¿Dónde están los taxis? ¿Es sólo la falta de seguridad lo que los mantiene ocultos? ¿Cómo se explica que en horarios clave como las 10 o las 19 cientos de ellos permanezcan estacionados frente a algunos bares y minimercados de estaciones de servicio? Probablemente muchos estén en el cambio de turno o en medio del descanso. Sin embargo, a los pasajeros nadie les quita su malestar. Y es comprensible. ¿O acaso nunca hay algún rosarino que no haya sufrid con desesperación la espera de una unidad en un momento de urgencia? ¿O los vecinos de 27 de Febrero y Liniers son mitómanos y no es verdad que los vehículos que pasan por allí desacativan el cartel de "libre" para encenderlo al llegar a una arteria por donde sí quieren trabajar? A esta altura la inexistencia de unidades durante las madrugadas es un hecho probado. Jorge quizás sea exagerado, pero definió el deambular de jóvenes que copan Brown desde Francia a Oroño al salir de los bares y boliches instalados en la zona. "Parece el éxodo jujeño", dijo sobre las caminatas en masa que protagonizan quienes deberán volver a casa caminando o, con muchísima suerte, en colectivos que lejos están de cumplir con las frecuencias. Mientras tanto, la Municipalidad no puede controlar con firmeza que los taxis circulen el tiempo impuesto en función de la cantidad de sus choferes. Y las autoridades no saben a ciencia cierta si las 500 licencias otorgadas para reforzar el servicio nocturno realmente circulan de noche. En esta coyuntura, la innegable falta de seguridad sigue siendo moneda de cambio para presionar políticamente. El Concejo, los titulares de licencias, los peones y hasta el Ministerio de Trabajo no logran ponerse de acuerdo en implementar de una buena vez un sistema que morigere la violencia. Y la insistencia en torno a la aplicación de determinados dispositivos (en algunos casos de probada ineficacia) despierta el fantasma del negociado. Ni más ni menos. Así, los taxis de Rosario no conducen a ningún lado.
