Los dueños de heladerías volvieron ayer a expresar su hartazgo por la reiteración de robos, al punto de que algunos pequeños comercios de barrio vieron ver caer fuerte sus ventas al quedarse sin reparto. Héctor Motta, dueño de las heladerías Aruba (San Martín al 5100 y con sucursal en Villa Gobernador Gálvez), aseguró que los deliveries, después de sufrir constantes robos, dejaron de trabajar. "Ante esto, mis hijos y a veces yo tenemos que salir a repartir los helados", confió.
Los heladeros se reunieron ayer con funcionarios de la cartera de Seguridad de la provincia para expresarles su preocupación ante la difícil coyuntura delictiva que está golpeando al sector.
La mayoría de los heladeros de barrio extrañan "una política común de coordinación" entre Gendarmería y la Municipalidad. "De golpe volvimos a ver motitos con caras extrañas por todos lados", remarcaron.
"La mayoría tenemos cámaras de seguridad instaladas en nuestros comercios, pero nadie analiza esas imágenes después de que nos roban; si lo hicieran, verían que los delincuentes son generalmente los mismos", destacó Motta.
Marcelo Romano, titular de la heladería Caprichos (Camilo Aldao y Mendoza), lamentó que tras la partida de Gendarmería de Rosario la mayoría de las heladerías de barrio hayan tenido que empezar a trabajar con las persianas bajas a partir de que cae el sol.
Romano coincidió con Motta en el hecho de que "los cadetes que repartían los helados a domicilio ya no trabajan más, se cansaron de que los roben".
Los empresarios remarcaron ayer que se trataba de la cuarta reunión que mantenían con los responsables del área de Seguridad de la provincia.
La última había sido en noviembre, un encuentro tradicional que realizan previo al inicio de la temporada de verano para ultimar aspectos vinculados a la seguridad. Pero ayer, cuando febrero está a mitad de camino, el balance descripto por los pequeños empresarios fue desolador.
Los tres tiros gatillados pero que finalmente no salieron durante el asalto que se perpetró la semana pasada en la heladería de Provincias Unidas y Ocampo colmaron de nuevo el vaso, pero lo rebalsaron cuando los maleantes volvieron un par de días después para asaltar de nuevo el mismo comercio. La bronca fue in crescendo y ayer dijeron basta.
Preocupados, destacaron que con un servicio adicional de la policía en la puerta de los comercios, los delincuentes no se amilanan. Ayer hablaban de juntarse con los dueños de restaurantes y bares para generar una movida más grande.