“De todos los proyectos que aprobamos cada año en las sesiones del Concejo en los barrios no
llega a cumplirse ni el 15 por ciento y, de ese total, la mayoría son verdaderas pavadas ”,
se indignó ayer el edil radical Jorge Boasso. El concejal afirmó que esa práctica los
“convierte en un filtro o amortiguador de la incompetencia o negligencia del
Ejecutivo”, ya que la mayor parte de los expedientes que presentan los vecinos deberían
llegar directamente a la Intendencia porque son “obras menores”.
Con esa denuncia Boasso reavivó las críticas que la semana pasada
dirigió al intendente Miguel Lifschitz nada menos que el propio presidente del Concejo, obviamente
oficialista, Miguel Zamarini.
En esa oportunidad, Zamarini exhortó al Ejecutivo a cumplir con su
“responsabilidad” y “acompañar” al Concejo, porque “sería bueno
—dijo— que tengamos un grado de respuesta de la Municipalidad a los reclamos de los
ciudadanos”. En tono irónico, luego Lifschitz atribuyó los dichos de su correligionario al
“calor”.
2004/2006. Los dos casos desglosados a los que accedió La Capital, sobre el total de
los distritos analizados por Boasso, corresponden al Noroeste y Norte (ver infografía), de 2004 a
2006.
En el Noroeste, por ejemplo, el porcentaje de obras cumplidas o
actualmente en ejecución, sobre un total de 317 proyectos presentados por los vecinos, llega
globalmente apenas al 8,52 por ciento.
Lo que parece dar la razón a Boasso sobre que sólo se terminan haciendo
realidad “meras pavadas” es que el mayor índice de cumplimiento (37 por ciento) se da
en podas, extracciones y forestación.
Los ensanches de calles solicitados se ejecutaron apenas en un 3,7 por
ciento y la construcción de refugios de transporte fue del 7,4. En el 11 por ciento de cumplimiento
se ubicaron los reclamos de iluminación, mantenimiento de espacios públicos, desratización y
fumigación.
El Distrito Norte gozó de una consideración algo mayor: el porcentaje de
proyectos cumplidos o en ejecución alcanzó allí el 21,9 por ciento.
Nuevamente las tareas de Parques y Paseos quedaron al frente (37 por
ciento de los trabajos pedidos por los vecinos). Les siguieron, bastante atrás, desratización y
fumigación, desmalezamiento y señalización.
Menos del 1 por ciento de respuesta efectiva recibieron los reclamos de
pavimentación, limpieza de bocas de tormenta, erradicación de basurales, colocación de semáforos y
retardadores, así como la reparación de veredas.
Pero, según Boasso, esos porcentajes se extienden al resto de los
distritos en un promedio menor al 15 por ciento. Eso significa que, de 10 proyectos que se aprueban
en los distritos, el Ejecutivo no llega a concretar ni siquiera dos.
“Estamos yendo al divino botón”, dijo el concejal, ya que a
su criterio “sólo se terminan haciendo obras muy menores o las que el Ejecutivo
quiere”. Algo que, aseguró, no olvida remarcar en cada sesión distrital.
El planteo sonó con más fuerza por el cruce reciente entre Zamarini y
Lifschitz. “En su momento Zamarini defendía al Ejecutivo, pero ahora, sorpresas de la vida
que celebro, él mismo reconoce que esta práctica debe cambiar”.
El planteo de Boasso, que hace un año dio forma a través de un proyecto
de decreto, es que “todo lo que apruebe el Concejo” para los distritos “deba
incorporarse al presupuesto en curso o al siguiente”. O, en su defecto, que en no más de 60
días el intendente responda a los ediles por qué no considera viables esas obras.