“Poco dominante, dubitativa, atrapada en tensiones de terceros y hasta por momentos agotada”. Así diagnostica el consultor político Luis Costa la gestión del gobierno nacional hasta el momento. Sin embargo, Costa sabe que con el peronismo unido y la oposición dividida en oposiciones hay pocas chances de que el mapa político se de vuelta. De todo, y de todos, habló el sociólogo en una entrevista a fondo con este diario.
—Si algo le faltaba a este 2020 era la muerte de Maradona. ¿Cómo sale la política de este clima de desazón popular? No hay plata, no hay salud y se caen los mitos populares.
—La política en el mundo moderno, es decir la política que nace entre finales del siglo XIX y principios del XX, y que todavía es la que le da forma a nuestra era, es la que vive para construir una relación de ilusión hacia un pueblo del que busca siempre sus votos. Gran parte de los casos que podríamos indicar como de procesos políticos con éxito popular, son precedidos por procesos de amplia decepción, de tristeza y desazón, de modo que este parece más el tiempo que precede un cambio, un quiebre, que una mutación en sí misma. El año avanza en un proceso en el que parece que nada especial sucede, en el que el gobierno nacional no logra sorprender, de modo que continúa su senda sin transmitir ninguna ilusión. La muerte de Maradona, en este contexto, es también asumida como lo que encima viene agregar a un año que se lee como pésimo por todos sus lados. O que tiende siempre a modificar el clima de opinión, es alguna consideración positiva de la economía.
—¿Qué significa la imagen de Fernández con un megáfono en la mano intentando ordenar multitudes que, al fin, terminaron, “tomando” la Casa Rosada?
—Es el final más problemático de un recorrido que comienza simbólicamente con el primer decreto de aislamiento por covid-19, con un presidente supuestamente híper poderoso y glorioso, a uno parado pidiendo por favor que una multitud caótica se ordene. Ese camino va desde la dominación al comentario; desde el Estado que intenta ser el ordenador de la sociedad, a un presidente que se queda como otro individuo a colaborar en el orden popular. La política exitosa es solo exitosa si quien dirige el poder ejecutivo logra ser influyente. Es normal encontrar al presidente reflexionando sobre los problemas del país, como un comentarista más. En algunas ocasiones parece más cómodo dando notas que gestionando.
—¿Cómo califica la gestión del gobierno, a punto de cumplirse un año de gestión?
—Poco dominante, dubitativa, atrapada en tensiones de terceros y hasta por momentos agotada. Recién estamos llegando al año de gestión y el nivel de saturación parece muy marcado. No creo que la explicación sean los condicionantes de la pandemia, en todo caso la pandemia hace más evidente de que quien dirige el Estado y su equipo, tienen desafíos de liderazgo que todavía siguen sin resolver. El Covid pasó de ser el resultado de una gestión activa y con un Estado presente, a ser una afectación de la que solo podemos esperar que no nos destruya; y con la economía para 2021 se ejecuta una perspectiva similar ya que se espera un rebote. Es decir, es un gobierno cuyo perfil es solo el de ser afectado por las cosas y su único rol es el de administrar las consecuencias que el mundo externo siempre le impone.
—Hay oposiciones, no hay oposición. ¿Es un enorme favor al gobierno, que con su voto-camiseta puede ganar las elecciones por la dispersión de la vereda de enfrente?
—Las elecciones el peronismo las gana, no tanto por quién se encuentre como contrincante, sino por sostener la unidad. Mientras el peronismo no se quiebre, su solidez está evidenciada por la historia en la que el voto tiende a tener menor movimiento del que se cree. De cualquier manera, el año que viene habrá que estar atento a los fenómenos provinciales. Obviamente que los gobernadores tratarán de asegurar su territorio al mismo tiempo que buscar un equilibrio entre Fernández y Cristina Fernández. Lo que mejor podría hacer la oposición es estar unificada para lograr un voto acumulado total similar o tal vez algo superior al de 2019, pero por ahora, y en una elección legislativa, eso parece realmente muy poco probable.
—La prensa no adicta al gobierno vive haciendo elucubraciones sobre Cristina. Decía alguien, “mal o bien, lo importante es que hablen de uno”. Lo mismo hizo en el 2019 y Cristina no sólo impuso al presidente, sino que ganó.
—Esa es una cuestión muy interesante. A un año de gestión, el gobierno de Fernández tiene mucho de él mismo y muy poco de Cristina. Ese tipo de análisis se plantea en términos de influencia bajo el supuesto de que es ella la que gestiona y condiciona.
—¿Hay espacio para una tercera fuerza entre el fracaso del macrismo y la mala gestión actual del Frente de Todos?
—Por ahora lo veo muy poco probable. Solo sería factible con un desprendimiento de uno de los dos ejes centrales de la política. De cualquier manera con Macri hay un inconveniente ya que es evidente de que no quiere perder centralidad. Sin embargo, es más probable un camino de mayor chance de éxito con un recambio que con su insistencia a la candidatura.
—¿Qué dicen sus números respecto del estado del país, el gobierno y la oposición?
_ Las expectativas para el próximo año son bajas aunque por ahora mucha gente prefiera mostrar sus dudas. No olvidemos que este es el año en el que solo hemos vivido del presente y en el futuro solo ubicamos la esperanza de la vacuna. Creo que se busca analizar la sociedad argentina como si fuera un cuerpo en el que todo el tiempo su totalidad estaría siempre por mutar, por transformarse. Este año ha sido espacio para parte de estas exageraciones en el que el Covid iba a modificar desde el rol del Estado hasta la forma del capitalismo mundial. FInalmente son las empresas privadas las que desarrollaron las vacunas y los mercados siguen siendo los espacios en los que se participa con dinero. En nuestro país, la política sigue siendo la tensión entre unos y otros y solo eso cambia cuando en uno de esos lados se produce un agotamiento en la relación. En esos casos, solo en esos, hay que prepararse para situaciones menos esperadas y sobre eso, la economía hará que estemos más atentos. Una crisis intensa y una recuperación que no llegue, puede producir desafíos considerables a la unidad. Seremos testigos de un episodio al que todos también alguna vez hemos visitado. Argentina, siempre se trata de Argentina.