"Si me ayudaran, si pudiera criarlo me gustaría recuperar al bebé"
"Tierra de oportunidades". El cartel se lee a un costado de la ruta 34, a sólo 2 kilómetros de
llegar a Pinto, una localidad minúscula, de unos 4 mil habitantes, ubicada en del sudeste de
Santiago del Estero. Allí vive Liz Anahí Benítez, la mujer de 30 años que el 6 de abril parió a su
último hijo en Rosario, lo entregó en adopción sin recibir dinero a cambio...
12 de junio 2009 · 01:00hs
"Tierra de oportunidades". El cartel se lee a un costado de la ruta 34, a sólo 2
kilómetros de llegar a Pinto, una localidad minúscula, de unos 4 mil habitantes, ubicada en del
sudeste de Santiago del Estero. Allí vive Liz Anahí Benítez, la mujer de 30 años que el 6 de abril
parió a su último hijo en Rosario, lo entregó en adopción sin recibir dinero a cambio, según
aseguró, y de este modo develó la existencia de una red de tráfico de bebés que investiga la
Justicia.
Fue mamá por primera vez a los 16, sólo terminó la primaria y vive de prestado
en una casa pequeña, sin agua caliente y un baño rudimentario junto a cuatro de sus cinco hijos y
su concubino. No tiene trabajo ni plan social, y reconoce que a veces no ha podido darle de comer a
su familia. Para ella, de oportunidades, esta tierra tiene poco y nada.
Liz dice que ahora está asustada, arrepentida y deprimida; tanto que le cuesta
levantarse de la cama. "Quise tener un acto de amor, busqué que alguien le pudiera dar a ese bebé
lo que yo no puedo...leche, pañales, un estudio. Pero creo que me equivoqué. Si alguien me ayudara,
si pudiera criarlo, me gustaría recuperar al bebé. No hago más que pensar en él y lloro", relató
ayer a media mañana a La Capital, mientras se secaba las lágrimas y sostenía upa a su chiquito de 2
años.
“Por acá siempre venían Graciela y Jorge (la pareja que la conectó con el
matrimonio adoptivo). Traían ropa para los chicos del barrio y la cambiaban por animales. Me
dijeron que ellos podrían saber de alguien que quisiera un bebé. Me fui con ellos en
su camioneta a Rosario junto a mis hijos hasta que parí. Estuvimos siempre en su casa de
calle Chacabuco. Creo que no querían que me comunicara con nadie porque un día desapareció el
cargador de mi celular”, expresó Liz.
En el hospital le tuvieron que provocar el parto porque el bebé se atrasó siete
días en nacer. Lo tuvo a las 41 semanas, cerca de las 17 y de parto normal. Liz recuerda que le dio
varias veces la teta pero que no llegó a llamarlo por nombre alguno.
Al matrimonio que adoptó al chiquito lo vio sólo una vez, cuando entregó al
bebé. Pero dice que tuvo varios contactos con la hermana de la “señora” que la llevó a
Rosario (Marisa) y con dos abogados, un hombre y una mujer.
“El (letrado) me decía que no me podía arrepentir, que no había marcha
atrás y que si me negaba podía ir a la cárcel y perder a todos mis hijos”, cuenta.
Al mes de dar a luz, Liz regresó en colectivo, con sus hijos y “sin un sólo peso”
a su casa, a su tierra de oportunidades.