El rosarino Gerardo Caballlero es un referente ineludible para entender la arquitectura de esta ciudad. Es fuente de inspiración y materia de estudio para los más jóvenes. Y muchos de los profesionales del exterior que participan de la Bienal también lo apuntan como una figura de consideración. Desde ese escenario de plenitud y reconocimiento, el arquitecto se animó a realizar un balance de la muestra y analizó a Rosario como anfitrión. "Esta ciudad es muy reconocida en Latinoamérica por su arquitectura y los espacios públicos. Por el río, los galpones y la costanera. La gente que viene por primera vez queda sorprendida. Ve una ciudad culta, viva, activa y por eso muy atractiva. Queda claro que en Rosario hay tradiciones: se sabe jugar al fútbol, se sabe de música y de arquitectura", lanzó Caballero, quien expuso anoche en el galpón 17.
"La Bienal impacta por el marco que genera el río, pero también hay otra ciudad que hay que mirar. A veces digo que habría que darle un poco la espalda al río y mirar otras cosas", apuntó con su habitual mirada serena y crítica.
—¿Hay una inclinación en esta Bienal hacia una arquitectura más cercana y comprometida?
—Globalmente, después de la ostentación de los 90', hoy se habla mucho de tener más responsabilidad. De lo sustentable. Una cuestión que no pasa por poner terrazas verdes. Latinoamérica tiene arquitectos cultos, que se han formado y que se está armando una simbiosis muy interesante. La variedad de países también da un repertorio de obras muy buenas que enriquecen la muestra.
—¿De alguna manera se quiere señalar un rumbo con las obras y los profesionales elegidos de toda Iberoamérica?
—La arquitectura latinoamericana es distinta a las de España y Portugal, porque acá falta obra pública. En general, los arquitectos latinoamericanos mostramos obras privadas. Y los españoles y portugueses muestran obra pública. Acá no está el Estado como promotor, como algo participativo. Es un déficit que tenemos.
—¿Con qué sensaciones llega a la jornada de cierre?
—Veo que ahora hay contactos que antes no había con estudiantes de otros países. Es todo más fácil. Hay intercambios entre universidades. Eso dinamiza la profesión y borra barreras. Hoy se conoce fácilmente lo que se hace en Chile, Paraguay, Brasil, Ecuador, Perú o Brasil. Eso es muy saludable para todos. Es un muy buen encuentro, hubo charlas interesantes, concursos y muestras. La ciudad, con su río y su prestigio, le brindó un excelente marco a la Bienal.