Un padre de 33 años sospechado de darle una feroz golpiza a su hija de 14 al punto de mandarla a un hospital tras una discusión por el uso del teléfono celular de la adolescente, fue imputado por lesiones dolosas graves agravadas por el vínculo. Tras advertir un potencial contexto de violencia doméstica y que el hombre puede representar un riesgo cierto para su pareja y para otros dos hijos menores de edad, una jueza decidió que quede en prisión preventiva por el plazo de dos años.
Según una investigación judicial, la adolescente Keila Naira fue víctima de una feroz golpiza de parte de su padre, indignado porque supuestamente se iba a encontrar con otro chico de 15 años y porque lo había bloqueado para acceder al perfil de la red social Instagram.
El hecho trascendió el lunes, cuando las autoridades del Hospital de Niños zona norte alertaron al fiscal Rodrigo Santana sobre el ingreso de la paciente con lesiones graves en el rostro, compatibles con una agresión física.
Según pudo reconstruir el fiscal, Keila fue agredida por su padre el sábado luego del almuerzo del mediodía en la casa que ocupaba junto a su padre, Marcos Ariel M., la pareja de éste y otros hermanastros de 1 y 5 años producto de esa relación.
En ese momento se habría generado una fuerte discusión porque el hombre recibió un mensaje de su ex mujer, y madre de Keila, en el cual le transmitió que la adolescente había invitado a su departamento a un chico de 15 años. El hombre se enfureció, le quitó el celular a su hija, y vio que lo había bloqueado a él y a otros familiares, lo cual le impedía ver los contenidos.
Luego partió el teléfono en dos y lo tiró a la basura, la tomó de los pelos y de un brazo, la arrastró, le dio una patada en la espalda y le golpeó la cara contra el piso. Keila se desvaneció y a volver en sí, recibió una feroz patada en el rostro.
La adolescente fue socorrida por su madrastra, que la llevó a una habitación. La pareja de su padre le sugirió que no llorara más, porque “la iba a golpear nuevamente”. Y le dijo que si quería ir a un médico debía “atenerse a las consecuencias”. La mujer igualmente le facilitó el celular, y vía mensaje de Instagram la nena le mandó una foto de su rostro a un primo.
Nada se alertó hasta el otro día, cuando el agresor se fue a la isla, y en ese interín una tía y la abuela materna fueron a buscar a Keila y la llevaron al Hospital de Niños Zona Norte, donde le diagnosticaron un severo traumatismo facial, con fractura de la pared externa del seno maxilar derecho, además de hematomas en el ojo derecho que le comprometió la visión, mascullones en un hombro y en la espalada.
La abuela realizó la denuncia y el agresor se presentó espontáneamente el domingo en la comisaria 9º, donde quedó detenido. Ayer fue trasladado al Centro de Justicia Penal (CJP) para que los fiscales Pablo Lanza y José Caterina (en reemplazo de Santana) le achacaran el gravísimo hecho.
Lanza encuadró la conducta como lesiones dolosas graves, agravadas por el vínculo en calidad de autor, y solicitó la prisión preventiva sin plazos en base a una eventual pena de cumplimiento efectivo.
Ante esto y tras escuchar al agresor y su defensa, la jueza Silvia Castelli dictó la prisión preventiva por el plazo de dos años.
El agresor admitió el hecho
Con un relato desordenado, el padre acusado de golpear a su hija admitió el hecho, que atribuyó a un golpe involuntario cuando la adolescente se pegó la cara con su rodilla en el marco del forcejeo. Al borde del llanto explicó que no tiene antecedentes, que es un padre que defiende a su hija “a morir”, y todo se trataba de desprestigiarlo porque es un trabajador. Que la cría desde los seis años, y que como siempre se las arregló solo, las tías de la nena lo odian, lo quieren hacer pasar como “violento, un animal y un drogadicto, y no es así”. El defensor Iván Zvala respaldó los dichos de su cliente. Y solicitó como alternativa a la prisión efectiva que se establezca bajo la modalidad domiciliaria, sobre todo teniendo en cuenta que es el único sostén de familia, tiene arraigo y no cuenta con antecedentes penales. Pero el pedido no prosperó.