Habían pasado dos minutos del 2 de mayo de 1982 cuando un torpedo lanzado por el bubmarino nuclear británico HMS Conqueror impactó en la sala de máquinas del crucero ARA General Belgrano. Un total de 274 tripulantes perdió la vida en el acto. Minutos después, otro torpedo destrozó la proa del buque y esa fue la estocada final. El General Belgrano se fue a pique para hundirse a 4.200 metros de profundidad, 323 marinos murieron y el resto de los de los 1.093 tripulantes quedó a la deriva. El próximo martes se cumplen 41 años de ese suceso que marcó un giro en la Guerra de Malvinas, y en la ciudad de San Lorenzo quieren recordarlo. Por eso, los hijos de ex combatientes de la región preparan allí una vigilia, que se hará el lunes, para conmemorar a los caídos y establecer un vínculo entre "los pibes de Malvinas y los de hoy".
La actividad, organizada por la Subcomisión de Hijos del Centro de Veteranos de Guerra "Combate de San Lorenzo", comenzará el 1º de mayo, a las 17, en Catamarca y Sargento Cabral. Allí se montará una feria de emprendedores, habrá bandas en vivo, un tatuador se ofrecerá para tatuar gratuitamente las islas en quienes estén interesados, se harán estampados de las Malvinas en remeras, se ofrecerá mate cocido que se preparará en la cocina de campaña de los veteranos, y servicio de bufet. El encuentro promete ser convocante, pero los organizadores traccionan para conseguir que vaya la mayor cantidad de gente posible.
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El hundimiento del ARA General Belgrano, ocurrido el 2 de mayo de 1982, se recordará este lunes.
Los hijos tienen un objetivo claro. No quieren que el recuerdo de Malvinas se limite al 2 de abril, día del desembarco argentino en las islas, sino que se prolongue durante el año. Por eso también eligieron la fecha del hundimiento del General Belgrano para adelantarse con una vigilia, y quisieran que las actividades se organizaron con más asiduidad. Como dice el lema de la Subcomisión de Hijos, "la victoria es no olvidar".
Romper el silencio
Gisela (38 años, dos hijos) es hija de Manuel Bazán (62), quien participó de la guerra entre el 13 de abril y el 14 de junio, día de la rendición. Era artillero, estuvo en el Grupo de Artillería III en cercanías de Moody Brook. Ella es una de las organizadoras de la vigilia del lunes. En diálogo con La Capital, cuenta que recién con los años pudo ir asimilando la experiencia de su padre, "cuando ellos empezaron a hablar un poco más. Es muy sanador que puedan largar todo eso que vienen guardando; en general, no son de contar mucho, no quieren transmitir vivencias espantosas, y muchas veces nosotros tampoco nos animábamos a preguntar. Pero los hijos también necesitamos saber, porque somos los encargados y responsables de seguir transmitiendo sus experiencias".
Cuenta Gisela que los últimos ha sido bastante activos, ya que durante abril hubo actos y debieron responder a distintas convocatorias. "La actividad del lunes será con el acompañamiento de los veteranos, y con la intención de malvinizar. Nos llegaron invitaciones a merenderos y jardines, a donde vamos con el cuento «Pipino el pingüino, el monstruo y las Islas Malvinas», de Claudio Garbolino, ex combatiente marplatense, que con ayuda de su hija maestra redactó ese escrito para explcarle a su nieto lo que fue la guerra", comenta. Y dice que a los hijos les sirvió mucho generar un grupo porque sirvió para "unirnos como una familia".
Alexis tiene 25 años y es hijo de Edgardo Oscar Arnoldo, quien había hecho el servicio militar en Paso de los Libres, en el Regimiento de Infantería 5, y fue convocado para la guerra, donde participó en Puerto Howard como radio operador. Cuando finalizó el conflicto bélico, Edgardo cayó en manos de los ingleses pero recuperó su libertad en un intercambio de prisioneros. Falleció en 2015. Su hijo lo rememora como alguien que dejó muchos recuerdos, porque "fue un hombre que siempre habló, contó lo que sufrió, incluso de parte de sus superiores, porque él fue uno de los estaqueados por agarrar comida para él y sus compañeros".
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Uno de los desembarcos en las islas, en una imagen recuperada.
Alexis arfirma que la actividad de la semana próxima fue organizada "muy a pulmón, sin apoyo de las autoridades, porque no le dan mucha importancia al tema Malvinas. Por eso nosotros queremos que la gente se acerque a la vigilia, queremos seguir la posta de nuestros viejos y contribuir a malvinizar", dice. Y afirma que la fecha del hundimiento del ARA General Belgrano también responde a una poca información, o desinformación, sobre lo que sucedió con ese navío, de lo terrible que fue su hundimiento, en el que murió la mitad de los soldados argentinos caídos, y de cómo cambió el rumbo de la misma guerra.
Buque insignia
Construido en 1938 para la Armada de Estados Unidos, el ARA General Belgrano, entonces buque Phoenix, fue uno de los que sobrevivió al ataque japonés en la base de Pearl Harbour. En 1951 fue adquirido por la Argentina y rebautizado con el nombre "17 de Octubre". Pero en 1955, se lo renombró General Belgrano. Poco antes, los cañones de la nave habían servido para consolidar el triunfo de la Revolución Libertadora.
El buque tenía 186 metros de eslora, una manga de 18 y un puntal de 12,8 metros. Estaba propulsado por cuatro hélices movidas por turbinas a vapor. Poseía cobertizo para seis aviones, con dos catapultas. Su armamento convencional era de 15 cañones montados en torres triples giratorias; ocho cañones de doble propósito; 28 cañones antiaéreos en montajes cuádruples; 26 cañones antiaéreos en montajes dobles y varias ametralladoras. A fines de 1968, luego de sucesivos reacondicionamientos, se le colocaron rampas para el disparo de misiles.
En la Armada de los Estados Unidos tenía una tripulación de 868 personas, pero en tiempos de guerra podía llegar a los 1100. Cuando inició sus operaciones en la guerra de las Malvinas iba con 1.093 tripulantes.
La última página de su historia en la Flota de Mar comenzó a escribirse el 16 de abril de 1982 a las 11.50, cuando el buque zarpó de la dársena de la Base Naval Puerto Belgrano rumbo a Tierra del Fuego. El 24 de abril soltó amarras desde el puerto de Ushuaia.
La misión encomendada era mantenerse fuera del área de exclusión vigilando las intenciones de las fuerzas enemigas. En Ushuaia se reunió con los destructores ARA Piedrabuena y ARA Bouchard y el petrolero Puerto Rosales.
El 1° de mayo navegaba hacia el sector asignado, sin saber que el submarino nuclear HMS Conqueror ya lo venía siguiendo con sigilo, y buscando el momento justo para abrir fuego con sus torpedos.
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Territorio de batalla. La guerra deja una huella inborrable.
Fue el 2 de mayo a las 16.02 cuando el primer torpedo del submarino impactó en la sala de máquinas del Belgrano”; el segundo le destruyó la proa y el buque comenzó a irse a pique. A las 16:23, el capitán de navío Héctor Bonzo dio la orden de abandonar el buque.
El crucero tardó una hora en irse a pique a 4.200 metros bajo el mar, en el fondo de la cuenca de Los Yaganes, al sur de las Malvinas. Fue la mayor tragedia naval de la historia de la Armada Argentina. También una de sus mayores pruebas de heroísmo.
Una vez que el buque desapareció de la superficie del Atlántico Sur, devino la odisea de los náufragos en las balsas, que comenzaron a dispersarse en un mar bravío donde las olas y fuertes vientos hacían difícil la supervivencia.
“El destino nos colocó frente a esta guerra y así afrontamos sus consecuencias buenas y malas. Conducidos por nuestro Comandante, supimos aportar nuestra propia voluntad para dar sentido a ese destino, poniendo en juego lo más valioso del ser humano: nuestra propia vida. El 2 de mayo, a las 16.30, uniremos nuestros pensamientos, donde nos encontremos, manteniendo bien alto nuestro espíritu de dotación para honrar a nuestros héroes y, asimismo, recordando y agradeciendo respetuosamente a sus familiares por la entrega a la Patria de sus seres queridos”, escribió el segundo comandante del buque, capitán de Navío Pedro Galazzi, en uno de los aniversarios.