El barrio Saladillo no sólo tiene calles anchas y antiguas mansiones. También es el único sector rosarino que las fuerzas federales siguen patrullando después de su retiro de la ciudad en enero pasado. Los móviles de Prefectura recorren las calles y hacen controles de documentación de vehículos. La presencia de los uniformados lleva algo de calma, pero aun así los vecinos reclaman acciones de "largo aliento" o de "mayor profundidad" para volver a dormir tranquilos.
"Los móviles se ven. Hay patrullas y operativos de control de vehículos, pero de todos modos los robos con armas siguen. Hay pibitos de 12 años que ves caminando por la calle, en plena tarde, con un revólver en la mano", advierte Rubén Mendoza, referente del centro comercial Paseo Arijón y vecino del Saladillo.
Para el comerciante, "el tema de las armas" es el "gran problema" que tiene el barrio. Y cualquier política de prevención que se piense para la zona tiene que encarar acciones de desarme. Las estadísticas del Ministerio de Seguridad de la provincia no lo desmienten: en la comisaría 11ª es donde más heridos de bala se denunciaron durante el primer trimestre de este año. Uno de cada diez casos informados a la policía sucedieron en su jurisdicción.
Los comerciantes del Paseo Comercial Ayaucho se reúnen quincenalmente para tratar temas comunes. La seguridad es uno de los tópicos recurrentes de la agenda, "no tanto en la avenida, como adentro de los barrios", apunta Sergio Nazzi, referente del centro comercial de la zona sur. Según advierte, la presencia de Prefectura, sobre todo en la zona de Ayacucho y Lamadrid, "ayuda" para llevar tranquilidad al barrio.
Sin embargo, "lo más importante es la permanencia en el tiempo de las políticas que se ejecutan y el control ciudadano de las acciones relacionadas a la seguridad", dos aspectos que considera "vitales" para una política preventiva eficaz.
Festejo custodiado. La vecinal Saladillo Este se prepara para festejar el día del niño. La celebración será el próximo fin de semana y, además de asegurarse un equipo de sonido, chocolatada y números artísticos, Aldo Catraro tuvo que pedir la presencia de un móvil policial. "La Prefectura está, pero no es suficiente, el robo existe igual, da miedo salir a la calle a cualquier horario", señala el presidente de la vecinal.
En el local funciona un consultorio de la facultad de Odontología de la UNR y se brinda asesoramiento jurídico y apoyo escolar. Todas las ventanas tienen doble reja, igual que la puerta. La mayoría de las casas del barrio, chicas o grandes, ostentan la misma precaución. Y muchas calles cuentan con sistemas de alarma vecinal.
"Sin embargo, todo es poco", señala un grupo de madres que espera la salida de sus hijos en la escuela Nº 526 provincia de Córdoba. Y aseguran que se necesitan "medidas más profundas que saquen a los chicos de la calle".
Después de varios robos, Educación autorizó a las autoridades de la escuela a adelantar media hora la entrada del turno tarde para que los docentes no tengan que irse muy tarde en invierno. Ya no alcanzaba que salieran todos juntos y esperaran a las que volvían a su casa en colectivo.
Según cuentan los vecinos, la presencia de Prefectura en el Saladillo se hizo más patente en los últimos cinco meses, después de que su frontera con barrio Tablada se sacudiera varias veces por el poder de fuego de dos bandas antagónicas que disputan territorio. Pero las autoridades, marcan que el accionar obedece a que es una zona cercana al río.
También en el norte. La presencia de móviles de la Gendarmería en un sector de Alberdi es un poco más reciente. Si bien no medió ningún anuncio oficial, por calles como Superí, Molina, Baigorria y Casiano Casas empezaron a verse los móviles verdes de la fuerza federal.
Positivo. Para el secretario de la vecinal Unión, Maximiliano Carri, la presencia de los uniformados "es positiva" para un barrio "conflictivo con muchos robos y calles que a la noche son tierra de nadie" y donde se nota "la falta de una presencia estatal más relacionada con lo social".
El verano pasado, los comerciantes del paseo a cielo abierto del barrio protagonizaron una protesta por la cantidad de robos a mano armada que habían sufrido. En dos semanas habían asaltado a más de la mitad de los locales.
Hace quince días, a unas 20 cuadras de allí, algunos participaron del corte de avenida Rondeau al 4200 para denunciar la cantidad de arrebatos y entraderas que se producían en esas calles.
"Como toda la ciudad, la zona norte está muy estigmatizada, muy castigada", apunta Carri. Y cruza los dedos para que las cosas mejoren.