“Fui al río, y lo sentía cerca de mí, enfrente de mí”. El recordado poeta entrerriano Juan L. Ortiz pudo sintetizar en versos claros la experiencia de sentir al Paraná en primera persona. Las sensaciones que provoca adentrarse en los riachos y canales que atraviesan los verdes y marrones del Humedal y palpar bien de cerca la naturaleza que se expresa en múltiples colores, vegetación, aves, insectos y animales. La importancia de conocer lo propio para quererlo.
No aparece escrito en ningún folleto, pero ese es en el fondo el propósito de las visitas que cada fin de semana y feriados se organizan a la reserva municipal en las Islas del legado Deliot bajo un lema revelador: Viví el Humedal.
El Legado Deliot es eso: un espacio público en las islas. Una porción de territorio que debería ayudar a entender que Rosario es (por suerte) mucho más que las peatonales y las avenidas.
Es también un espacio signado por los conflictos de interés entre la obvia necesidad de preservar la naturaleza de la región y la lógica extractivista, que en este caso se expresa a través de un empresario ganadero que usurpa parte de esa extensión, a la que mutiló con terraplenes e intervenciones prohibidas por ley en esa franja del Delta.
El Deliot es, finalmente, una victoria de varias agrupaciones ambientalistas locales que tras años de reclamos lograron que el Estado interviniese para empezar a cumplir el derecho a disfrutar de un ambiente sano.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Paseos Para acercar el río y las islas a la vida cotidiana de los rosarinos, desde la Secretaría de Ambiente de la Municipalidad armaron un plan de visitas gratuitas que los fines de semana y feriados están abiertos a quien desee anotarse para conocer de cerca la reserva ubicada en la zona del Paranacito, en una porción de las 1.700 hectáreas donadas a la ciudad por el terrateniente Carlos Deliot a mediados del siglo pasado.
La organización es impecable y cada día el acento de la excursión está puesto en alguna cuestión en particular: así, los guías que acompañan a los contingentes se enfocan en la flora del lugar, en los insectos que lo habitan, en los peces de la zona o en la cultura isleña, según un cronograma establecido de antemano que busca cubrir toda la gama de temas posibles que ofrece la reserva a quienes llegan hasta allí.
Cada visita tiene vida propia y, en palabras de los guías —que están capacitados y son de alguna de las tres agrupaciones ecologistas que participan de la comisión Deliot— “los visitantes siempre terminan superando sus expectativas iniciales”.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
CronologíaRosario cuenta con una posición geográfica privilegiada que la ubica frente a uno de los más importantes e impactantes humedales del planeta. Técnicamente, un humedal es una zona de la superficie terrestre que está temporal o permanentemente inundada, regulada por factores climáticos y en constante interrelación con los seres vivos que la habitan.
Esos pulsos de agua, formateados por las crecidas y bajantes regulares del río, permiten la formación de lagunas y zonas de reservas de agua que tienen un papel clave como reguladores de inundaciones y sequías y reservorios de biodiversidad.
Son ecosistemas clave ya que desempeñan funciones relacionadas con la reposición de aguas subterráneas, estabilización de costas, protección contra tormentas, retención y exportación de sedimentos y nutrientes, mitigación del cambio climático y depuración de las aguas.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
El caso del legado Deliot es particular, ya que si bien todas las islas que se despliegan frente a Rosario pertenecen a la provincia de Entre Ríos, esa porción de territorio también corresponde al municipio.
¿Por qué ese nombre? Carlos Deliot fue un hombre dedicado a los negocios inmobiliarios que vivió a principios del siglo pasado en la ciudad, acumuló gran cantidad de tierras y murió sin dejar herederos naturales.
En su testamento decidió dejar todas sus propiedades a la Municipalidad, con el pedido de que se creara la Fundación Carlos Deliot y que la renta de sus inmuebles fuera remitida al Hogar del Huérfano.
Si bien Deliot era soltero y no tenía herederos, algunos parientes impugnaron el testamento e iniciaron una larga batalla judicial. Mientras tanto, las propiedades quedaron en un virtual estado de abandono que recién se regularizó a finales de la década de los ’80.
En esa herencia figuraban los terrenos en la zona de islas, que hace años fueron usurpadas de manera ilegal por el empresario ganadero Enzo Mariani, quien todavía posee y usufructa de facto buena parte de un territorio que en realidad pertenece a todos los rosarinos.
Con la firma del decreto de creación de la Comisión Multisectorial Legado Deliot se iniciaron los trabajos para lograr la recuperación y puesta en valor de la calidad ambiental de estos lotes.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Las visitasGustavo Coronel y Victoria Traverso, de Arpemo (
Asociación Rosarina de Pesca con Mosca), fueron los encargados de llevar con mano maestra al grupo de mujeres que, a las 9 puntual, se juntaron en los muelles de Costa Alta a la espera de las dos lanchas que llevaron al grupo hasta el Deliot después de una travesía de unos 25 minutos que comenzó por el brazo principal del Paraná y terminó en el Paranacito.
Además de Arpemo, el acuerdo que la Municipalidad tiene con las agrupaciones ambientalistas incluye a
El Paraná No Se Toca (EPNST) y al
Taller Ecologista. De esas tres organizaciones son los guías que, tras haber recibido una capacitación, son los encargados de llevar a los visitantes a conocer de cerca los secretos del Humedal.
El trámite para anotarse es sencillo y la visita es gratuita. Se puede hacer vía el facebook de la Secretaría de Ambiente y Espacio Público Rosario, y si la cantidad de anotados es mayor a la disponibilidad de lugares se sortea.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Tras el recorrido en lancha se llega a la reserva, que ocupa una parte de las alrededor de 2.000 hectáreas que tiene todo el legado Deliot. El lugar cuenta desde finales del año pasado con una infraestructura mínima de muelle, pasarela y baño seco que otorga algunas comodidades pero queda subordinado a la idea de la visita: estar en un lugar casi sin intervención humana.
Los guías hacen su parte: dividen al grupo en dos y los llevan a recorrer senderos que bordean la laguna y la pasarela que atraviesa el espejo de agua y desemboca en un montecito sombreado y fresco de árboles autóctonos.
Los visitantes se impregnan de la atmósfera del lugar: hacen silencio, escuchan. Muchos eligen acostarse boca arriba o sentarse a observar: la naturaleza devuelve la atención con su paleta de ofertas de vegetación y aves regionales.