El pasajero detenido el domingo por discutir con un chofer de la línea 122, cuyo conductor se descompensó y sufrió un infarto, recuperó ayer su libertad, aunque deberá someterse a nuevos exámenes médicos. El hombre, de 35 años, tiene un "retraso madurativo leve" y la fiscalía había pedido su internación compulsiva, entendiendo que "presentaba peligrosidad hacia terceros".
Sin embargo, el juez Luis María Caterina dispuso la libertad de Angel Gabriel G. en la audiencia celebrada ayer en los Tribunales provinciales. El hombre había sido detenido el domingo, apenas después de ocurrido el incidente que terminó con el colectivero infartado.
Para el fiscal de Flagrancia César Cabrera, la patología sufrida por Angel Gabriel G. lo hacía "peligroso hacia terceros", por lo tanto había requerido una nueva junta médica y pedido al juez su internación compulsiva. Reclamo que fue denegado por Caterina.
El incidente que llegó ayer a la audiencia se desarrolló el domingo, cuando Enzo D., de 53 años, conducía el ómnibus de la 122 en Córdoba y avenida Francia.
De acuerdo al relato de testigos, el chofer comenzó a discutir con el pasajero, que portaba una credencial de discapacidad. El conductor habría detenido el coche para increpar al pasajero y hacerlo bajar de la unidad, pero el hombre habría logrado volver a subir.
Poco después de ese episodio y unos veinte metros más adelante, el chofer se descompensó y ya no pudo contener el ómnibus, que subió a la vereda y terminó frenado por la parada electrónica de transporte que se levanta en esa esquina.
Un estudiante de la carrera de Medicina en la UNR se encargó de brindar al conductor los primeros auxilios, ya que el hombre estaba sufriendo un infarto.
Nicolás Lucero, el estudiante de medicina que auxilió al chofer contó a este diario: "Desde atrás logre ver al chofer tendido. Llamé a la ambulancia inmediatamente, y como advertí que el señor no tenía signos vitales ni respiraba, comencé a hacer RCP hasta que llegó la ambulancia y el paciente reaccionó tras ser desfibrilado".
"Lo desfibrilaron y volvió a respirar. En un momento me puse muy mal porque pensé que no salía. Y cuando se recuperó se me llenaron los ojos de lágrimas y después no me pude contener. Fue un momento terriblemente feliz", contó el estudiante.
Después, los profesionales del Sistema Integrado de Emergencias Médicas (Sies) completaron el resto y trasladaron al trabajador al Hospital Centenario. Una vez estabilizado, fue nuevamente derivado a la terapia intensiva de un efector privado.