien se siente herido, ofendido.
—Acá en Aricana te vas a reunir en un rato con adolescentes, algo que solés hacer, ¿qué te llevás de esos intercambios?
—¡Me encanta conocer a los lectores! Quiero que mis eventos, tanto como mis libros, sean un espacio seguro para hablar y expresarse. Quiero que sean bienvenidos y apreciados. No tengo un mensaje, insisto con eso, quiero ser siempre honesta en las preguntas y en las respuestas y compartir mis experiencias desde mi lugar de autora.
—¿En qué estás enfocada ahora?
—A mi próximo libro lo estoy escribiendo con otra autora. Es un cuento sobre una chica musulmana y un chico judío que se enamoran mientras hacen campaña política. Es un poco sobre el activismo y sobre política. Yo soy judía y la otra autora es musulmana. Vivimos en la misma ciudad. El libro habla de religión, de temas profundos, pero es una comedia romántica. En general lo que busco es eso: comedias románticas, aun cuando no escapo a hablar de los dolores, y siempre con una mirada inclusiva. En definitiva escribo sobre personas y trato de no pegarme a los estereotipos, que es lo más difícil.
—¿Creés que el amor y el dolor casi siempre van de la mano?
—Es una gran pregunta. Sí...de algún modo el dolor es parte del amor. Pero en mi escritura apunto más a lo romántico gracioso porque escribir sobre las pérdidas del amor es algo demasiado pesado, de lo que por ahora no escribiría...
—¿Tuviste temor de que Soy Simón en formato película hiciera "desaparecer" al libro?
—Me encanta que hablemos de eso. A veces olvido que es mi libro el que está detrás de la peli, que es una de mis favoritas en la vida. Las adaptaciones siempre son eso, adaptaciones. Yo estoy muy conforme con lo que lograron. Pero el libro todavía existe y lo pienso de este modo: muchos fueron al libro después de ver la película. Me quedo con eso.