Adrián estuvo en todos los detalles. Si hasta pasó un mes y medio sin afeitarse para que la barba de vello colorado le cubriera el rostro y lo convirtiera en uno de los Reyes.
Adrián estuvo en todos los detalles. Si hasta pasó un mes y medio sin afeitarse para que la barba de vello colorado le cubriera el rostro y lo convirtiera en uno de los Reyes.
La movida arrancó temprano. Llegó junto a sus amigos desde Arteaga en un desapacible 6 de enero trayendo las donaciones que se fueron acumulando en el garaje familiar, donde su madre y otras mujeres recibieron juguetes nuevos y repararon muñecas y autitos usados.
El primer sitio por el que pasaron los Reyes fue el lugar donde se desató la tragedia hace seis años. Allí dejaron una ofrenda floral y luego partieron hacia la Maternidad Martin, donde las bolsas empezaron a abrirse y de allí emergieron regalos para los bebés.
"La fiesta de los Reyes Magos es muy importante en el pueblo. Es uno de los acontecimientos que los chicos esperan con gusto. Por eso quisimos traerla a Rosario como un agradecimiento por toda la solidaridad que recibimos después de lo que pasamos", le había detallado Adrián a La Capital.
Y así pasó. La colorida caravana dejó la Maternidad y enfiló a media mañana de ayer hacia el Hospital Provincial, donde los niños recibieron su regalito de la mano de Melchor, Gaspar y Baltasar. A ellos se unió la Virgen María y hasta un ángel, quienes también vinieron desde Arteaga, una localidad de algo más de 3 mil habitantes situada a 113 kilómetros de Rosario.
Minutos antes del mediodía llegaron al Hospital de Niños Víctor J. Vilela, donde las pelotas y muñecas volvieron a dibujar sonrisas. El periplo de los Reyes por Rosario terminó pasadas las 14 en el Hospital Centenario.
Adrián vivía junto a su hermana Débora en el departamento C del tercer piso del edificio de Salta 2141. El 6 de agosto de 2013, Débora se quedó allí para esperar una inspección de Litoral Gas y él estaba trabajando en Tribunales cuando a las 9.38 se produjo el siniestro.