
Martes 10 de Abril de 2018
Pasadas las 17.30, las autoridades del Hospital José María Cullen confirmaron el deceso del ex intendente —que gobernó desde diciembre de 1999 hasta el 10 de diciembre de 2003 por el Partido Justicialista— a causa de un infarto severo por el que en horas de la siesta había sido ingresado en una clínica privada.
La gravedad de su cuadro impuso que fuera derivado al Cullen único efector de salud que posee una aparatología de alta complejidad que el paciente necesitaba. Se trata de un equipo Ecmo, que significa oxigenación por membrana extracorpórea. Es una técnica que se utiliza para la rápida reanimación por muchas razones, incluyendo paro cardíaco o respiratorio, a pacientes cuyos pulmones y corazón están gravemente dañados y no pueden desarrollar su función normal, explicó al diario Uno el director del hospital Cullen, Pablo Poletti.
Alvarez, aún sin cumplir 60 años, fue un político íntegro y muy comprometido que nunca superó el saldo fatal de aquella creciente del Salado. Venía de una familia muy conocida de la ciudad, su padre había sido Fiscal de Estado de la provincia.
Recuerdos y salud afectada
Al margen de que figurara entre los funcionarios más relevantes imputados en la causa judicial —junto el ex ministro de Obras y Servicios Públicos Edgardo Berli y el ex director de Hidráulica de la provincia, Ricardo Fratti— su ánimo nunca pudo superar las pérdidas humanas. Una situación que afectaría su salud desde hace ya muchos años.
Las autoridades a quienes hubiera correspondido dar el alerta para que los vecinos pudieran abandonar sus hogares a tiempo, no lo hicieron. En la madrugada del 29 de abril de 2003 el agua del río Salado empezó a ingresar a la ciudad de manera aluvional, retorciendo rejas y haciendo explotar puertas y ventanas.
En poco rato las viviendas desparecían bajo metros de agua que las tapaba. Cuando el agua estaba llegando a metros de la Casa de Gobierno se decidió volar una ruta para evitar que al menos al 50 por ciento del ejido urbano quedase anegado.
En la ocasión, por la emisora universitaria, el propio Alvarez llevaría tranquilidad a los vecinos de una media docena de barrios del noroeste y oeste —que enumeró entonces— diciéndoles que nada debían temer y que el agua no los afectaría. Cabe recordar que en esa zonas de la ciudad de Santa Fe es donde se produjeron las muertes cuando la gente no pudo escapar a tiempo.
Responsabilidad
Alvarez nunca superó a título personal haber emitido esa comunicación. Aunque algunos lo comprendieron y dijeron que la información le fue suministrada así por los organismos técnicos provinciales, en el imaginario colectivo el intendente pasaría a ser un máximo responsable de la falta de previsión para enfrentar aquella catástrofe.
Eje de las más encarnizadas polémicas y de una causa judicial no menos inquietante que sus abogados nunca pudieron hacer prescribir, Alvarez abandonó la política, la vida pública y se recluyó en su hogar del que casi no salía.
Simultáneamente, pese a su juventud, su salud se fue resquebrajando hasta que ayer un infarto masivo le provocó la muerte.
El equipo de Leo Fernández sigue apuntando a clasificarse a la Sudamericana.