Cecilia tiene 22 años. Trabaja en un emprendimiento familiar de fabricación de prótesis auditivas, pero la iniciativa no va muy bien. Salió del secundario con el título de técnica electromecánica, estudia administración e ingeniería mecánica, y lleva más de un año buscando un empleo que no aparece. Además, por ser joven y mujer la cuestión se le dificulta aún más. En la larga y serpenteante cola para ingresar a Feria de Empleo Joven, contó que, "pese a estar capacitada en cursos y seminarios", el trabajo que no le dan, sí se lo obtuvieron varones que se recibieron con ella. "Mi novio tiene el mismo título que yo, menos cursos y consiguió ingresar al mercado sin problema", dijo sin ocultar el enojo, aunque con expectativa de "encontrar algo al menos en lo administrativo".
La feria comenzó ayer en el centro de convenciones Metropolitano y se extenderá hasta hoy; reúne a más empresas, espacios de formación y sindicatos y, aunque propone "dar herramientas para un primer trabajo", en la puerta, bajo el sol de la mañana, quienes esperaban, chicas y chicos, llevaban en la mayoría de los casos más de un año, o incluso dos, de búsqueda de un empleo en blanco que los saque de la changa.
La franja joven es sin lugar a dudas la más golpeada por la desocupación. Y así lo confirman los datos oficiales a octubre de 2017, que indican que la tasa de desocupación para los jóvenes de entre 19 y 29 años que residen en Rosario es del doble que a nivel general. Mientras que el porcentaje de desocupación total es del 9,77 por ciento, en esa franja etaria trepa a casi el 20 por ciento. Y como si eso fuera poco, las mujeres son aún más vulnerables, con 16 puntos de diferencia con los varones. Finalmente, si se trata de jóvenes, esa situación de vulnerabilidad se profundiza.
"Las mujeres muestran menores tasas de actividad y de empleo, sus condiciones laborales evidencian mayores signos de subocupación y el 43 por ciento del total de las mujeres no dispone de un trabajo superior a las 35 horas semanales", detalla el último informe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz en base a datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
"Terminé el secundario, hice capacitaciones en higiene y seguridad, en herrería, en panadería y en decoración de tortas, sin embargo no puedo trabajar de otra cosa que no sea de niñera y siempre consigo por apenas unas horas a la semana", sostuvo Tamara, currículum en mano y sin ocultar la angustia que le provocan varios años de búsqueda en su haber.
Encuentro
"La feria intenta ser un punto de encuentro entre empresas, sindicatos, emprendedores y gente que busca nuevas oportunidades, fundamentalmente que viene a hacer su primer currículum o a capacitarse", explicó Andrés Tittarelli, director de Comunicación del Ministerio de Trabajo, quien incluso señaló la organización de talleres donde "los jóvenes pueden hacer simulacros sobre una primera entrevista laboral".
Para el vocero, el espacio "es una herramienta más para quienes buscan; algunos concretan otros no, pero lo importante es saber que la búsqueda es un proceso y que para muchos va a significar un primer paso".
Sobre quienes tienen ya varios años de ardua búsqueda sin resultado, consideró que "quizás esas personas obtengan aquí nuevos elementos que antes no tenían y podrían facilitarles la búsqueda". De este modo, agregó: "Lo mejor que nos puede pasar es que se vayan motivados".
Dejar la changa
Manuel tiene 22 años, fue albañil con su papá, trabajó en fábricas de plástico, también hace música y busca un trabajo en blanco. "Me voy con ganas de comprarme un pasaje a otra parte", sostuvo el joven con bastante poca esperanza: lleva tres años buscando, dejó más de 400 currículum en forma personal a distintas empresas y perdió la cuenta de los que envió por internet. "Lo único que me ofrecieron fue un trabajo de 11 horas de atención al público por 7 mil pesos en una firma textil", se quejó.Su compañero Bruno, de 23, es apenas más optimista, pero opinó que en los salones de Metropolitano "hay más cursos que trabajo, cuando lo se busca es empleo", dijo el joven que es diseñador de videojuegos y sobrevive haciendo reparaciones de PC. En efecto, comentó que ya se capacitó en muchas oportunidades.
Matías, Damián y Jorgelina llegaron de barrio Azcuénga y hacían la cola los tres juntos. Ella, estudiante de una tecnicatura en química, se propone "buscar un trabajo para bancar los estudios", y ellos, que hacen changas de herrería, quierne "algo en blanco porque trabajo independiente cada vez hay menos, y peor se le pone la situación a la gente más grande del barrio".
La dupla de Pablo y Rodrigo también llevaba más de dos años de búsqueda. "Yo trabajo en calzado, pero eso está complicadísimo con el tema de la importación y reparaba celulares", refirió Rodrigo, quien señaló que en el último tiempo tuvo que salir "a hacer trabajos de electricidad y pintura, porque es lo único que hay".
"Mi novio tiene el mismo título que yo, menos cursos y consiguió ingresar sin problema"
Cecilia, 22 años
"Lo único que me ofrecieron fue un trabajo de 11 horas de atención al público por 7 mil pesos"
Manuel, 22 años