"Los micrófonos no matan, la avaricia sí". Con esta contundente aseveración, cerca de mil personas reclamaron ayer el esclarecimiento de la muerte de Adrián Rodríguez, el joven músico rosarino que falleció el 12 de octubre tras recibir una descarga eléctrica en el Café de la Flor mientras tocaba con su banda Raras Bestias. La consigna se escuchó con fuerza en la plaza Pringles, donde se concentraron en una santada los músicos autoconvocados, familiares y público en general. Desde allí marcharon hasta la Municipalidad, donde acusaron al Estado y al productor del local por negligencia, fallas en los controles y pésimas condiciones laborales.
La concentración fue en Córdoba y Paraguay. Decenas de jóvenes, en su gran mayoría músicos, se juntaron para homenajear a Rodríguez, pedir por el avance de la investigación penal y reclamar por mejoras en las condiciones en que se difunde el arte en la ciudad.
"Parecen duros, pero son todos buenos pibes, que les gusta la música y mirá cómo terminó uno de ellos", dijo a La Capital una madre visiblemente emocionada por la muerte de Adrián, quien recibió la descarga, porque, se presume, el disyuntor había sido reemplazado por una térmica, para evitar cortes eléctricos.
En la plaza, uno de los representantes de los sectores autoconvocados leyó un durísimo documento de consenso. "Somos constructores de ideas, fabricantes de sensaciones y voceros del corazón colectivo. Pero para ciertos empresarios, no somos más que una cifra monetaria", dispararon.
"Hay mecanismos enquistados en el mundillo de la música local que nos fuerzan, desde hace años, a aceptar arreglos tediosos, injustos y dispares para mostrar y difundir nuestro arte", agregaron.
Luego remarcaron que no querían generalizar sus cuestionamientos hacia productores irresponsables, pero advirtieron: "Es triste admitir que aquellos que nos tratan decentemente son minoría".
Para los músicos, "la negligencia y el entramado de negocios de aquellos que irresponsablemente llenan sus arcas a costilla de los músicos, esta vez han cruzado todos los límites, cobrándose una vida".
A las autoridades les pidieron que adopten medidas de seguridad y control para no tener que lamentar otra muerte. "No pedimos que inicien una cacería de brujas, pero sí que se pongan a la altura del conflicto y revisen sus modos, que claramente dejan mucho que desear. No basta con abrir algunos pocos espacios públicos con tecnología de punta, si los demás sitios que habilitan se caen a pedazos. Borran con el codo lo que escriben con la mano", aseveraron.
También hubo un mensaje para los propios músicos, a quienes instaron a negarse a tocar: "Si no están garantizadas las medidas básicas de seguridad. Tenemos que dejar de contribuir a las ganancias de esos espacios que nos tratan sin el menor respeto cuando ni siquiera pueden garantizar nuestra vida arriba de un escenario por el cual muchas veces nos cobran para que subamos a tocar".
Sobre el final, exigieron que "se investigue, se regule y reprenda el accionar dudoso y sombrío de aquellos que aún recibiendo nuestro dinero y esfuerzo por alquilarnos un lugar donde exponer nuestro arte no tienen la prudencia mínima de garantizar que las instalaciones tengan elementos básicos como para que no ocurran tragedias".
Luego partió la marcha de silencio que derivó en la Intendencia. Allí, se escuchó el mensaje de la madre de Adrián y sus compañeros de la banda.