Claudia Calvete habla con alegría y varias veces juega con la cadena que lleva en el cuello, como buscando ayuda para encontrar las palabras. Del collar penden tres figuras, una por cada uno de los hermanos que hace dos años llegaron a su casa para convertirla en madre. "Con mi marido siempre decimos que ellos nos eligieron a nosotros", dice sonriente mientras repasa los nombres de los tres chicos que ya cumplieron 10, 12 y 14 años.
La cadena y los tres dijes fueron un regalo, el primero que recibió el Día de la Madre. A menos de un año del llamado que, asegura, le cambió la vida "para siempre".
Claudia y su pareja llevaban seis años anotados en el registro de aspirantes a adopción cuando el 16 de diciembre de 2015 recibieron el llamado de un juzgado de Familia. Poco tiempo después estaban sentados frente a una gruesa carpeta amarilla llena de documentos que aspiraban resumir la vida de quienes iban a convertirse en sus hijos: tres hermanitos de 8, 10 y 12 años.
"Ya nos habían convocado otras veces, pero nunca habíamos quedado. Así que estábamos un poco desalentados", recordó. Pero tras esa entrevista en Tribunales empezó la historia que, afirma Claudia, "volvería a repetir una y mil veces".
Lo que siguió fue un período de vinculación de dos meses y medio durante el cual la pareja recorrió 600 kilómetros por semana para ir a buscar a los chicos cada viernes, y devolverlos a la institución donde vivían los domingos por la tarde.
"Sufrimos cada domingo y llorábamos de risa cada viernes, cuando los chicos llegaban y rápidamente se iban a ver si sus camas y juguetes estaban tal cual ellos las habían dejado", recuerda Claudia. Entre esos dos días, dice, "era maravilloso encontrar la mesa llena y quedarnos horas charlando en la sobremesa. Irte a acostar y abrazarlos y gritarnos buenas noches de una pieza a la otra".
Para Claudia, esos tres meses sirvieron para armar el nido. "Cuando ellos llegaron nosotros ya estábamos preparados", señala, aunque rápidamente se corrige. "En verdad, nunca estás preparado, porque después viene lo que nadie te cuenta, lo que no pensás, lo que no se ve. Una cosa es armar la cama y elegir el acolchado, otra es después convivir. Pero lo más importante es que creo que en mi caso la adopción fue mutua. Ellos siempre tuvieron la última palabra y ellos nos eligieron a nosotros", señala.
¿La edad de los niños dificultó las cosas? "No es fácil, pero sí es posible. No hay que asustarse ni pensar que todo va a ser color de rosa. Hoy tengo una familia hermosa, pero también es cierto que pasamos momentos de mucha dificultad, como cualquier familia", afirma.
Una red
Claudia es una de las referentes del Grupo de Padres Adoptivos y en Espera de Rosario, una red de familias que trabaja para mejorar el sistema de protección de los niños y el sistema de adopción, "para que en todos esos trámites los niños no pierdan su infancia", considera Karina Duvnjak.
Actualmente, uno de los ejes de trabajo del grupo es acompañar a las personas que están inscriptas para adoptar, y "trabajamos mucho para que revean el perfil de niño que quieren; porque el niño ideal no existe, y sí hay un chico que está esperando. Y es quizás un niño que fue vulnerado en sus derechos, tutelado por el Estado y que no va a tener dos o tres años, sino cuatro, seis o 16. Y un chico de 16 necesita tanto de una familia como uno de tres o cuatro".
Para esto, señala, hace falta desterrar algunas ideas. "No hay que pensar en adoptar a partir del deseo de los adultos, sino de la necesidad del niño y de su derecho a tener una familia. No hay que pensar en los años que se van a perder por adoptarlo más grande, sino en todas las experiencias que uno puede recuperar. Y tampoco que pronto se va a ir de casa, porque los vínculos que se crean son para toda la vida".
En el fondo, apunta Karina, "lo que hay que cambiar es esa idea de que uno va a amoldar al niño a su forma y sus costumbres. Lo que sucede con la adopción es que se ensamblan dos historias, y uno tiene que aceptar la historia con la que vengan; sea linda, fea o media fea y media linda. Hay que entender que se debe respetar el origen del niño, su historia. Para la adopción hay que prepararse, leer mucho, educarse, ser permeable a pedir ayuda profesional y a recibirla constructivamente para poder tener la mayor cantidad de recursos a la hora de construir y fortalecer el lazo con los niños", destacó.