“Estimados clientes: dado que estamos cursando varios casos de Covid positivo en nuestro local, tomamos la decisión de permanecer cerrados hasta que nos recuperemos. Nos cuidamos para cuidarlos”, decía el mensaje de WhastApp que distribuyó hace una semana una carnicería del centro de la ciudad para avisar la determinación de bajar sus persianas hasta el martes pasado. No fue el único comercio de la zona “cerrado por contagios” esa semana. A pocas cuadras, un bar también permaneció vacío durante diez días, después de que el dueño del local tuvo un hisopado positivo y todos sus empleados debieron aislarse. El crecimiento acelerado de contagios de Covid-19, sobre todo entre la población de adultos jóvenes, trastorna las rutinas de comercios, oficinas y talleres, donde los días de trabajo perdidos ya no solo obedecen a las restricciones. Sanitaristas insisten en la necesidad de respetar las medidas de cuidado.
La segunda ola de coronavirus tiene una impronta que llama la atención de infectólogos y epidemiólogos: el aumento de los contagios en la franja de personas de entre 20 y 39 años y la disminución de la edad de los pacientes con coronavirus internados en unidades de terapia intensiva. Los especialistas analizan distintas explicaciones para esta realidad. Una de ellas es la existencia de nuevas variantes del virus, también advierten que gran parte de los mayores de 70 años ya fueron vacunados, lo que hace que no desarrollen formas graves de la enfermedad, además de que sostienen los cuidados.
En Rosario, de las 105 mil personas que fueron diagnosticadas con coronavirus desde marzo del año pasado, un tercio tenía entre 30 y 44 años, de acuerdo a datos de la Secretaría de Salud municipal. El segundo rango de edad en sumar contagios fue el de adolescentes y adultos jóvenes de entre 15 y 29 años. La semana pasada, el Ministerio de Salud de la provincia hizo un relevamiento en las unidades de terapia intensiva de los hospitales Centenario, Provincial, el Modular de Granadero Baigorria y el Clemente Álvarez (Heca); el trabajo demostró que la edad promedio de los internados estaba al límite de los 50 años, cuatro años menos que la media provincial.
Y esta escalada de contagios entre personas empieza a resentir la prestación de servicios y la actividad comercial. Desde el Sindicato de Recolectores de Residuos de Rosario ya salieron a advertir sobre la gran cantidad de trabajadores del sector que están cursando la enfermedad (unos 70, dos en grave estado) y alertaron que el servicio podría resentirse sobre todo a partir de los primeros días fríos del año. Hace dos semanas, desde la Empresa Provincial de la Energía (EPE) indicaron que se habían cuadruplicado los contagios entre el personal, sobre todo entre quienes cumplen funciones en la vía pública. En Rosario, los operarios aislados llegaron a 80 y se vio en problemas la solución de reclamos a tiempo.
Solo delivery
El lunes 26 de abril, uno de los once empleados de una carnicería boutique del centro de la ciudad advirtió al encargado del local que se sentía mal. Dos días después le diagnosticaron coronavirus, ocho de sus compañeros siguieron los mismos pasos. El local permaneció cerrado diez días por recomendación de las autoridades de salud, “pero sobre todo por una cuestión de responsabilidad social, para cuidar a nuestros clientes”, señala Guillermo, el responsable del comercio.
Todos sus empleados tienen entre 30 y 40 años, dice, y cursaron la enfermedad sin complicaciones, pero no sin malestar. Él mismo se contagió, después de varios días de fiebre alta, los médicos le dieron el alta pero todavía tiene “algunas cositas”, tos, dificultad para respirar, dolor de espalda y se agita cuando hace actividad física. Uno de sus compañeros no pudo todavía volver a trabajar. "¿Querés saber las pérdidas que tuvimos en el negocio?”, repregunta Guillermo con ironía y no espera respuesta: “Olvidate, totales”, agrega.
A menos de cinco cuadras del coqueto local, el dueño de una tradicional cafetería cuenta más o menos la misma historia. A Raúl le diagnosticaron Covid a fines de abril y tuvo que aislar a sus seis empleados y cerrar el local desde el 22 al lunes pasado. “Afortunadamente me enfermé yo solo”, destaca el hombre y señala que en el local son muy cuidadosos con las normas para evitar contagios. “Tomamos todas las precauciones, incluso en la cocina usamos doble barbijo”, afirma y aclara que quizás eso no pasa en reuniones familiares o de amigos.
Cerrar el café diez días, dice, fue el golpe de gracia que los dejó “al borde de la ruina”. Los clientes del local son principalmente alumnos y docentes de escuelas y de facultades de la zona o personas que concurren a clínicas o instituciones de salud. “Con las restricciones de esta semana, al local no entra nadie y con los cierres nocturnos después de las 19 directamente no queda nadie en la calle”, comenta.
Hasta que no te toca
“Desgraciadamente, la gente no termina de tomar conciencia de lo que significa esta enfermedad. Todos estamos cansados del virus, de las restricciones, pero es mucho peor cuando te toca”, advierte Gabriel. Junto a su pareja, abrió a fines del año pasado un taller de impresiones, donde se venden insumos para estampar y se realizan cursos de serigrafía y sublimación en la zona norte de la ciudad.
Hace dos semanas, a la hermana de Gabriel le diagnosticaron coronavirus. La joven contagió a sus padres y el resto de la familia debió aislarse y, como les recomendó la médica que les hizo el seguimiento, cerraron el negocio preventivamente.
Tampoco tenían mucha cabeza para atenderlo: la pediatra les recomendó hisopar a su bebé, que afortunadamente no se contagió, y la enfermedad de su hermana se complicó. Con 36 años, la joven ingresó en la terapia del Hospital Provincial sin comorbilidades y falleció el viernes.
Numerosos gremios salieron a advertir en las ultimas semanas sobre el crecimiento de los contagios en los ámbitos de trabajo y reclamaron ser incluidos en el plan nacional de vacunación. “Estamos sintiendo un fuerte impacto en empresas grandes o en pequeños talleres donde cada vez tienen que aislarse más burbujas”, explica Antonio Donello, secretario general de la seccional local de la Unión Obrero Metalúrgica.
Según describe, “por la velocidad de transmisión del virus, pensamos que podemos tener más contagios que el año pasado, por eso estamos hablando con las empresas para reforzar todos los protocolos”. Y si bien destaca que “el 95 %” de los empresarios cumple con las medidas de prevención del Covid, los contagios continúan.
Las peores consecuencias de la enfermedad se manifiestan en el hospital sindical donde las internaciones aumentaron notablemente. A las 14 camas de terapia intensiva tuvieron que sumar seis más de coronarias para asistir a pacientes con coronavirus y, además, destinar un piso completo del sanatorio con camas generales para alojar a personas con complicaciones por la infección.
Donello insiste sobre la necesidad de incrementar las acciones preventivas. “Hay empresas que tienen puestos de testeo en el mismo lugar de trabajo si presentan síntomas, para evitar que el virus se expanda más porque si crecen los contagios se frena la actividad productiva”, señala y remarca que “los contagios no salen de la fábrica, entran a la fábrica por la actividad social que existe cuando la gente sale de trabajar”.
Los casos en el personal del comercio e industrias son más que en salud
De acuerdo a datos de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo de la Nación, al comienzo de la pandemia en marzo de 2020, el 67% de los trabajadores infectados eran del sector de la salud. Pero a partir de junio, esa curva se invirtió y los contagios entre empleados de comercio o industrias, comenzaron a superar a los trabajadores de la salud. En febrero de este año, según el último dato publicado, el 17% de los trabajadores contagiados pertenece a la salud y el 48% son trabajadores de las actividades que se fueron habilitando a partir de las medidas de distanciamiento, como sectores del comercio y la industria. El 35% restante está relacionado a varios rubros, como la seguridad y el transporte donde los contagios mantuvieron un nivel constante desde marzo del año pasado.
Silvia Aiello es directora de la carrera de posgrado de medicina del trabajo de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR y advierte que esta tendencia la venían observando desde septiembre del año pasado. “Veíamos cómo a medida que se habilitaban actividades crecían también los contagios entre trabajadores de otros rubros, como el comercio, bancos o empresas de manufacturas”, señala.
Por eso, Aiello hace hincapié en la importancia de la existencia de protocolos, tanto los propuestos por las autoridades sanitarias para cada sector como los particulares de cada empresa, y en la función del auditor médico en los lugares de trabajo “que ante cada caso confirmado debe hacer un exhaustivo análisis de dónde están las posibilidades de contagio para aislar inmediatamente al grupo con quien ese trabajador mantuvo un contacto estrecho y cortar la cadena de contagios”.
Aunque la profesional señala que muchas veces las infecciones no surgen en el ámbito laboral sino en reuniones sociales o familiares. “Siempre dijimos que las políticas que priorizan la dimensión económica productiva dejando de lado la dimensión sanitaria no son para nada inocuas”, recuerda y destaca que el año pasado la Superintendencia estimó en 12 millones de días la baja laboral del año pasado, un número incrementado por el ausentismo de los trabajadores que se enfermaron de Covid y las que han tenido que aislarse por contacto estrecho con personas infectadas. “Por eso hay que bajar los contagios", remarca.