El lupus es un trastorno autoinmune complejo que afecta a cualquier sistema del organismo. La inflamación provocada puede afectar a muchos sistemas del organismo, tales como el corazón, los riñones, las articulaciones, la piel, las células sanguíneas, el cerebro y los pulmones. Es una enfermedad crónica.
Si bien se pueden tomar medidas para reducir el riesgo de complicaciones, no siempre es posible evitar los problemas del corazón, del riñón y de la salud relacionados con el lupus; pero existen tratamientos capaces de controlar bien los síntomas. Posiblemente ayude al paciente establecer una colaboración estrecha con el equipo de atención médica para que se le hagan chequeos y análisis de sangre con regularidad.
La gravedad y la frecuencia de los síntomas del lupus varían ampliamente entre una y otra persona. En algunos casos pueden presentarse repentinamente, y en otros, en cambio, de manera lenta. Los síntomas también pueden ser leves, graves, temporales o permanentes. En un grupo de personas el lupus puede ser muy severo pero muchas personas sufren un tipo más leve de la enfermedad, caracterizada por eventos de empeoramiento de los síntomas durante un tiempo (llamados exacerbaciones), seguidos por una mejoría durante otro período.
Uno de los pasos más importantes es, frente al reciente diagnóstico, encontrar un médico de atención primaria y un reumatólogo que conozcan bien la enfermedad. Además de ver con regularidad al equipo de atención médica, los análisis de sangre pueden permitir a los especialistas entender mejor qué zonas del cuerpo del paciente son las más afectadas. Los resultados de los análisis de sangre también ayudan al equipo a predecir si existe la probabilidad de una exacerbación en el futuro próximo.
Acudir con regularidad al médico es importante para la salud del corazón. En las personas con lupus el riesgo de una cardiopatía, como un accidente cerebrovascular o un ataque cardíaco, es aproximadamente el doble de lo normal.