Faustina Fernández tenía 9 años cuando la separaron de sus 12 hermanos, como ella recuerda. Su padre había asesinado a su madre y la prole quedó sujeta a una diáspora merced a que todos fueron dados en adopción a distintas familias. La pequeña recaló en el Chaco y más tarde en la provincia de Buenos Aires, pero su búsqueda nunca cesó. Esta semana, y merced a una investigación realizada por la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia, la mujer logró reencontrarse con Mario, uno de los hermanos, y fundirse en un abrazo emocionado. La historia empieza, ahora viene la búsqueda de los demás.
Después de la tragedia familiar, los hermanos iniciaron un derrotero que los llevó vivir destinos diferentes. Cuentan que al principio los cobijó una tía, que finalmente no los pudo mantener y los ofreció en adopción. Faustina tenía 9 años; Mario, 13.
Pasaron los años, la mujer, ya grande, buscaba a sus hermanos por todos lados. "Fui a la televisión, los buscaba", recuerda. No tenía fotos de ellos, y los datos que le arrojaba su memoria no eran muchos. Pero Mario seguía en sus recuerdos.
El año pasado, la mujer se comunicó con la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe para solicitar ayuda: quería reencontrarse con aquellos con quienes se había criado. La mujer relató que ella vivía en la ciudad de Santa Fe —cerca del cementerio, recordarían después—, que su padre había asesinado a su madre, y que 60 años atrás la separaron del resto de la familia. No recordaba todos los nombres; incluso, algunos datos le aparecen confusos. "Yo tenía diez, ocho, nueve años", diría después con la emoción del reencuentro. Es que, con los datos y nombres que pudo recordar, lograron localizar a Mario.
El reencuentro
El cruce entre ambos, después de 60 años, se produjo en la terminal de ómnibus de Santa Fe. Vestido de camisa a rayas y con grandes anteojos, rodeado de cronistas y camarógrafos y acompañado por el subsecretario de Derechos Humanos, Publio Molina, Mario atravesó la puerta que da a las plataformas y ahí la vio, rodeada de gente que la saludaba. Después quedaron frente a frente, y se abrazaron. Faustina lloraba. "¿Y los otros hermanos?", le preguntó. "No están, hay que buscarlos", le respondió Mario. Ella volvió a llorar, y el hermano la consoló: "Bueno, ahora está, ahora me tenés a mí".
"La historia es muy trágica. El padre asesinó a la madre, ellos quedaron al cuidado de lo que ellos creen que era una tía que lamentablemente no los pudo sostener, por la cantidad de niños que eran. Los dio en adopción. Eso derivó en que fueran separados cada uno por su lado y que nunca más hayan tenido contacto entre ellos. Una historia muy complicada", relató Publio Molinas.
Mario Fernández vive en el barrio Los Troncos, de Santa Fe. Tiene 73 años y tenía 13 años cuando se separó del resto. Faustina tiene 69 y reside en el partido bonaerense de Lomas de Zamora. Estuvo casada pero enviudó. Volvió a formar pareja y asiste a una iglesia evangélica, en donde le sugirieron buscar su historia en Santa Fe. Ella y su compañero quedaron alojados ahora en el hotel Castelar, de la capital provincial. El martes volverá a su lugar de residencia, pero tienen tiempo para dialogar con Mario sobre la historia de ambos.
"Ella fue quien provocó el encuentro. Llamó hace un año desde Buenos Aires a la secretaría, contándonos la historia y diciendo que ella creía que en Santa Fe todavía podía estar viviendo alguno de sus hermanos. Automáticamente, el equipo de investigación de la secretaria comenzó a buscar información, cotejar datos, pedir especificaciones en el padrón electoral y comunicándose con autoridades nacionales y municipales. Después de casi un año, logramos dar con Mario. Nos acercamos a su casa de Los Troncos, Santa Fe, y su historia era coincidente con la que nos había narrado Faustina. Generamos primero un contacto telefónico entre ellos. Y este jueves fue el encuentro en persona", contó Molina a La Capital.
El colectivo llegó desde Buenos Aires ese día a las 13.30. Faustina, emocionada, contó cómo lo buscaba. Y Mario describió la emoción del reencuentro con su hermana como "algo que no se puede entender. Yo pensaba que la había perdido pero todo lo contrario, ahora está conmigo".
La ley y el trabajo
El encuentro entre Mario y Faustina tiene su correlato en la ley 13.725. La norma, aprobada a fines de 2017 y promulgada a principios de 2018, tiene como objetivo "garantizar el derecho a la identidad biológica o de origen, para restituir su ejercicio a toda persona que presuma que su identidad haya sido suprimida o alterada", según dice el artículo 1.
En ese sentido, en el segundo artículo se explica que "son beneficiarios directos de esta ley las personas que presumieran que su identidad ha sido suprimida o alterada por hechos concomitantes o posteriores a su nacimiento, y las personas adoptadas, cualquiera sea la fecha en que ésta se hubiere producido. A tales efectos, quedan comprendidos los hijos, nietos y supuestos hermanos de la persona cuya identidad hubiera sido alterada o suprimida".
Este marco normativo fue el que permitió a la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia desarrollar la búsqueda para hallar a los hermanos. El organismo trabaja hace tiempo el derecho a la identidad biológica y de origen.
"Es una alegría enorme, es muy emocionante que a través de la secretaría y el trabajo exhaustivo del equipo hayamos logrado generar esta instancia". afirmó Molina. Y afirmó: "Me imagino que estos días aprovecharán para reconstruir vínculos, conocer a la familia y ponerse al día de tantas historias que se deben querer contar".
Y con respecto al resto de los hermanos, señaló que "ellos (por Faustina y Mario) están muy entusiasmados con esa posibilidad. Nosotros estamos siguiendo las investigaciones correspondientes para ver si podemos lograr dar con alguno de los otros. Sería interesantísimo. Pero bueno, son trabajos duros, arduos. También invito a quien tenga dudas sobre su origen o quien tenga certeza que es adoptado, que se acerque a la Secretaria de Derechos Humanos (Mendoza 3443, Santa Fe) y se anime a empezar a buscar su origen".
fundidos en un abrazo. Faustina y Mario se encontraron en la terminal de ómnibus de Santa Fe el jueves. Ahora, tienen mucho por hablar y recordar.