Seguir Luchando. Así se llama el comedor que funciona en Empalme Graneros y esa es la premisa que su encargada, Sara Campos, sostiene para ayudar a más de 50 familias del barrio. La joven no baja los brazos y pide mayor colaboración para poder mantener abiertas las puertas del lugar. Campos vivió toda su vida en Empalme Graneros y desde hacía diez años era la responsable de llevar adelante el espacio donde llegaron a asistir a 55 familias del barrio. El comedor Seguir Luchando funcionaba en Olavarría 1300 bis y, como consecuencia de la merma en las ayudas que venía recibiendo, tuvo que cerrar sus puertas, aunque Sara no dejó de asistir a quienes se acercaban, con lo que iba consiguiendo de las donaciones. “Empecé haciendo la merienda para los chicos y después a cocinar todos los sábados. Siempre y cuando, tenía la mercadería necesaria. Cada tanto vienen todavía los chicos y me preguntan si tengo algo. Lo que tengo en ese momento, se lo reparto”, expresó. En el último tiempo, Sara comenzó a repartir la mercadería para que la gente no se agrupe en su propia casa. “Aunque muchas veces no es mucho, siempre ayuda en la necesidad. Veníamos recibiendo ayuda, pero lamentablemente el año pasado fue difícil para todos y ya no pudieron seguir ayudándonos”, dijo la referente del comedor de Empalme. Ella misma conoce la necesidad desde muy pequeña. Su familia es oriunda de la provincia de Jujuy y vinieron a Rosario “por casualidad”, sin contar con absolutamente nada para establecerse. “Vivimos primero a la intemperie, debajo de unos pinos cerca del ferrocarril, hasta que finalmente nos dieron un terreno en las tierras inundables de Empalme y con mi familia pudimos ir construyendo”, recordó Sara, que ahora es madre soltera de dos hijos y elige seguir ayudando a su barrio para que otras personas no tengan que pasar por las experiencias que le tocó atravesar. “Me alfabeticé, terminé la primaria y la secundaria. Después me dieron una beca para comenzar a estudiar magisterio hasta que tuve que dejar porque quedé embarazada”, compartió Campos. “La gente en el barrio vive con lo justo y muchas veces no le alcanza. Tienen que elegir entre comer o comprarse cualquier otra cosa”, explicó la mujer, que agregó que fue producto de la necesidad y de la falta de asistencia que decidió volcarse a las redes sociales en busca de ayuda. “Recién ahora me estoy acercando a la tecnología y me pude hacer un Facebook en el que voy subiendo fotos”, añadió Campos. “Yo tengo todos los materiales para cocinar, pero necesitamos los insumos”, remarcó la referente del comedor y compartió que un anhelo a futuro es poder “hacer un espacio para los chicos, donde puedan estudiar además de recibir la comida”.