La marcha convocada anteayer por distintas agrupaciones sociales para reclamar políticas activas contra las violencias que se ejercen sobre la mujer terminó con un escrache a la catedral, que recibió pintadas anticlericales y a favor del aborto legal. El hecho generó indignación en la Iglesia, pero también críticas de los propios organizadores de la concentración. El arzobispo de Rosario Eduardo Martín, calificó el hecho de "lamentable" y lo atribuyó al "odio", mientras que un laico que filmó la situación, Angel Fava, denunció haber sido "apretado" y condenó la "agresividad" y el ataque a un "patrimonio de todos". Del otro lado las pintadas tampoco ganaron demasiado apoyo. "Fue un acto aislado, cometido por un grupito que se desprendió de la marcha y que nunca se había consensuado, por lo que rompió con el espíritu colectivo de denuncia", afirmó la secretaria de género de la CTA, María José Gerez. La titular de Derechos Humanos del municipio y vieja militante feminista, Gabriela Sosa, también sostuvo que se trató de una "tontería" y dijo que, "más que interpelar centralmente a la Iglesia, el tema debe interpelar al Estado".
El Día Internacional contra la Violencia Social, Política y Sexual sobre las Mujeres, que se conmemora desde hace 31 años en homenaje a las tres hermanas Mirabal, violadas y asesinadas durante la dictadura de Trujillo en República Dominicana, culminaba en Rosario con una gran marcha convocada por la Multisectorial de Mujeres y a la que se sumaron otras organizaciones.
Cerca del final de la concentración, según los relatos de participantes y testigos, un grupo se escindió del conjunto y, en algunos casos trepándose a las columnas y mármoles de la fachada, pintó varias leyendas con aerosol rojo.
Entre las inscripciones podía leerse (hasta ayer al mediodía, cuando terminaron de eliminarse) "Iglesia asesina", "cura violín", "fuego a la Iglesia, las instituciones y el Estado", y "aborto legal".
Sobre el paso peatonal del pavimento ubicado frente a la entrada del templo, entre otras las pintadas rezaron: "Ni una muerte más por aborto clandestino" y "Saquen sus rosarios de nuestros ovarios".
De hecho, no es la primera vez que la catedral termina pintada. En marchas contra la última dictadura, por ejemplo, varias veces aparecieron leyendas señalando el silencio cómplice de la Iglesia ante las desapariciones. "Ustedes se callaron cuando se los llevaron", se supo leer en las paredes hace años.
Contraproducente. Pero esta vez las organizaciones de la marcha contra la violencia sobre la mujeres rehusaron hacerse cargo de las pintadas. No tanto por discrepar con sus contenidos como por el hecho de que corrió de escena las consignas de la movilización, hizo foco en la Iglesia y no en las instituciones democráticas, que son las que deben lidiar con el problema, y por el espíritu sectario que implicó que un grupo se "cortara solo" con una acción no consensuada.
El propio arzobispo asumió que se trató de un "desprendimiento de la marcha", al que condenó como "lamentable". Aun así, aseguró estar rogando por quienes "persiguen" y "odian" a la Iglesia, que "puede tener mucho enemigos, pero no es enemiga de nadie".
Martín, en declaraciones a La Ocho, reclamó que aunque existan "diferencias, siempre tiene que existir el respeto de las personas", y recordó que las pintadas, "además de atacar a la Iglesia, han dañado un edificio emblemático de la ciudad".
Un laico católico, vecino de la zona, fue otro que expresó indignación ante la "virulencia" de los grafiteros. "No entiendo cómo una marcha multitudinaria contra la violencia termina con tanta violencia", dijo Fava, "y no solamente contra la iglesia, sino contra "un patrimonio de todos como la catedral".
El hombre recordó que en un momento filmó con su celular mientras se pintaban los graffiti y fue "apretado" e increpado al grito de "facho" e "hijo de puta", sin que "la policía ni Gendarmería hicieran nada" para impedir el daño.
Entre los organizadores, las quejas apuntaron a cómo el hecho terminó desplazando a la marcha de la centralidad informativa. "Creo que fue una tontería", afirmó Sosa, para recordar que el reclamo de legalización del aborto "debe interpelar al Estado", a la presidenta, senadores y diputados, y "no centralmente a la Iglesia", aun cuando "es obvia la influencia de esa institución sobre quienes definen políticas públicas".
En la CTA, otra militante feminista aclaró que "no más de una decena de personas" protagonizó el "escrache", tras escindirse de la mayoría que se quedó en la plaza para bancar las consignas acordadas. "Y eso rompe con el espíritu colectivo de denuncia", afirmó Gerez.
Aun así, recordó que "en su momento" también la CTA "denunció a la Iglesia" por su responsabilidad en la muerte de "cientos de mujeres, siempre pobres, en abortos clandestinos", ya que es la "principal objetora" para que la práctica sea legal.
"Me gustaría que la Iglesia dijera si no se siente interpelada", sostuvo, y recordó que el cuerpo femenino no parece haber dejado de estar "bajo el tutelaje del Santo Padre".