Katerina Quinteros tenía 18 años, vivía con sus pequeñas mellizas Valentina y Lucía, de dos años, y uno de sus hermanos en la humilde vivienda de Carlos Gardel al 1500, en Rufino. Estaba separada desde el 20 de diciembre después de una relación violenta, a decir de los testimonios de familiares y de denuncias que derivaron en una restricción de acercamiento. Pero esa perimetral no impidió que su ex pareja, padre de las niñas, fuera a su casa y le asestara varias puñaladas que terminaron con su vida. El victimario, Walter C., de 25 años, fue detenido.
Todo ocurrió avanzada la noche del miércoles, en una zona casi límite de la ciudad, última zona adonde llega el alumbrado público y se abre el campo de sembradíos, a metros del alteo del canal Oeste. Habían pasado las 23 cuando, aparentemente después de una discusión, el joven apuñaló a la muchacha, escapó con el torso desnudo y se metió en el campo, donde los familiares de la chica abandonaron su búsqueda.
Katerina fue llevada a la Clínica Modelo, de esa ciudad, pero los esfuerzos por rescatarla fueron vanos, ya que llegó sin vida al centro asistencial. Tenía una herida a la altura del antebrazo izquierdo de 12 cm de largo y dos de profundidad, pero la que le causó la muerte fue la que le asestó a la altura del pecho, y que dañó la arteria pulmonar.
A las 4 de la mañana, Walter C. fue hallado por la policía, aparentemente dispuesto a entregarse, en inmediaciones de la ruta 33.
"La está matando"
"Yo estaba acostado, conversábamos con mi señora porque había llegado de trabajar uno de mis hijos y pidió comida. En un momento escuchamos los gritos de un hijo nuestro que decía «la está matando a Kati». Corrimos hasta donde estaba ella, pero ya la había apuñalado", contó Francisco, padre de la víctima, a LaCapital, que habita una vivienda lindera con la de Katerina. El hombre, de 43 años y obrero en una empresa de montaje, recordó que Katerina y Walter estaban viviendo en San Gregorio, de donde es el muchacho, hasta que el 20 de diciembre dejó la casa y volvió con sus padres, en Rufino.
"El la tenía amenazada, le decía que si lo dejaba la iba a matar a ella, o a los padres. Como yo no podía llegar a la casa de él, cuando volvía del sur, donde estoy trabajo en montaje, la iba a buscar a Venado Tuerto. El la dejaba venir, pero a los dos días ya la estaba llamando", recordó.
Las medidas judiciales
El caso quedó en manos de los fiscales Horacio Puyrredón (titular) y Mauricio Clavero (adjunto). En diálogo con este diario, Puyrredón relató que la noche del miércoles recibió un llamado de la policía dando cuenta de un hecho de violencia de género en el que un hombre había herido de una puñalada a una joven.
"Me hice presente en el lugar del hecho, donde supe que la víctima ya había sido trasladada a la Clínica Modelo para su atención, mientras que el agresor se había dado a la fuga. Comenzamos con el relevamiento del lugar junto a la Policía de Investigaciones y Policía Científica, tomamos fotografías y videos, hicimos mediciones y secuestramos objetos como celulares, prendas y otros elementos, ordené un rastrillaje para localizarlo, ordené la autopsia a la víctima y convoqué a la división Perros para rastrillar la zona en la que encontramos al agresor para dar con el arma homicida, que sería un cuchillo de unos 14 centímetros de largo y 2,5 centímetros de hoja", relató.
El joven fue trasladado a Melincué y hoy se le hará la audiencia imputativa para definir su situación procesal. No declaró en la comisaría.
El fiscal reveló que Walter C. tenía una restricción de acercamiento por 60 días desde el 27 de diciembre, o sea que esa medida estaba vigente y el agresor la violó.
En el lugar
Ayer, en la casa de los Quinteros reinaba el desconsuelo. En ese barrio humilde, Colonia Dolores, ubicado cerca del cementerio y el basural, se levanta la casita construida con ladrillos de bloque, donde confluyeron familiares y allegados a la familia.
"Imagínese lo que estamos pasando, lo único que pido es que la Justicia haga algo", dijo Francisco. Y recordó que el mismo joven oportunamente lo apuñaló a él. "Maltrataba a mi hija, una vez yo venía del campo, donde estaba trabajando, y me enteré que le había faltado el respeto a mi señora, y que se fue cuando supo que yo estaba volviendo. Yo fui a buscarlo, pero salió de unos tamarindos y me pegó dos puñaladas. Yo no sé cómo son las cosas, cuando me apuñaló yo estuve tres días internado, y él estuvo 20 minutos en la comisaría, Vino la madre con un abogado y se lo llevó a San Gregorio", contó. Y abundó: "Se fue y volvió para matarla".
Cerca de él, Mónica Ortiz, su esposa, lloraba sin consuelo. Los otros hijos del matrimonio estaban en el lugar, iban y venían, no así las pequeñas mellizas, que quedaron con una tía.
"Fueron varias puñaladas. Mi hijos lo corrieron y se metió en medio del campo. Después se volvieron salimos todos, había mucha gente de Rufino", rememoró el padre.
Ariel tiene 31 años, es albañil y amigo de Francisco. Fue uno de los que ayer por la mañana se acercó a la casa de Carlos Gardel al 1500. "¿Qué iba a sospechar que podía pasar una cosa así?", dijo. Pero José, también allegado al padre de la chica, contó que "esto venía de largo. Es que aquí hay gente que deja que esto pase", acusó. Y el mismo Francisco agregó, a modo de remate: "Esto se habría evitado si lo hubiesen metido preso cuando me agredió a mí".
Un WhatsApp como prueba
Un audio de WhatsApp circuló ayer y podría agregarse a los elementos que obran en poder de la Fiscalía. Allí se escucha la voz de un joven hablando muy nervioso, que se identifica con el nombre de Walter C. y le pide a alguien que llame a la policía, que se quiere entregar. La persona que lo grabó está identificada y en las próximas horas brindaría testimonio ante el fiscal. Si aporta el registro de sonido, se agregará a la causa, aunque Horacio Puyrredón aclaró que "después se determinará si sirve como prueba".