Ricardo Caballero nació en Ballestero Viejo, provincia de Córdoba, el 5 de
diciembre de 1876. Partió a Paraná para estudiar magisterio y en Córdoba se graduó en medicina. A
partir de allí su actividad se expande en todas las circunstancias sociales y políticas que
atravesaron el país cuando nacía el siglo XX. También creó una cátedra y fundó la biblioteca de la
Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Litoral.
"Fue un hombre de la tierra, polifacético y criollo hasta la médula, de estatura
mediana, contextura fuerte y mirada penetrante, su personalidad descolló en casi todo lo que
abordó", describe el periodista Luis Etcheverry en una semblanza sobre el médico-político que marcó
la historia de la provincia. Además, cita que Caballero traducía del francés a Musset y a Verlaine
con la misma fluidez que hablaba griego para leer a los autores clásicos.
Líder y revolucionario. Participó de las revoluciones de 1893, 1903 y
1905, cuando Hipólito Yrigoyen lo convocó a cerrar filas en la Unión Cívica Radical. Fue jefe
político de esa fuerza en Rosario, donde defendió los derechos de los obreros. En 1912 fue electo
vicegobernador en la fórmula que presidía Manuel Menchaca, estrenando la ley Sáenz Peña en el
territorio provincial. Durante su gobierno estalló el grito de Alcorta.
También fue jefe de policía de Rosario, presidente de la
Caja Nacional de Ahorro Postal y diputado y senador nacional por dos períodos en ambas cargos.
Según el historiador Héctor Zinni, autor de una biografía sobre Caballero, el caudillo radical fue
un "decidido defensor del gaucho y de sus derechos frente a la Liga del Sur, que hacía lo propio
con los inmigrantes y sus descendientes".
Según Zinni, Homero Manzi personificó a Caballero en la
película "El último payador" con el actor Juan Carrara, mientras que José Luis Padula le dedicó el
tango "El taita Caballerito". Para sus biógrafos, Caballero vivió con la nostalgia de la vida que
conoció en su infancia, con ritmos lentos y ánimos serenos, que contrastaban con los cambios de los
albores del siglo XX.
"En mi mundo interior ella estará en pie, como la conocí.
Al amparo de su sombra pálida, animada por mi evocación, reposaré como cuando era niño", escribió
Caballero sobre su comarca natal, donde por su propia voluntad están enterrados sus restos. Hoy su
vistosa casona está en ruinas.