La plaza ya tiene su nombre y su estatua. Al cumplirse ayer los 80 años de su
natalicio, la ciudad homenajeó a Ernesto Che Guevara y más de 50 mil personas asistieron a los
actos que se organizaron en el parque Yrigoyen, donde se entronizó su imagen en bronce (27 de
Febrero y Buenos Aires). El acto fue muy austero. Asistió el intendente Miguel Lifschitz y parte de
su gabinete, pero no concurrió el gobernador Hermes Binner. Los discursos se circunscribieron a la
figura del emblemático revolucionario rosarino. Pero en el aire sobrevolaban las repercusiones del
conflicto que mantiene enfrentados hace cien días al campo y al gobierno nacional. Y fue la hija
del Che, Aleida Guevara March, quien se involucró en el tema: "Hay que impedir que gente sin
escrúpulos tire la leche, tan necesaria para muchos niños que hoy mueren de hambre", exclamó.
En medio de una jornada fría y ventosa, la multitud se fue
acercando pacíficamente al espacio verde elegido para evocar al Che. El escenario central estaba
dispuesto a la derecha de la escultura, de espaldas a calle Buenos Aires.
Lifschitz se acomodó en un auditorio con sillas de plástico
en semicírculo junto al secretario de Gobierno, Horacio Ghirardi, el presidente del Concejo
municipal, Miguel Zamarini y otros funcionarios. Aleida siguió el acto sentada a la derecha del
intendente, y un poco más atrás estaban las Madres de Plaza de Mayo. El hijo menor del Che, Camilo,
no paraba de sacar fotos desde todos los ángulos.
Flameaban las banderas de agrupaciones humanistas,
comunistas y socialistas. Predominaban insignias celestes y blancas de distintas corrientes
sociales, y rojas y negras con el icónico rostro el Che.
A las 16.03, los locutores dieron inicio oficialmente al
acto. "Bienvenidos a donde nació el hombre nuevo, porque él era el hombre nuevo", dijo con
vehemencia Eduardo Aliberti, y dio paso al trovador cubano Gerardo Alfonso. Luego, Roberto Champa
Galiotti leyó la Declaración por Rosario, en representación de la Multisectorial de Solidaridad con
Cuba.
Después habló el escultor de la estatua, Andrés Zerneri.
"Yo no quiero ser como el Che, quiero ser como dijo que tenemos que ser las personas", resumió.Se
despidió mostrando una llave. La escultura se fundió con 14.275 piezas de bronce donadas por la
ciudadanía.
Ya cerca de las 17 llegarían las palabras de Aleida Guevara. La hija del Che
rescató la vigencia de los ideales de su padre. "Necesitamos acción revolucionaria que nos permita
impedir que personas sin escrúpulos tiren la leche, tan necesaria para muchos niños que hoy mueren
de hambre", indicó. Y despertó cantos ofensivos de la multitud hacia la Sociedad Rural. "Tenemos
que ser prudentes. Son problemas internos que deben ser resueltos por ustedes, aunque ya nos
sintamos parte de este pueblo", expresó.
Quedaron para el final las palabras de Rogelio Acevedo
González, representante del gobierno cubano y compañero del Che. "Era combativo, sacrificado y con
una enorme voluntad", rememoró.
La hora señalada. Finalmente, a las 17.30, un puñado de alumnos con guardapolvos
blancos junto a otros niños cubanos acompañaron la guardia de honor y descubrieron la estatua del
guerrillero. El público se estremeció, aplaudió y cantó: "Por Ernesto Che Guevara, por la patria
liberada". El acto se cerró con la presencia del poeta uruguayo Daniel Viglietti.
La escultura está orientada hacia el nor-noroeste, en un diálogo de miradas con otra ubicada en
Santa Clara (Cuba). Son los dos únicos monumentos del Che en América latina. Recíprocamente, todos
se despidieron "hasta la victoria siempre".