Vanesa es un ejemplo de superación. Tuvo una infancia difícil y marcada por las ausencias. Aprendió a rebuscárselas en la hostilidad y su fortaleza la empujó a progresar.
Por Lucas Ameriso
Vanesa es un ejemplo de superación. Tuvo una infancia difícil y marcada por las ausencias. Aprendió a rebuscárselas en la hostilidad y su fortaleza la empujó a progresar.
Hoy, a sus 36 años, y con tres hijos, su escuela de peluquería en Salvat al 1800 (Lomas de Alberdi) es un ejemplo tangible de su superación. Pero no se quedó sólo con su logro personal sino que la solidaridad le corre por las venas.
Hace dos años, sus alumnos le pedían más práctica. Así los llevó a diversas instituciones benéficas a realizar cortes, hasta que fue a Villa La Cerámica con alumnos y ex alumnos a cortarles gratis el cabello a quienes se arrimaban al playón al aire libre.
La cita es por Facebook y ya casi todos saben que tienen que traer sillas y alargadores para empalmar una cuadra de cables hasta el enchufe de un vecino solidario. El resto corre por cuenta del grupo de entre 15 a 20 estilistas: secadores de pelo, tijeras, máquinas de rasurar y toallas.
Un lugarcito
"El problema es cuando llueve o el sol está bien arriba. No tenemos espacio, por eso creemos que un lugarcito en la vecinal vendría bien así estamos protegidos y no tan expuestos a la inseguridad", dice Vanesa, aunque confiesa que los pibes del barrio los cuidan a todos y nunca les pasó nada.
Conmovida
Cada lunes solidario se hacen unos 25 cortes gratuitos. "Los chicos se van felices, es muy linda la experiencia", comenta la peluquera y recuerda una anécdota que la dejó marcada: "Una mamá me decía que a su hijo le pase la maquinita al ras, a nivel uno en toda la cabellera porque después no podía pagar un corte y quería que le dure lo máximo posible. Pero el nene le pedía adelante mío «dejame un cortecito lindo má». Me conmovió la situación".
A pulmón
Para ella, hay en su recorrido un toque de divinidad. "Gracias a Dios mi vida cambió totalmente. Hoy tengo casa, familia, una escuela hermosa, hijos que son una maravilla. Empecé de abajo y veo en esto una manera de agradecer y poder dar al resto. Es algo que lo llevo muy adentro, porque creo que todos podemos progresar y salir adelante", comenta a LaCapital .
A sus alumnos, además de cómo cortar el cabello les enseña una frase: "No hay que creerse el mejor ni el peor, sólo ser humilde". Y sabe que sin el grupo de colaboradores no podría realizar su movida solidaria.
"Sin ellos no podría. Recibo a todos sin condicionamientos. Que ellos puedan salir y trabajar. Les cuento mi historia y mi experiencia para que entiendan que todos tenemos las mismas posibilidades de progresar", afirma.
Los lunes de descanso los alterna entre la familia y la labor social. "Ojalá se pueda ir varias veces al mes", dice para remarcar la necesidad de un espacio en la vecinal del barrio.
"Tengo que agradecerle a la vida y una manera es ver la felicidad en la cara de los pibes y que los alumnos puedan progresar", apunta y su voz se le llena de alegría.