“En realidad recuerdo todo, pero estoy amenazada de muerte porque hay mucha gente pesada metida en esto y por eso pedí a las fiscales que hablen por mí”. Con esa frase, Liliana Montenegro, la madre que denunció la sustracción de sus mellizos recién nacidos y que aún permanecen desaparecidos, manifestó su preocupación al conversar con La Capital en su humilde vivienda de Zavalla que comparte con su actual pareja y una hija de 6 años.
El testimonio de la mujer, que además tiene otros cinco hijos que viven con su primer matrimonio, coincide con lo ventilado por las fiscales Marianella Luna y Lorena Aronne en el marco de la audiencia imputativa desarrollada el martes en el Ministerio Público de la Acusación de Casilda y a la que tuvo acceso este diario, aunque de su propia boca suena aún más desgarrador.
Pese a la custodia policial que le asignaron, Liliana dice temer por su vida y sus seres queridos tras recordar que hace algunos días fue agredida en su casa ante la presencia de su pequeña hija por agentes policiales, lo que está siendo investigado, además de haber recibido intimidaciones en su celular por lo que, dijo, tuvo que cambiar el chip.
“Más tiempo pasa, más difícil se hará encontrarlos, porque escuché cuando Andrea —una de las mujeres imputadas— hablaba por teléfono y decía que sólo podía tener a los bebés en su poder por 30 días”, resaltó Liliana, y puntualizó que la conversación “fue cuando ya habían nacido mis hijos, un varón y una nena, y los envolvieron en sus camperas para llevárselos”.
Parto silencioso. Si ocurrió lo manifestado ¿Cómo se explica que nadie haya visto ni escuchado nada desde que entró a la clínica casildense hasta que dio a luz para posteriormente ser trasladada al Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, como consta en la denuncia? A la pregunta, la mujer respondió: “Yo no grité y no sé si había más gente en el lugar. Pero recuerdo todo lo que me hicieron”.
Mientras cuenta la versión de los hechos su relato se entrecorta en medio de lágrimas. Es que Liliana está “desesperada” al ver pasar horas y no tener noticias sobre la suerte de sus hijos recién nacidos. No obstante dijo confiar en el trabajo que está realizando la Justicia para intentar esclarecer el misterioso caso. Tiene la sensación de que sus hijos serán hallados y restituidos. Lo mismo cree su esposo Ernesto, quien dijo tener la convicción de que su mujer “está diciendo la verdad”. El hombre es albañil y viaja habitualmente a localidades vecinas para ganarse la vida, por lo que suele estar varias horas del día fuera de su domicilio. “Es muy triste lo que estamos viviendo y no paro de pensar dónde están nuestros hijos”, dijo.
El traslado. Liliana asegura que antes del parto tres de las personas ahora imputadas la fueron a buscar a su casa de Zavalla para trasladarla con un vehículo que luego cambiaron en un trayecto de la ruta nacional Nº 33, donde habría aparecido en escena la otra persona a la que sindica como participante del hecho, para dirigirse finalmente a la clínica Julián Moreno de Casilda. “No era una sala de parto, sino un consultorio pequeño donde había dos camillas para mí y los bebés que vi cuando nacieron y les cortaron el cordón umbilical. Me acuerdo de todo porque no estaba dormida, aunque después del parto me agarró como un ataque de presión, se me dormía el cuerpo, la boca la tenía endurecida y no podía respirar porque se me cerraba el pecho”, recordó. “Había dos médicos, uno atendió el parto, el otro no, pero era el mismo que fue a buscarme a casa con Andrea y su esposo. Y ellos también estuvieron cuando nacieron los bebés al igual que otra chica que parecía ser una enfermera”.
No identificados. De las personas que habrían participado desde que fue recogida en su domicilio hasta dar a luz en Casilda aún no fue identificado el médico que, según la madre, asistió el parto. Hasta ahora los únicos imputados son las hermanas Andrea y Mariana N y sus maridos Germán S. Luis J, respectivamente.
Liliana asegura que cuando sus hijos nacieron los escuchó llorar pero le negaron tenerlos. “Andrea y su esposo hablaban por teléfono y escuché cuando ella le dijo a su esposo «ya está, vamos Ger»”, relató.
“Yo estaba muy mal después de haber dado a luz —rememoró— y me sacaron de allí para subirme a una traffic —que sería propiedad de las imputadas, quienes son hermanas y reconocidas empresarias locales— y trasladarme hasta el hospital Eva Perón de Granadero Baigorria donde me entraron por un costado y me dejaron”. La mujer aseguró que el utilitario era manejado por “un muchacho” (tampoco identificado) en compañía del médico que la fue a buscar a Zavalla y que “estaba vestido de amarillo”. Y dijo que en el centro asistencial fue recibida por un médico y cuando se compuso “un poco” del mal estado en que ingresó al hospital fue atendida por una médica de guardia, que “llamó un remís para llevarme hasta mi casa, donde llegué a la madrugada”.