En agosto de 2008 un accidente de tránsito le costó la vida al taxista Miguel
Angel Alassia, de 40 años, y a una pasajera que transportaba. El siniestro desnudó la ausencia de
controles, ya que el chofer trabajaba en negro desde hacía nueve años, por lo que no tenía
cobertura social ni aportes previsionales.
Desde su muerte, la familia quedó a la deriva. La única ayuda para la esposa del
tachero, a cargo de cinco hijos, salió de los compañeros de su marido. La compañía aseguradora del
vehículo que provocó el siniestro demora la indemnización. "Especulan con nuestra necesidad", se
indignó la mujer.
Audi descontrolado. El 24 de agosto de 2008, a las 5.30, el taxi licencia 0669
que conducía Alassia salía por Ecuador para tomar Provincias Unidas luego de subir a Mónica Barrios
Vaca, de 30 años, y tres chicos de entre 11 y 14 años. Por la avenida circulaba a gran velocidad
Raúl Gresch al mando de un Audi patente AJN 598, que impactó de llenó al auto de alquiler
provocando la muerte de la mujer. Alassia también falleció tras agonizar casi un mes. Los niños
resultaron ilesos.
Sin nada. Rodeada de tres de sus cinco hijos y aún golpeada por la pérdida de su
compañero, Andrea Navarro, de 40 años, recuerda hoy el accidente en un departamento del Fonavi de
Lamadrid y Alice, en la zona sur de Rosario.
"Mi marido era el único que sostenía económicamente la casa. Después del
accidente, nadie nos dio una mano, salvo sus compañeros de toda la vida, que juntaron algún dinero.
Ni el sindicato (de peones de taxis) ni el patrón aparecieron. Lo peor es que la compañía del
conductor del Audi (Federación Patronal) especula con nuestra necesidad", remarca Navarro con los
ojos llorosos.
Con dignidad. Mientras anhela que sus hijos "tengan la posibilidad de una vida
digna, que puedan estudiar y realizarse, como siempre se lo inculcamos con mi marido", el presente
se le viene encima. "Sigo sola con todo, pero a veces me siento abatida", reconoce.
En torno a la mesa de la vivienda —enclavada en un barrio caliente (a
metros vive El Pimpi Caminos, barrabrava de Newell’s y prófugo de la Justicia)—
acompañan a su madre Hernán, de 17 años, Sabrina, de 20, y Cecilia, de 24, que se carga al hombro
la situación, pero también está indignada.
"No me olvido de quiénes me ayudaron y quiénes no. Les sigo los pasos a todos.
Si hasta me llegó la versión de que el dueño del taxi se quería ir del país para no hacerse cargo
de lo que pasó", desliza y recuerda cuando fue a buscar al sindicato útiles escolares para sus
hermanos: "Me dijeron que eran para la primaria y no me dieron nada".
Reflexiona sobre la conducta de las personas involucradas en el accidente y las
consecuencias que ahora arrastra la familia con la muerte de su padre y dispara: "Las cosas se
pagan en vida".
Por el accidente hay un jucio laboral, otro penal por la responsabilidad de
Gresch, y una causa civil por daños y perjuicios (ver aparte).
Mientras tanto, Navarro y sus hijos resisten el dolor y sobreviven dignamente
gracias a la ayuda de un grupo de familiares y amigos.
En la Justicia
En la causa penal que se tramita en el juzgado Correccional Nº 5 se proceso a
Raúl Gresch (conductor del Audi), por doble homicidio culposo y lesiones en el accidente. En el
juzgado de Responsabilidad Extracontractual Nº 2 se tramita el juicio de daños y perjuicios en el
que están demandados, Gresch, Federación Patronal y la concesionaria Prost S.A.