"Yo no quería ser fotógrafa", dice Nora Lezano. Difícil creerle, más aún cuando se recorre la muestra Los Ángeles de Charly que, por estos días y hasta el sábado, se expone en el ECU. Sus fotos a Charly García, que exhibe allí expone allí, junto a las de Hilda Lizarazu y Andy Cherniavsky, revelan las mil caras del ídolo de rock.
Las fotos de Lezano son un clásico del rock & roll vernáculo. No sólo porque ha retratado a todas y todos los locales sino también a míticos del género a nivel internacional.
En la muestra sus fotos permiten acercarse a un Charly íntimo, mínimo, pero también al que es el amo y señor de los escenarios, al frágil que parece quebrarse en cualquier momento y al que se aleja y se acerca a la vez.
Lezano supo de Charly cuando era adolescente. Un póster de la revista TV Guía llegó a sus manos y preguntó por ese tipo extraño, con un bigote bicolor. Entonces, ella escuchaba algo de heavy metal y luego los Kiss. Quería ser bióloga pero un curso de fotografía al que llegó invitada por una amiga, y el que no terminó, hizo que con su primer sueldo de empleada administrativa se comprara una cámara. "Y ahora, ¿dónde pongo el foco?", se preguntó y apuntó a los recitales, a esos a los que tanto le gustaba ir.
"La primer foto a Charly tiene dos momentos. Uno refiere a dos recitales a los que llegué no sé si colada, o cómo, pero en los que logré fotografiarlo. Y otro, cuando una revista me convocó para hacer fotos por el disco Alta fidelidad, el de Mercedes Sosa y García", cuenta en diálogo con La Capital.
La previa no fue sencilla, "tenía miedo al rechazo", recuerda. Pero como siempre ocurrió, "estando Mercedes, el tipo estaba tranquilo". Hizo las fotos, y cuando se iba escuchó un grito: "¡Nora!". García la llamaba, a su manera, para pedirle el teléfono. "Y yo muy canchera le dije «dame el tuyo»", como si el tipo algunas vez supiera su número". Por las dudas le dejó el de su oficina y el de las casa de sus padres, donde ella vivía. Días después, su jefe en la oficina le pasó un llamado. "Para vos, Charly García", le dijo pensando en una broma. No lo era. Desde entonces, es el músico que más fotografió, ha hecho miles de fotos de él. Nunca dejó de fotografiarlo.
—¿Qué veías antes y qué ves ahora cuando le hacés fotos?
—Hay mil Charlys, es una persona que cambia continuamente, pero hay algo que no cambia, que es la esencia, eso se ve. A lo mejor vemos más o menos cuerpo, pero siempre está esa cosa graciosa, su fascinación por la cámara, ese amor que nos tenemos, él me dice todo el tiempo "vos sos mi biógrafa".
—Vos hablás de su fascinación por la cámara, ¿realmente le gusta que le hagan fotos o en realidad le gusta que vos le saques fotos?
—Sí, le encanta. Es un actorazo. Yo creo que le gustan las fotos y también que le saque fotos. El actúa ante una cámara, incluso te propone cosas. Es un tipo que sabe lo quiere. A veces es bastante caótico para explicártelo pero uno entra en ese ritmo y lo logra. Además te deja hacer. Cuando hice con Charly la última tapa de la RollingStone había un gato y le dije de hacerlo con él y medio que se quedó como mirándome, porque era muy fuerte intentar agarrar el gato. Y me dijo que sí. Después, cuando nos volvimos a ver me dijo que le había encantado (N. de R.: el backstage de esa foto puede verse en www.rollingstone.com.ar/2120359-el-rockstar-la-gata-y-el-back-de-la-tapa-del-20-aniversario-de-rolling-stone).
—¿Cuántas fotos tenés de Charly?
—No sé, miles y miles. Mirá, la primera vez que fui a su casa, después de lo de Mercedes Sosa, saqué siete rollos de 36. Fue en el 97.
—Hay una letra de Caetano Veloso que dice "De cerca nadie es normal", y vos tomaste una foto de Charly en la que le hace fuckyou a un pibe que en su espalda lleva una remera con una leyenda que dice justamente "Normal", ¿cómo fue esa foto?
—(Risas) Bueno primero habría que ver qué es ser normal. Esa toma fue en una fiesta y esa escena se dio en un instante, mucha velocidad, algo muy típico del rock, esa cosa veloz. Pasa un pibe con esa inscripción, lo miré a Charly hizo esa seña y saqué la foto, un instante, es increíble. El me mira y se sonríe. Y quedó. "La medicriodad para algunos es normal, la locura es poder ver más allá", podríamos decir, como en El tuerto y los ciegos, el tema de Sui Generis. Entonces, otra vez, qué es normal.
—Y está tu mirada atenta a ese instante, un instante
—Bueno, eso es un poco de oficio e intuición, creo que algo de eso viene con uno. Yo no estudié fotografía, hice ese curso que dejé, fui cuatro meses. Para mí la fotografía a veces es sin querer. Yo no quería ser fotógrafa, quería ser bióloga. Así fue: un curso al que llegué por una amiga y por curiosidad, curso que no terminé, me compré una cámara, me gustaban los recitales, hice foco en eso y acá estoy. Intuición.