En Rosario ya se construyen 28 edificios con proyectos arquitectónicos más sustentables. Debido a su envergadura, el ahorro energético de gas y electricidad —en todo lo referido a calefacción y refrigeración— será similar al consumo que realizan 56 edificios de diez pisos de altura (de unos 1.200 metros cuadrados cada uno). La normativa prevé que para el 1º de julio de 2018 todos las edificaciones que se pretendan construir en Rosario deberán estar encuadradas dentro de esta ordenanza.
Desde la Cámara de la Construcción local, su titular, Ricardo Griot, consideró que para avanzar aún más en materia de eficiencia energética dentro del sector se tendrían que implementar medidas de promoción que alienten tanto a constructores como a compradores.
En tanto, desde organizaciones ambientalistas resaltaron que se debe pensar más en los beneficios sociales que en los económicos, a la hora de impulsar construcciones más sustentables.
La treintena de edificios que avanzan en la ciudad bajo los parámetros del programa de construcciones sustentables y eficiencia energética , vigente desde el 1º de julio 2013 después de una duro debate, tienen cada uno una superficie superior a los 2.000 metros cuadrados.
En los últimos años se construyeron un promedio de 650 mil metros cuadrados anuales en la ciudad. De acuerdo a las estadísticas de la Secretaría de Planeamiento municipal, en los dos años que lleva en vigencia la normativa se aprobó la construcción de 1.300.000 metros cuadrados, pero sólo 170.472 metros cuadrados (el equivalente a 140 edificios de 10 pisos) cuentan en los planos criterios de eficiencia energética. Menos del 10 por ciento del total.
Altos consumidores. Los edificios son importantes usuarios de energía y los modos en que son diseñados, construidos, utilizados, demolidos y sustituidos pueden constituir un aporte a la sustentabilidad urbana.
A partir de la arquitectura se pueden optimizar los consumos de materia y energía mediante la incorporación de pautas desde la fase de diseño, realizando el análisis del emplazamiento y relación del edificio con el entorno, la optimización de las orientaciones, el diseño solar pasivo mediante el estudio del asoleamiento y protecciones de superficies transparentes, el aprovechamiento y optimización de la ventilación e iluminación natural, el ahorro energético a partir del estudio y selección de materiales de la envolvente y la implementación de terrazas vegetales que disminuyen el efecto de isla de calor de las áreas urbanas, entre otras.
A la fecha, entre los 28 edificios que obtuvieron el certificado de eficiencia energética figuran un centro comercial (el discutido megaoutlet Paso del Bosque del grupo Di Santo, en Circunvalación y Sorrento), un edificio de vivienda pública para sectores sindicalizados (de la Dirección de Vivienda y Urbanismo, en Crespo y 9 de Julio) y edificios privados, entre los que se encuentra la torre sur de Maui próxima a iniciarse.
Desde la Secretaría de Planeamiento que conduce Pablo Barese, estimaron que la normativa lleva a las construcciones a un ahorro del 40% en gas y electricidad, en todo lo referido a calefacción y refrigeración.
Rosario es la única ciudad del país en incorporar exigencias para disminuir el consumo de energía en edificios tanto públicos como privados. A partir de julio de 2013, entró en vigencia la ordenanza 8.757. “Los principales objetivos de la normativa son disminuir el consumo de energía para acondicionamiento térmico tanto en calefacción como en refrigeración y optimizar la relación entre consumo y habitabilidad”, recordó Barese.
La norma prevé una adecuación paulatina en función a la superficie cubierta de las construcciones. Durante el primer año, tuvieron que adecuarse aquellos proyectos que superaran los 4.000 metros cuadrados; el segundo año todas las superficies mayores a 3.000 metros cuadrados y, a partir del 1º de julio pasado incluyó también a los edificios de 2.000 metros cuadrados. A mediados del año próximo entrarán los proyectos de hasta 1.000 metros cuadrados, en 2017 se sumarán los de 500 y así hasta el 1º de julio de 2018.
La ordenanza es aplicable a la nueva construcción de edificios públicos o privados y a modificaciones, reformas y rehabilitaciones, a excepción de los edificios de valor patrimonial.
“Además del ahorro de energía, la aplicación de la ordenanza también beneficia las condiciones de habitabilidad con la disminución de patologías por condensación superficial e intersticial”, añadió Barese. La disminución de patologías además implica la reducción de inversión en el mantenimiento de las construcciones a lo largo de la vida útil de las edificaciones.
Con la finalidad de promover la eficiencia energética, el Estado municipal impulsa la creación del Fondo para la Promoción de la Sustentabilidad Edilicia (Fopse).
El proyecto en tratamiento en el Concejo municipal, tiene una doble finalidad, por un lado contar con una norma que aliente la incorporación en los nuevos proyectos edilicios, de criterios de sustentabilidad y tecnologías para ahorro de energía y respeto al medio ambiente, y a la vez solventar políticas públicas con el fin de minimizar el consumo de energía en construcciones y disminuir su impacto sobre el soporte natural, adaptándolas a las edificaciones existentes.