Con el comienzo del ciclo lectivo, las rutinas y el otoño, quedan atrás para la mayoría de la población los días de ocio y vacaciones. También un verano atípico, el segundo en pandemia, en el que los rosarinos prefirieron no volcarse masivamente a las playas de la zona norte, las únicas a lo largo de los 17 kilómetros de costa del Paraná en las que es posible bañarse. La incidencia de la variante Ómicron de coronavirus, la bajante del río, la posibilidad que tuvieron muchos vecinos de viajar tras meses de encierro y sobre todo la elección de los jóvenes de otros destinos para su esparcimiento, incluso fuera de la ciudad, determinaron una temporada con poca afluencia de público a La Florida y a la Rambla Catalunya, así como un cambio de su composición, cada vez más familiar. Para el sector gastronómico, no obstante, el saldo fue positivo.
La postal típica del verano rosarino en el extremo norte, tanto en la playa gratuita de un kilómetro como en el balneario de 500 metros al que se accede previo pago de una entrada, en 2022 no se vio. “En La Florida nunca tuvimos un fin de semana de cinco mil personas”, revela Horacio Palavecino, al frente de la empresa municipal Costanera Rosario, que además del tradicional predio concesionado gerencia el complejo de piletas del Parque Alem. Allí se notó una nutrida concurrencia de grupos familiares, chicos y adultos mayores, en cambio en La Florida disminuyó la cantidad de gente y cambió el perfil, agrega el funcionario.
“Vinieron muchas familias y jóvenes de 14 y 15 años; los de 18 a 20 no retornaron después de la pandemia. Creemos que se fueron a la isla, a las afueras de Rosario (Funes, Roldán). Lo mismo ocurrió en la Rambla: si bien el público es otro ya que por lo general están de paso, no se vio esa afluencia de adolescentes difíciles de controlar porque se mueven en grupo y son más ruidosos, lo cual a su vez repercutió en la seguridad, ya que no se reportaron incidentes, peleas ni hechos de violencia”, cuenta Palavecino, y describe a la temporada como “atípica, no tan masiva como la de 2020 (el último verano prepandémico), tranquila, sin sobresaltos”. Ni ataques de palometas hubo, a pesar de las olas de calor y la escasa altura del río.
Menos jóvenes, más familias
El éxodo de los jóvenes puede explicarse en parte por la exigencia de pase sanitario en La Florida, donde además continuó aplicándose el protocolo del año pasado con círculos en la arena para garantizar el distanciamiento, y los controles en la vía pública de la Prefectura Naval, la policía provincial y el Área de Control de Proximidad de la Municipalidad (antes GUM) los fines de semana. “La normativa que impide la tenencia y la ingesta de alcohol salvo en los lugares habilitados como bares o restaurantes evita los desmanes”, aporta Leonardo Manino, jefe del cuerpo de guardavidas de Costanera Rosario, con 30 años de antigüedad en el oficio y en especial en esa zona. De todas maneras, el factor que parece haber gravitado en la serenidad del área, al menos en horario diurno, es la menor cantidad de bañistas así como el ambiente familiar.
“No esperábamos una temporada tan baja. El fin de semana largo de noviembre parecía que arrancaba volviendo a la normalidad, luego nos dimos cuenta que no: este verano hubo incluso menos gente que el año pasado”, continúa Manino. Los propios guardavidas (50 en total entre La Florida, las piletas del Parque Alem, la Rambla Catalunya 1 –que va desde las calles Ricardo Núñez a Gallo- y la Rambla 2 –desde Gallo hasta Perdriel, en el límite con el club Remeros-) debieron llamar a algunos reemplazantes en el pico de la ola de Covid 19 que se verificó en enero. Los aislamientos preventivos o por contagios de la población le quitaron asistentes a la playa, al igual que el ciclo seco del Paraná.
“Al río lo tuvimos en negativo o a cero toda la temporada, con la bajada de lanchas restringida y los veleros sin navegar, esperando en el barro de las guarderías. La playa estaba doble ancho, así que no hubo problemas de distanciamiento, en cambio tuvimos que hacer hincapié en la prevención porque se achicaba la zona de baño y en algunos puntos enseguida estaba la barranca que cae a pique mucha profundidad por cercanía con el canal, lo cual lo hacía más riesgoso”, dice Manino. En otras palabras, quienes entraban al agua pisaban arena, césped, arcilla, barro -cuando tradicionalmente la ribera es arenosa- y luego debían estar muy atentos ya que en ciertos tramos próximos a la costa el terreno descendía entre tres y cinco metros.
“En 2021 la gente se quedó en su casa, en una pileta de lona, con una manguera, con lo que sea. Hubo una merma importante. Este año especulamos que volverían a la playa pero no sucedió: por un lado los que tienen poder adquisitivo se fueron de Rosario porque hacía rato no viajaban, a lo que se suman los contagios y la poca agua del río, que no tendrá variación en lo que queda de la temporada”, analiza el guardavidas. El servicio del período estival (desde el 1º de octubre) de 8 a 20 en la Rambla y de 9 a 20 en La Florida finalizará el 31 de marzo, en tanto las piletas del parque Alem cierran este domingo.
Comer, beber, remar
Si las playas no fueron tan visitadas, sí se mantuvo como antaño el movimiento en las guarderías de embarcaciones de menor porte para la práctica de deportes náuticos a bordo de kayaks, piraguas, botes y tablas. También el rubro gastronómico funcionó con patrones de facturación cercanos al 2020, más allá del panorama epidemiológico y de la bajante extraordinaria del Paraná, sobre todo gracias al acompañamiento del clima, explica Carlos Mellano, dueño de dos bares en ese sector de la ciudad y presidente de la Asociación Hotelero Gastronómica de Rosario. “Se trabajó bien en general porque tuvimos un horario prácticamente normal en relación a años anteriores (cuando rigieron restricciones a la nocturnidad por razones sanitarias) y además no hubo muchas lluvias, lo cual para la zona norte es determinante”, resume.
Variedad en las ofertas y propuestas culinarias -con bares de tragos, comedores, heladerías, restaurantes en playas o barrancas-, y un escenario amigable con la naturaleza y el paisaje ribereño siempre llaman la atención de propios y ajenos, fundamentalmente en verano y más en pandemia, cuando los comensales buscan aire libre. “No hemos tenido grandes problemas de inseguridad; sí observamos un montón de gente andando en bicicleta y en el parque de la cabecera del puente a Victoria. Es un área con gran potencial que atrae público de localidades como Granadero Baigorria y Capitán Bermúdez, las cuales están creciendo mucho pero no tienen la infraestructura y los servicios con los que contamos nosotros”, sostiene Mellano.
Y no solo desde ciudades vecinas hay interés en lo que barrios como La Florida y Alberdi ofrecen: las consultas presenciales y virtuales de los turistas, provenientes mayormente de la provincia de Buenos Aires, Caba, Santa Fe y Córdoba (en ese orden), evidenciaron el protagonismo que tuvo el río esta temporada en la intención de visitas, según datos del Ente Turístico de Rosario (Etur). “En diciembre, enero y febrero más del 70 por ciento de las consultas sobre información turística general -“Qué hacer en Rosario”- estuvieron relacionadas con el segmento ‘Naturaleza, sol y playa’, seguido por gastronomía e infancia”, comentaron a La Capital desde el Etur.