El aumento de la tarifa del taxi no logró salir ayer de la comisión de Servicios Públicos del Concejo y se desató la bronca: los choferes improvisaron una asamblea y, rápidamente, lanzaron un paro, al que después se sumaron los remiseros, dejando a miles de personas a pie desde el mediodía. La medida de fuerza concluirá a las 6 de hoy, pero el sector permanece en alerta frente a lo que ocurra en el Palacio Vasallo, a partir de las 10.30, cuando vuelvan a reunirse los ediles para revisar los costos de la prestación.
Ese fue el acuerdo al que se llegó en el encuentro, después de una hora de tires y aflojes entre los concejales del bloque socialista, la oposición, los referentes de las cámaras de titulares de licencias y el sindicato de los peones. La necesidad de contar con más información sobre los ítem que conforman la tarifa fue planteada por el edil de Encuentro por Rosario Fernando Rosúa y apoyada por Norma López (Frente para la Victoria-PJ) y Alfredo Curi (Partido del Progreso Social).
"Desde septiembre pasado (cuando se aprobó el último aumento) venimos planteando la necesidad de rever la fórmula que se utiliza para establecer los costos del servicio. Por eso necesitamos conocer la antigüedad de la flota, la rentabilidad y los salarios de los choferes", explicó Rosúa.
La presidenta de la comisión defendió la transparencia del sistema empleado para definir la tarifa. Sin embargo, planteó la necesidad de pasar la reunión a un cuarto intermedio, sumar datos sobre el funcionamiento del servicio y consensuar el incremento, estimado por el Ejecutivo en un 31 por ciento.
No era lo que los representantes del sector querían escuchar. "Están haciendo política con el aumento y quieren estirar la discusión hasta después de las elecciones", protestaron. "Quedaron en las puertas de un gran despelote", advirtió el titular del Sindicato de Peones de Taxis, Horario Boix, antes de abandonar el encuentro, reunir a sus pares que esperaban afuera y lanzar el paro.
No fue el único que se mostró disconforme. Apenas lanzada la medida de fuerza, el intendente Miguel Lifschitz cuestionó la actitud de algunos concejales. "Todos quieren tomar medidas simpáticas con el electorado, pero hay que resolver los problemas", indicó (ver aparte).
A caminar. Antes del mediodía, las calles de la ciudad se vaciaron de autos negros y amarillos. La medida de fuerza se sintió con fuerza en la terminal de ómnibus: en las paradas de Cafferata y Santa Fe se estacionaron los coches vacíos y el denso humo proveniente de la quema de cubiertas apuró a los pasajeros a buscar otro medio de transporte.
"Qué mala suerte", se lamentó Carmen Otamendi, quien había llegado desde Rufino para someterse a un tratamiento médico. El mismo motivo trajo a María Cristina Rosa desde Maciel. "No pueden lanzar un paro de golpe", se quejó y no tuvo otra alternativa que aceptar la invitación de un maletero de la estación de acercarla en moto hasta el consultorio de Alvear al 1400. Eso sí, previo pago de 18 pesos.
Las críticas de los usuarios se replicaron en el centro de Rosario y en los barrios, donde hubo que apelar a otras alternativas para llegar al trabajo, buscar a los chicos al colegio o cumplir con algún trámite.
"Siempre pasa lo mismo: los pasajeros somos víctimas de los taxistas. Ocurre cuando hacen paro, y cuando trabajan también porque el servicio es pésimo", bramó Beatriz Gómez, mientras buscaba monedas en un kiosco para poder volver desde el centro a su casa ubicada en la zona sur de la ciudad.
110.000 viajes por día se hacen en taxi, según el último estudio del Plan de Movilidad.