Alrededor de las 22 del lunes pasado, en uno de los dormitorios de una casa de la zona noroeste de la ciudad (Pizzurno 1956), Cristian, un adolescente de 14 años, le disparó a su hermana Estefanía (15) en la cabeza y la mató. Qué hacían esa y otra arma en la casa, si sus dueños tenían o no permiso para portarlas, por qué las maniobraba un menor y, finalmente, qué pasará con él y su familia, sumidos desde hace dos días en una tragedia, es sólo una parte de todo lo que queda por ver. La denuncia se radicó en la seccional 30ª y el caso está en manos del Juzgado de Menores Nº 1 y de la Dirección Provincial de Niñez.
Los datos preliminares son abundantes y surgen tanto de la policía como de la dirección que está conteniendo al adolescente con un equipo interdisciplinario de crisis. A las 22.15 del lunes, una persona se acercó a los gritos a la comisaría de Superí al 2400 para alertar que a pocas cuadras del lugar le habían disparado en la cabeza a una chica.
"Nos presentamos en el domicilio, donde, en un dormitorio matrimonial, estaba la chica con un tiro en el lado derecho de la cabeza. Fue asistida por el Sies (Sistema Integrado de Emergencia Sanitaria) y trasladada al Hospital Clemente Alvarez (Heca), pero murió antes de llegar. En la habitación contigua, en la cama de los chicos, había dos armas: un revólver 38 largo, con cinco proyectiles en la cámara (faltaba uno), y un 32 con los seis proyectiles", relató el comisario Horacio Scifo.
Policías, ambulancia y vecinos ya habían copado la casa cuando llegó Jonathan, el hermano de 18 años de ambos adolescentes, que se había quedado a cargo de ellos mientras su mamá visitaba, en viaje religioso, San Nicolás.
Según datos aportados por los testigos, Cristian, tras disparar, se asustó y salió corriendo de su casa. Pero más tarde, a la 1, se presentó un tío del chico en la seccional y dijo que estaba con él y su familia, "muy asustado" y con intenciones de autoagredirse.
El niño, en estado de shock, fue trasladado desde la vivienda de sus familiares a la comisaría, donde lo comenzaron a asistir en forma urgente con personal de Niñez. Luego fue trasladado a un centro de ayuda que tiene esa repartición.
Versiones. Según fuentes policiales, el disparo habría sido accidental. En principio se dijo que el menor estaba intentando sacarle las balas al revólver cuando se le escapó el disparo.
Pero la versión se cruza con la de aquellos que sostienen que ese tipo de armas, con un tambor que se abre hacia un costado para descargarlo, no se puede disparar de ese modo.
"Existe la posibilidad de que el chico, jugando, le haya dicho a su hermana que le iba a disparar y lo hizo finalmente", comentó una fuente.
Más allá de las hipótesis, ambas armas encontradas en el lugar del crimen están en poder de Balística de la policía, y esa será una de las áreas encargadas de analizar cómo ocurrieron los hechos.
Ayer a la tarde, en la puerta de Pizzurno 1956 se vivía clima de velatorio, bajo los aplastantes 38 grados de sensación térmica de la jornada.
Un grupo de jóvenes se instaló en la puerta de la vivienda, frente al ex Centro Crecer 16 del barrio La Esperanza, donde horas antes Cristian y Estefanía habían protagonizado una noche fatídica.
Según deslizaron algunos vecinos, el padre de los chicos murió hace dos años.
La familia se completa con la mamá de los jóvenes y dos hermanos mayores: Jonathan y uno más que estaba de vacaciones.
"Hasta el momento (las 19 de ayer), la madre y el joven no se han encontrado. Ambos están atravesando una crisis. Cristian vivía con su mamá y su hermana y tenemos entendido que está escolarizado. Por ser menor, no es punible y no tiene ninguna vinculación con circuitos delictivos", esbozó el subsecretario provincial de Niñez, Cristian Allende, quien aludió a los prejuicios y comentarios que rápidamente surgen a boca de jarro tras hechos de este tipo.