Estudiantes de arquitectura, amantes de la historia de la ciudad o curiosos con intenciones diversas; solos, con amigos o en familia; con cámara de fotos o equipo de mate en mano. De esta forma se sumaron miles de rosarinos a recorrer el primer Open House Rosario, el festival que invitó a recorrer edificios de sobresaliente valor arquitectónico, habitualmente cerrados al público. Para los organizadores, la convocatoria fue sencillamente "un éxito" que permitió reconocer el bello y variado patrimonio arquitectónico local.
"No quedan más cupos para esta visita", la advertencia se repetía ayer por la tarde, cuando se intentaba hacer una reserva a través de la web para recorrer algunas de las casas que formaron parte del primer Open House. Y no es el único dato que permitió medir el interés del público. Los 3.100 catálogos impresos por los organizadores se terminaron el mismo sábado, a pocas horas de empezar el festival.
"Sinceramente, la cantidad de gente que se sumó a los recorridos superó nuestras expectativas", indicó Gabriel Stivala, uno de los integrantes de Ohache, la organización encargada de desarrollar en Rosario el festival nacido en Londres (Inglaterra) y replicado en 34 ciudades alrededor del mundo.
El evento propone recorrer la ciudad como si se tratara de un museo y visitar por dentro algunos de sus edificios emblemáticos acompañados por voluntarios, por los autores de esas construcciones o por los mismos dueños de casa.
El catálogo de edificios propuesto por los organizadores era amplio y generoso: 77 edificios repartidos en toda la geografía de la ciudad. Estaban esas construcciones históricas que ya se consideran casi una postal de la ciudad como el edificio de La Bola de Nieve o el Palacio Cabanellas; institucionales como la sede del Jockey Club, la Bolsa de Comercio o el Teatro el Círculo; pero también numerosas viviendas particulares, estudios de arquitectura y talleres de artistas rosarinos que decidieron abrir las puertas de sus casas.
Las más recorridas
Con este menú, había que elegir para trazar los recorridos. Y, de acuerdo a las planillas donde se asentaban los números de documento de quienes participaron del festival, las viviendas particulares fueron "las vedettes" del festival, describió Stivala.
La planta alta del edificio de San Luis y Corrientes, donde vivieron el reconocido médico psiquiatra rosarino Teodoro Fracassi y su esposa Sara Avalle, fue una de las requeridas.
El sábado por la tarde unas 400 personas hicieron cola para recorrer la vivienda diseñada en 1925 por el arquitecto Angel Guido, creador del Monumento Nacional a la Bandera. Y sus interiores decorados por Alfredo Guido, pintor y escenógrafo, hermano del constructor.
Actualmente el Palacio Fracassi funciona como centro cultural dirigido por los nietos del propietario original quienes decidieron abrir las casas de la mansión este fin de semana.
Entre las construcciones más contemporáneas también se agotaron los cupos en todas las visitas disponibles al edificio Altamira, obra del multipremiado arquitecto rosarino Rafael Iglesia. El edificio de fachada blanca de calle San Luis al 400 se ha convertido en un ícono de la arquitectura argentina.
En 2009, la construcción fue elegida entre los nueve edificios de vivienda más influyentes del mundo en los últimos treinta años, en el marco de la "9x9 Global Housing Projects-Worldwide Housing Models-Concept", realizada en Austria.
Cinco años después, recibió el premio Mies Crown Hall Americas Prize (MCHAP) de la Facultad de Arquitectura del Instituto de Tecnología de Illinois (IIT), que distingue a la mejor arquitectura de América del Sur y del Norte.