La localidad de Salto Grande, en el departamento Iriondo, contará en poco tiempo más con un cinerario, que estará enclavado en la parroquia local, de Belgrano 315, donde los fieles podrán llevar las cenizas de sus difuntos. Si bien en Rosario la práctica está un poco más instalada, ya que existen varios reservorios, no es tan común en lugares menos poblados. Y mucho menos de la dimensión de Salto Grande, que en el censo de 2010 apenas alcanzaba una población de 2.181 habitantes.
Los cinerarios son, como el nombre lo indica, lugares especialmente consagrados para dar lugar a las cenizas de los fieles difuntos. Suelen estar en las iglesias católicas, ya que por cuestiones doctrinarias y de fe esta religión desaconseja conservar los restos en los domicilios, ni esparcirlos en lugares abiertos o cursos de agua.
Tienen la particularidad de que los despojos reducidos se depositan en un espacio común, lo que los diferencia de los urnarios. En estos últimos, las urnas con cada resto se entierran individualmente o se colocan en nichos. En Rosario, la basílica de Nuestra Señora de Lourdes (Santiago 1165) es la única que tiene un urnario terrestre, y existe en Villa Constitución un proyecto para instalar uno sobre una pared.
Ariel Barrero, párroco de la iglesia de Salto Grande, cuenta la historia de esta iniciativa y las expectativas que ha generado. “Esto es algo que va a quedar como legado para el pueblo, sabemos que la muerte es la principal causa de angustia y el principal misterio al que nos enfrentamos todos los seres humanos, seamos buenos o malos, ricos o pobres, hombres o mujeres. Y para nosotros los cristianos hay una fe y una esperanza que nos ayuda a ver en la muerte un llamado a la vida eterna. Precisamente porque ese hecho es inexorable estamos construyendo este lugar, para que aquellos que opten por la cremación puedan tener un sitio donde reposar y esperar la resurrección, que es uno de los artículos principales de nuestra fe”, explica. Sus declaraciones pueden encontrarse en la red YouTube, a través de un video subido por el Canal 4 local.
El párroco recuerda que, si bien el proyecto surgió de la propia iglesia, “la comunidad lo asumió inmediatamente. En esto participó la comuna, que ayudó con implementos y maquinarias para hacer el pozo, hubo un aporte del senador provincial Hugo Rasetto, otro de la Sociedad Italiana, y por supuesto de los habitantes del pueblo”, recuerda.
Para hacerlo posible, se pidió autorización al Arzobispado de Rosario y recibieron asesoramiento de la Comisión Arquidiocesana de Arquitectos (por su nombre reducido) que coordina el padre Luis Boccia, de la parroquia Santa Rosa de Lima, en Rosario.
A partir de allí se pusieron manos a la obra, con la colaboración del arquitecto Germán Testi. Para construir el cinerario, se derribó una pared divisoria de un espacio externo de la parroquia y se acondicionó un ámbito en forma de L con lugar suficiente para que puedan circular personas con movilidad reducida. Allí se cavó un foso que remata en un lecho de tierra. Habrá una pila hueca (el depositario propiamente dicho) hecha de ladrillos y revestida con mármol, con una boca por donde echarán las cenizas. Las paredes estarán cubiertas con enredaderas, que harán más amigable y natural el lugar, que por supuesto será techado. También se podrá en letras de cuerpo el nombre del lugar, “Luz Perpetua”, que es como se decidió bautizarlo. La intención es que quede terminado antes de fin de año.
“Estamos muy agradecidos y llevamos esta obra adelante con el esfuerzo de todos para que quede como un símbolo de esperanza frente al tema de la muerte y la opción de muchas personas de cremar a sus seres queridos”, remata el cura.
Cuestiones de fe
La Iglesia Católica ha permitido en los últimos años la práctica de la cremación, ya que “no toca el alma ni impide la omnipotencia de Dios de reconstruir el cuerpo, mientras no sea hecha por razones contrarias a la fe cristiana, manteniendo igualmente la costumbre tradicional de la sepultura”. Así lo dice el Derecho Canónico en el Nº 1.176;3
Este cambio de la disciplina eclesiástica ha sido incorporado en el Código de Derecho Canónico en 1983, y en el Código de Cánones de las Iglesias Orientales, en 1990. La Congregación para la Doctrina de la Fe publicó una nueva Instrucción, con el fin de reafirmar las razones doctrinales y pastorales para la preferencia de la sepultura de los cuerpos y de emanar normas relativas a la conservación de las cenizas en el caso de la cremación. Una larga serie de argumentos que por su extensión excede los objetivos de esta nota.
También el Catecismo de la Iglesia Católica, en el Nº 2.301, lo confirma: ““La Iglesia permite la incineración cuando con ella no se cuestiona la fe en la resurrección del cuerpo”.
El Directorio sobre Liturgia y Pastoral Popular del año 2001, recoge la realidad tan extendida de la cremación de los cadáveres en la cultura, aunque hace una advertencia sobre la conservación de las cenizas en las casas: “En nuestros días, por el cambio en las condiciones del entorno y de la vida, está en vigor la praxis de quemar el cuerpo del difunto. (…) Respecto a esta opción, se debe exhortar a los fieles a no conservar en su casa las cenizas de los familiares, sino a darles la sepultura acostumbrada, hasta que Dios haga resurgir de la tierra a aquellos que reposan allí y el mar restituya a los muertos (ver Apocalipsis 20,13)”.
En la región
No son tantos los cinerarios instalados en la Arquidiócesis de Rosario, que abarca los departamentos Belgrano, General López, Iriondo, San Lorenzo, la misma Rosario y parte de los departamentos Caseros y Constitución.
En Rosario existen varios. El primero en funcionar fue el de la parroquia Santa Rosa de Lima, de Mendoza 1370, que se habilitó el 30 de agosto de 2015 con la bendición del arzobispo Eduardo Eliseo Martín. El padre Boccio lo recuerda: “Pedí en su momento permiso porque veía que ya había en Buenos Aires y teníamos mucha gente interesada en que las cenizas quedaran en la iglesia. Comenzamos con una serie de búsquedas, nos asesoramos en Buenos Aires, y con todo se armó una comisión para que pudieran funcionar y habilitarse los cinerarios en las distintas zonas” cuenta a La Capital.
La comisión tiene injerencia en todas las obras que quieran iniciarse, ya sean altares, capillas, ampliaciones, instalaciones y, desde ya, cinerarios o urnarios. Se le solicita autorización al Arzobispo, que la deriva a la Comisión de Arquitectos, encargada de analizar los proyectos y evaluar correcciones. Existe un instructivo muy claro con la documentación a presentar y 10 recomendaciones arquitectónicas sobre características técnicas, acondicionamiento del espacio y tratamiento de las cenizas. Luego de concluirse, se pide un fin de obra.
La gran mayoría son pilares con fosos y tienen distinta capacidad, que puede ser para 5 mil o 7 mil deposiciones. El de Santa Rosa de Lima puede recibir 7 mil, pero desde su creación han recibido 600, a razón de 120 por año.
Además de los cinerarios que existen en el Rosario (nueve en total y uno en construcción), los hay San Lorenzo (iglesia San Lorenzo Mártir), Fray Luis Beltrán (Nuestra Señora del Luján), Chabás (San José), Bigand (Nuestra Señora del Luján), y un urnario en proyecto en la parroquia Nuestra Señora de Luján de Villa Constitución. El que se construye en la parroquia Natividad de la Santísima Virgen María se viene a sumar a la lista, con la particularidad de ser el primero en una localidad tan pequeña como lo es Salto Grande, ubicada a 55 kilómetros de Rosario.