Las casi treinta cabinas de expendio y recarga de la tarjeta Movi para el transporte urbano de pasajeros están en total estado de abandono, dejaron de tener utilidad antes de la pandemia y, en medio de la próxima implementación de la Sube, la Municipalidad comenzó un progresivo plan de remoción de ese mobiliario urbano. Mientras, instala espacios dentro de instituciones públicas para la recarga, lo que se suma a la red de comercios. Algunos de los casi 70 trabajadores de la cooperativa de discapacitados que atendían los puestos fueron reubicados, pero otros atraviesan una situación de incertidumbre respecto a su futuro laboral.
Con una vida de poco menos de diez años, las garitas de recarga y venta de tarjetas para el transporte público resultaron efectivas en su momento, aunque también cosecharon muchas críticas por las condiciones de hacinamiento de las personas que las atendían.
Más de diez años de vida
En 2012, cuando la Municipalidad retiró la tarjeta de cartón para cancelar los viajes e implementó la novedosa tarjeta plástica Movi, las garitas comenzaron a trabajar a destajo en la venta y recarga. Se distribuyeron estratégicamente 35 casillas en toda la ciudad.
Después de casi un década de existencia y con la movilidad urbana en permanente cambio y nuevos hábitos, a lo que se puede añadir el crónico déficit del sistema de transporte público, las garitas pasarán a la historia. Ya antes de la pandemia y tras una decisión del Ente de la Movilidad, las garitas se cerraron, principalmente porque no se garantizaban las condiciones mínimas de salubridad y sanitarias.
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El puesto de venta y recarga de Movi en la Biblioteca Argentina.
Virginia Benedetto
De las 35 cabinas que se instalaron en su momento, cinco fueron removidas, como la de la plaza Montenegro o la de San Martín y Santa Fe, y otra fue incendiada. Las 30 que quedan en pie están cerradas, abandonadas y repletas de pegatinas, y suele haber residuos en su entorno. Algunas fueron vanadalizadas, y se han recibido denuncias de vecinos que se quejan porque se trata de un mobiliario sin uso en la vía pública o representan un potencial riesgo de accidentes porque conservan la conexión eléctrica. Es más, muchos las toman como un espacio para acumular elementos.
Remoción y reemplazo
La Municipalidad las está quitando de modo progresivo y con un procedimiento que incluye la intervención de la EPE para desinstalar la conexión eléctrica. Los puntos de carga se están trasladando a distintas instituciones, espacios que mantienen otra lógica y condiciones de higiene y seguridad.
Así, ya se pueden recargar y comprar tarjetas en la Biblioteca Vigil (Alem 3086); Biblioteca Argentina (Presidente Roca 731); Hospital Centenario (Urquiza 3101); y la Secretaría de Movilidad (Ovidio Lagos 1664).
Contenedor en la plaza Sarmiento
En el marco de ese plan se abrió un centro de carga en el Hospital de Niños Víctor J. Vilela (Virasoro e Italia); y está próximo a inaugurarse otro en la plaza Sarmiento, que será un modulo de contenedor, con baños y apto para discapacitados, que estará listo a fines de noviembre o principios de diciembre.
En el Palacio de los Leones creen que las cabinas, tal cual como fueron concebidas, no reúnen condiciones de seguridad e higiene para que una persona pueda trabajar, y que en esta etapa de transición hacia la definitiva implementación de la Sube, se debe fortalecer la red de carga en toda la ciudad.
La suerte de las garitas quedó sellada por dos factores: la nueva administración municipal a partir de 2019, con otro plande movilidad, y la repentina irrupción de la pandemia de Covid-19 a inicios de 2020. Ya en febrero de 2021 la cooperativa de personas discapacitadas que trabajaba en esos espacios planteó públicamente la situación de incertidumbre laboral.
En ese momento, las personas reclamaron volver a sus tareas, además de mejores condiciones salariales y laborales. Al tiempo que algunos de sus casi 60 integrantes fueron reubicados en los puntos fijos que abrió el Ente de la Movilidad.
Sin embargo, en febrero de este año la concejala Norma López expuso que un grupo de ciudadanos que no fue reubicado y quedó afuera de la cooperativa que explotaba las cabinas, estaba a la deriva y con enormes dificultades económicas. Para atravesar el momento, pudieron tramitar la habilitación de un espacio de recarga en el Centro Cultural La Toma (Tucumán 1349).
Incertidumbre y preocupación
Las 64 personas que integran la Cooperativa de Trabajo La Unión Limitada que mantuvo casi una década el servicio de atención a los usuarios del sistema de transporte público en de las 35 garitas de recarga y venta de tarjetas de colectivos, está en alerta. Se trata de personas discapacitadas que, si bien en noviembre celebraron un contrato con la Municipalidad para prestar el servicio en los siete puntos de venta del Ente de la Movilidad, vieron resentidas las fuentes de trabajo.
“Somos 64 personas que nunca dejamos de prestar el servicio a pesar de las condiciones de las cabinas, con mucho esfuerzo y sacrificio. Hasta ahora se pudieron reabrir siete puestos, pero necesitamos más, porque sacaron los 35 que había en todo Rosario”, puntualizó Miriam Núñez, presidente de la cooperativa e histórica vendedora en la garita de Santa Fe y Mitre.
"Nunca se nos valoró"
Y expresó que la situación no es la mejor para las más de sesenta familias. “En noviembre firmamos un contrato hasta abril de 2023. Rotamos cada 15 días en los puestos disponibles, pero la verdad es que sentimos que nunca se valoró nuestro trabajo, que fuimos una mano de obra barata para la gestión. Ahora, cada asociado cobra 39 mil pesos, lo cual no alcanza ni para un alquiler”.
Núñez remarcó que, frente a ciertas indefiniciones, solicitaron reuniones con las autoridades para que contemplen modificar la remuneración y habilitar más puntos de recarga para ocupar esos puestos.
“La Municipalidad nos pidió un montón de requisitos y tenemos la cooperativa inscripta, habilitada a nivel nacional y provincial. Necesitamos que abran más puestos para trabajar, el asociado merece un anticipo de retorno digno, si no es un manoseo bajo todo punto de vista a pesar de que siempre planteamos nuestras inquietudes con respeto”, abundó la cooperativista.
Si bien reconoció que se generó cierta ilusión entre los asociados porque la Municipalidad prometió sumar dos puestos más en la plaza Sarmiento y en la mini estación de colectivos de barrio Rucci, “la realidad es que nos despojaron de todo, y nosotros nunca dejamos de prestar el servicio, esta gente no considera nada”.
Por último recordó que el 15 y el 31 de agosto pasado le remitió dos cartas “muy respetuosas” al intendente Pablo Javkin para expresarle la situación. “Las recibió en un número de WhatsApp, pero nunca contestó. Tampoco a la síndica de la cooperativa, que le mandó un mensaje el 31 de octubre”.
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