Aunque el acto central de ayer fue literalmente copado por militantes de casi todas las corrientes internas del kirchnerismo, la presencia de público, familias, gente venida de otras ciudades y hasta curiosos también contribuyeron a la atmósfera del parque a la Bandera, aunque no fue la multitudinaria presencia de delegaciones escolares y de vecinos para los actos cívico militares. Eso sí, la coincidencia entre la celebración patriótica y la vigencia del mundial de fútbol habilitó a que se duplicara la oferta de “gorro, vincha y bandera”, cornetas, vuvuzelas, remeras y todo tipo de elementos de adorno sobre los que se pudieran aplicar los colores celeste y blanco
Desde temprano numerosas familias, delegaciones tradicionalistas, turistas, vendedores ambulantes y militantes fueron llegando a la zona del Monumento, donde esta vez, en lugar del tradicional palco, se instaló un gran escenario, primero de uso de las autoridades y luego de los artistas que animaron la jornada.
Otra fiesta. Esta vez no hubo desfile, pero la presencia militar se plasmó en una forma diferente. Por iniciativa del ministro de Defensa, Agustín Rossi, un extenso predio ubicado al sur del escenario sirvió para desplegar una atractiva muestra que convocó a los chicos y a las familias a inspeccionar camiones, tanques de guerra y camiones especiales y a participar en diversos entretenimientos para los más chicos como el descenso en la modalidad “bungee” desde un árbol y asistido por soldados, la búsqueda de “pins” enterrados en una zona de arena por medio de detectores de metales y hasta un simulacro de entrenamiento sorteando diversos obstáculos.
A favor y en contra. “No entiendo cómo se puede pensar en un acto que no tenga tono político. Toda actividad es política”, comentó Raúl Heredia, un cordobés partidario del kirchnerismo que quiso asistir la fiesta pese a que su señora no comparte sus ideas. “Que yo sepa, desde 1810 para acá, todos los actos tienen algún color político”, insistió, mientras esperaba su turno en la fila donde efectivos del ejército entregaban ayer a quien lo pidiera pero especialmente a los chicos, un vaso de chocolate caliente y un alfajor.
“No me gusta esto así. Nos gusta mas como se hacía antes”, dijeron, casi a coro, Laura y Sara, dos jóvenes que no estaban de acuerdo con la presencia de las banderas partidarias ni con ese permanente tronar de los bombos, cercanos al escenario central pero que podían percibirse nítidamente a varias cuadras.
Los limites del operativo de tránsito se extendieron hacia el norte hasta la bajada Sargento Cabral, donde además se nucleaban los numerosos efectivos de Prefectura y de la policía provincial afectados a la ceremonia.
Los puestos. El orden de otras celebraciones del Día de la Bandera se desestructuró, y además de la eliminación del tradicional desfile hubo un nuevo factor que sumó color y sabor con la instalación, en el espacio ubicado entre calle Rioja y San Juan, de numerosos puestos de artesanías y de gastronomía atendidos por militantes de diversas organizaciones barriales y no gubernamentales.
Un acierto de los organizadores fue que el también tradicional certamen de asadores a la estaca que cada año se celebraba en el ex predio de la Sociedad Rural en el Parque de la Independencia se trasladó a ese nuevo ámbito, sumando un atractivo gastronómico más. Esto hizo que una vez desconcentrado el público que asistió al acto central, largas colas se formaran frente a los puestos de comidas, mientras numerosas familias y grupos de jóvenes y militantes se instalaban frente al Monumento en franco tren de picnic.