Un grupo de desconocidos asaltó el fin de semana pasado y golpeó brutalmente a los serenos del centro comunitario que dirige la monja María Jordán en Empalme Graneros. El botín fue magro: los intrusos apenas se llevaron un DVD, un televisor, algunas herramientas, los micrófonos de la capilla y una aspiradora. Y los dos colaboradores de la religiosa terminaron en el hospital Eva Perón con fracturas y múltiples cortes.
"En casi 20 años nos han robado muchas veces, pero nunca había salido alguien lastimado", se lamentó ayer la monja en su casa de Olivé al 2500, emplazada a pocos metros de la construcción donde funciona un jardín de infantes y talleres de capacitación en oficios para jóvenes y adultos.
Sus colaboradores, Rubén y Silvestre, compartían la angustia y la bronca. El primero, un criollo que llevaba un mes viviendo en el lugar, tiene un brazo quebrado, el maxilar fisurado y 35 puntos en la cabeza. El segundo estaba lleno de cortes y moretones y también varios puntos de sutura en un brazo, rostro y el cuero cabelludo.
El sábado a la madrugada ambos ocupaban la humilde construcción, con una cocina y dos piezas, que se levanta en medio del predio que ocupa la misión franciscana.
Recién había empezado a llover y, por eso, Rubén se levantó sobresaltado. Encendió la radio, vio que eran las cuatro y en ese momento sintió que alguien estaba queriendo barretear la puerta.
Según su relato, fueron dos hombres que se habían bajado de un carro (donde esperaban otros más) los que empezaron a golpear, primero, a su compañero con un fierro y después la emprendieron contra él.
"Intenté llamar al 911 con el celular y ahí sentí un golpe muy fuerte en la cabeza. Cuando me desperté, estábamos atados con cables y encerrados en una habitación. Se habían llevado algunas cosas, pero sobre todo habían tirado y roto todo lo que encontraron", recordó Rubén.
En soledad. "Hay otra Rosario", se quejó Jordán, mientras recorría los cien metros que separan su vivienda del centro comunitario y la capilla de la Misión Franciscana María Madre de la Esperanza, que se levanta en Cabal 1400 bis (Génova al 5600), en la zona más castigada de Empalme Graneros.
La religiosa advirtió que la presencia de los organismos estatales "es mínima" en relación a lo populoso del barrio o la magnitud de las necesidades.
"Muchos chicos crecen huérfanos de padres y no existe un Estado que ayude a dar calidad de vida y educación. Hay muchos jóvenes que necesitan contención", señaló.
Y, si bien reconoció que ya sufrieron robos, y que por eso decidieron contar con serenos durante las noches, aseguró que "nunca en todo ese tiempo había salido alguien lastimado".
Tapiales y rejas. El predio del centro comunitario está completamente cercado por tapiales y rejas.
En mayo del año pasado, el terreno quedó en medio de una disputa cuando un grupo de vecinos intentó ocuparlo.
Unas 30 familias de la zona ingresaron por los fondos y comenzaron a lotear el espacio donde desde hace muchos años se proyecta construir un centro de salud.
La toma se desactivó tras una orden judicial de desalojo, con un nutrido operativo policial e incluso disparos, pero puso en evidencia algunas fisuras entre el trabajo de la misión y quienes viven en el barrio.
Por entonces, el juez de Instrucción Javier Beltramone alertó que la policía había recibido una declaración de Jordán "con elementos claros y serios donde se advierten amenazas directas hacia la hermana, previo al inicio de los hechos (por la toma)".