Para cerca de 2 mil chicos de Rosario y un colegio de Pueblo Esther ayer no
comenzaron las clases. Escuelas sin agua, con paredes rajadas o a medio construir determinaron que,
para ellos, las aulas permanecieran cerradas. Y si bien desde el Ministerio de Educación de la
provincia se minimizó la cuestión y se aseguró que "en una semana" se terminará con todas las
reparaciones, para el delegado local de la Asociación del Magisterio de Santa Fe (Amsafé), Gustavo
Terés, la situación "demuestra la profunda crisis estructural que hay en las escuelas".
En Rosario, la peor parte se la llevó el Complejo
Esperanza, un centro educativo de barrio Acindar que nuclea a dos escuelas especiales, un taller
laboral, un jardín de infantes y un centro de educación física a los que en total concurren cerca
de 300 pibes que ayer se quedaron en casa mirando los dibujitos. ¿La razón? El lugar no tiene
agua.
Si bien la situación había sido informada en diciembre a
las autoridades de Educación y las reparaciones se habían agendado como "prioridad", ayer todo
estuvo como entonces y en el barrio Acindar los delantales brillaron por su ausencia.
En el complejo situado a escasos metros de Ovidio Lagos al
4400, los caños cumplieron su ciclo, se impone el cambio de la instalación y de las canillas no
sale ni una gota.
Muy lejos de allí, los chiquitos que debían iniciar las
clases en el Jardín de Infantes Nº 232 de Comercio y Casiano Casas tampoco pudieron hacerlo. La
causa fue que no se construyeron dos aulas que hacen falta para recibir a cerca de 50 chicos.
En la Escuela Nº 299 Ceferino Namuncurá (José Ingenieros
8663) se repitió la postal de aulas vacías. Fue un acuerdo entre padres y docentes porque el
edificio estaba "en obra". Pozos en el patio, maderas y materiales desparramados, y baños sin agua
determinaron la decisión ante la "falta de condiciones edilicias y de seguridad". Lo mismo se vivió
en una escuela de Pueblo Esther.
La situación que se planteó este año con las siete escuelas
y el jardín de infantes que no pudieron comenzar el ciclo lectivo fue similar a lo que ocurrió el
año pasado. Claro que en 2007 la decena de establecimientos que no arrancaron las clases lo
hicieron porque básicamente no se había culminado las reparaciones para reponerse del granizo de
noviembre de 2006.
No obstante, y si bien la administración del por entonces
gobernador Jorge Obeid logró reparar la mayoría de las escuelas, no pudo sortear el escollo que
este año sí logró eludir su predecesor, Hermes Binner: los paros docentes. En efecto, el año pasado
los pibes regresaron a las aulas en medio de arreglos pero después se volvieron tres días a sus
casas ya que Amsafé decretó un paro de 72 horas en reclamo de una recomposición salarial.
Ayer, y con el fantasma de los paros como un mal recuerdo,
Binner abrió el ciclo escolar en la Escuela Nº 1.362 de Reconquista y después se fue hasta
Golondrina (100 kilómetros al norte de Vera) para participar de una videoconferencia entre los
alumnos de esa localidad y los de la Escuela Nº 83 Juan Arzeno, de Ovidio Lagos y Mendoza (ver
página 4).
Lejos de la euforia de los funcionarios y a más de 500
kilómetros de distancia del gobernador, el delegado local de Amsafé trazó su análisis del no inicio
de clases para cerca de 2 mil chicos rosarinos. "Esto demuestra la profunda crisis estructural que
hay en los establecimientos escolares. El Estado debe intervenir y los funcionarios deben ser más
cuidadosos en sus discursos, cuando aseguran que las clases se iniciarán en todas las escuelas",
señaló.
Sobrecarga. Terés consideró que previo al inicio de las clases "hubo una sobrecarga laboral muy
grande para los directivos, que tuvieron que buscar varios presupuestos para que se arreglaran las
escuelas. Esperamos que el Estado provincial empiece a hacerse cargo de estas cuestiones
fundamentales, así los maestros pueden dedicarse exclusivamente a las actividades pedagógicas",
destacó el dirigente gremial.
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