Una situación insólita atravesó un médico, contador y productor agropecuario rosarino que estuvo diez horas tras las rejas y esposado en una comisaría de Casilda en abril pasado, luego de mantener un violento incidente tras eliminar una conexión de energía clandestina en campos de su propiedad. El profesional y dos de sus empleados quitaron el cableado pero fueron blanco, de acuerdo a lo denunciado por el propietario, de un ataque de parte de un vecino de la zona, y debió —argumenta— realizar “disparos intimidatorios al aire” para escapar. Tras la intervención policial, asegura que fue alojado y engrillado dentro de un calabozo, golpeado contra el marco de una puerta y sufrió la lesión de un hombro. Advierte que la unidad fiscal de Violencia Institucional desestimó sin argumento la denuncia contra el personal de la comisaría y contra el supuesto infractor.
El incidente que atravesó Mauricio Alejandro Tocchetto, de 47 años, parece una historia del filme Relatos Salvajes. El 6 de abril llegó a su campo en la zona rural de Casilda, donde se propuso eliminar un tendido de cables clandestinos que impedían el trabajo de las máquinas y representaban un riesgo permanente para los operarios.
Como en la Empresa Provincial de la Energía le dijeron que no podían intervenir porque era una propiedad privada, convocó a dos técnicos. Cuando terminaron la tarea, se presentó un vecino de la zona y comenzó a increparlos de manera airada.
Tochetto recordó que en ese momento le explicó al vecino que la red era clandestina, que significaba riesgo para todos. Y que si era él quien usufructuaba la energía, que buscara otra forma. Pero el desconocido se enfureció. El dueño contó que “amenazó con incendiar todo, arremetió a los golpes” contra el médico y uno de los operarios con el mango de un palo tipo rebenque. “Golpeaba la camioneta e hizo estallar el parabrisas, luego de atacar directamente a uno de los empleados que esquivó el golpe tras introducirse en el vehículo”, relató.
El denunciante creyó que su vida y la de las personas que lo acompañaban estaban en riesgo. Por eso, según argumentó, recurrió a un arma de fuego que tenía en la guantera (registrada a su nombre) con la cual realizó “dos disparos al aire de modo disuasivo”. El atacante se fue, y Tochetto también salió del campo mientras llamaba al 911.
Roles invertidos
Cuando llegaron varios móviles policiales, los roles de los protagonistas del hecho parecieron invertirse. “No entendí por qué me trataban a mí como el agresor cuando el otro individuo rompió y puso en peligro nuestra integridad física”, narró el contador. Y aseguró que en ese momento notó “cierta parcialidad” en el accionar policial.
El jefe del operativo ordenó que le colocaran las esposas y le quitaran el arma. Lo trasladaron a la Jefatura de Policía de Casilda, donde lo alojaron en un calabozo individual, con las esposas puestas y los brazos en la espalda. “Lo sorprendente es que la persona que nos agredió permanecía afuera, en contacto con su esposa y con su teléfono celular, lo vieron mis empleados y testigos de la requisa”, contó sorprendido. Pero eso no fue lo único.
Pasaron las horas y el hombre seguía encerrado dentro del calabozo donde lo alojaron, “incomunicado, con las esposas, mientras rogaba que alguien diera aviso” a su hijo de nueve años, y a su madre, una anciana de 80 años que lo esperaba a cenar.
De acuerdo a su versión, lo trasladaron al médico policial sin darle mayores explicaciones. El hombre asegura que en el trayecto, un agente policial al que le dicen o apodan “Mengueche” y cuyas iniciales son Claudio G. le torció el brazo, provocándole una lesión en el hombro izquierdo. Luego, mientras lo ingresaba en una oficina le golpeó la cabeza contra el marco de la puerta.
Recordó también que de regreso a la celda fue amenazado por el jefe del procedimiento, Germán B. quien le advirtió que no dijera que lo golpearon porque le iba “a ir peor”. Después fue liberado a las 23 del mismo día. Estuvo diez horas retenido.
Constatación y denuncia
Para dejar constancia de lo ocurrido y de la situación irregular, Tocchetto recurrió a una escribana que constató el cableado clandestino, un poste, y los daños a la camioneta. Luego, radicó la denuncia en la Dirección de Asuntos Internos de la Policía.
Al mismo tiempo, la fiscal Marianela Luna abrió una pesquisa por las denuncia hecha al 911 cuando se registró el incidente en el campo: uno de los llamados era del mismo médico sobre el ataque que sufrió, y otros dos de personas que advirtieron los disparos. Uno de los llamados dijo que eran al aire y otro contra la persona.
En esa misma carpeta judicial el médico denunció el abuso policial, y solicitó que la fiscal remitiera las actuaciones a la Unidad Fiscal de Violencia y Corrupción Institucional de Rosario, organismo que pesquisa responsabilidades de funcionarios de las fuerzas de seguridad sospechados de ilícitos.
El productor agropecuario también radicó otra denuncia penal contra Ceferino C., el vecino que atentó contra su vida, la de sus empleados, y dañó su camioneta. La presentación quedó en manos del fiscal Juan Pablo Baños, del MPA de Casilda.
Sin embargo, en un escrito del 31 de julio, la fiscal Paola Aguirre, de Violencia Institucional, desestimó la denuncia contra los policías. El hombre solicitó varias medidas (presentó informe médicos sobre la lesión en el hombro), pidió que se agregaran fotos, actas y relevamiento de lo ocurrido en su campo y en la comisaría. Pero para la fiscal no se configuraron delitos.
Al fiscal Regional
Eso motivó una presentación ante el Fiscal Regional Patricio Serjal, donde manifiesta “disconformidad” y pide la urgente reapertura de la investigación. “Desestimaron la denuncia sin haber practicado ninguna medida investigativa para acreditar la materialidad de los hechos delictivos del personal policial”, refirió el abogado Carlos Edwards en representación del médico. Y remarcó que la fiscal analizó “parcialmente los hechos” porque no tuvo en cuenta el delito de abuso de autoridad.
El letrado aseguró que las lesiones en las muñecas fueron por “el largo tiempo que mantuvo puestas” las esposas, y la lesión en el hombro izquierdo fue por la torción excesiva. “Desde el inicio del procedimiento se ha intentado sindicar a mi cliente como el agresor, cuando todas las evidencia indican que fue agredido y víctima”, cita el abogado.
Edwards expuso que “extrañamente”, y tras haber ampliado la denuncia contra el usurpador de energía el 27 de junio (colocó nuevamente el cable y un poste), tampoco avanzó esa investigación. Lo concreto es que el tendido irregular se mantiene en el ingreso al campo, su dueño afronta un proceso por abuso de armas y se desvanece la pesquisa del accionar policial.