¿Qué se hace? es la pregunta que sobrevuela, otra vez, después de que volvieran a asesinar a otro taxista. En los últimos años se tomaron diversas medidas, algunas más efectivas que otras, mientras que hubo iniciativas que impactaron sólo por sus anuncios ya que nunca se ejecutaron. Varias de ellas jamás implementadas, como las pantallas interactivas que, además de dar información turística, grabarían video y voz de los pasajeros.
En mayo de 2015, cinco meses después del asesinato de Hugo Camilo (48), salió una propuesta para instalar pantallas atrás del apoyacabezas del acompañante que, además de dar información con avisos, grabaría video y voz de los pasajeros. Se hicieron pruebas similares en la Ciudad de Buenos Aires y en Córdoba, pero no incluían la grabación por tratarse sólo de acciones publicitarias.
Además de brindar información turística, publicidad y novedades sobre acontecimientos, la idea era que la pantalla también mostrara datos del chofer y un mapa por dónde fuera el taxi. Incluso, dos firmas llegaron a exponer en la comisión de Servicios Públicos del Concejo después de un pedido que hizo la Cámara de Radiotaxis en octubre de 2014 para hacer pruebas piloto con estos dispositivos.
Pero desde el principio de la cuestión, tanto desde el municipio como desde las entidades de titulares de taxis manifestaron complicaciones para bancar económicamente un sistema como éste, algo que en principio se implementaría mediante publicidades. Nunca lo hicieron.
Entre enero y mayo de aquel año se registraron 242 denuncias de taxistas por hechos delictivos. Los datos los recabó Análisis Criminal de la Policía de Investigaciones (PDI) y se conocieron en agosto de 2015, después de un pedido de informes solicitado por el entonces concejal Osvaldo Miatello.
Con el correr de las propuestas y los datos, se sucedieron más hechos violentos. Uno en particular llamó la atención: dos personas se subieron a un taxi en el casino, pidieron ir a la zona noroeste y en Derqui y Donado intentaron asaltar al chofer, a quien le clavaron el rayo de una rueda de moto en el abdomen.
De noche, sólo por teléfono
En septiembre de 2015, un sector de los taxistas propuso dejar de levantar pasajeros en la calle de noche. La idea, según explicaron en ese momento desde el Sindicato de Peones de Taxis (SPT), era hacer viajes sólo por pedidos de radiollamada, en la franja de 22 a 6.
A la medida la acompañó, a medias, la Cámara de Titulares de Taxis de Rosario (Catiltar). “Es una opción que se puede llegar a evaluar ante un escenario tan complicado”, sostuvo en ese momento su presidente, José Tornambé. Para nada de acuerdo estuvieron desde la Asociación de Titulares de Taxis Independiente (Atti), al manifestar en palabras de su titular, Mario Cesca: “Los viajes que hacemos por radiollamada representan el 14% del total. Con ese criterio, no vale la pena salir a trabajar a la noche”.
Desde el Concejo y la Municipalidad también tuvieron que salir a dar sus posturas: Miatello se mostró a favor —“No hay rosarino que no tenga celular como para llamar y muchos tienen teléfonos inteligentes como para bajar una aplicación”, dijo en referencia a la por entonces exitosa Easy Taxi—; y Diego Giuliano, presidente de la comisión de Seguridad del Concejo, consideró los “planteos de restricción de servicios” como opciones “entendibles para quienes no encuentran respuestas desde el Estado”.
Mientras, desde el gabinete de Mónica Fein descartaron de entrada la posibilidad. “Es inviable. El servicio de taxis es público y permanente, no se puede restringir”, dijo el entonces subsecretario de servicios públicos, Diego Leone.
Ordenanza en la nada
El ataque a balazos contra un taxista en Tío Rolo, sobre finales de septiembre de 2015, no sólo impulsó un paro del sector, sino que llevó al presente una ordenanza sancionada en julio de 2008, reglamentada tres meses después por el entonces intendente Miguel Lifschitz pero jamás implementada: la 8.295.
En la normativa se disponía que las unidades, obligatoriamente, llevaran GPS (sí ocurrió), micrófono, cámara fotográfica y la incorporación de una “barrera de protección física” o blíndex.
Fue el mismo Leone quien salió a explicar por qué la ordenanza quedó en la nada: “Hay temas técnicos que nos exceden y nos imposibilitaron avanzar, además de la falta de consensos entre todos los actores sobre las medidas. El blíndex no se pudo concretar porque no superó las pruebas de balística”. A pesar de ello, algunos taxistas instalaron, por propia iniciativa, una suerte de mamparas antivandálicas.
Ya en 2016, los taxistas manifestaron en diversas ocasiones su conformidad con las medidas (corredores seguros, entre ellas) del ministro de Seguridad del momento, Maximiliano Pullaro. Hablaron de baja en los índices delictivos y buena predisposición, aunque siempre mencionaron que faltaba un poco más.
En los primeros cinco meses de ese año hubo dos asesinatos de taxistas (Eduardo Piris y Vicente del Greco) y uno de un remisero (Horacio Colberg). De hecho, el año abrió con un paro a raíz de un ataque a balazos contra un tachero en Alvear y Juan Canals, por parte de un hombre que lo abordó mientras bajaba a abrir el baúl para darle el equipaje al pasajero.
Todos esos hechos motivaron la creación, en febrero, de una unidad fiscal para los robos a taxistas. En 17 días se registraron 15 denuncias.
Ese mismo año se puso en práctica la posibilidad de pagar con la tarjeta Movi en posnets especialmente instalados para ese fin. Si bien se comenzó con alrededor de 50 unidades, la herramienta no es muy tenida en cuenta por los rosarinos.