Rosario tiene 17 kilómetros de ribera sobre el Paraná. Una extensa continuidad de instalaciones portuarias, parques y paseos públicos, exclusivos complejos de vivienda y clubes náuticos construidos en distintas épocas. En el último año, desde que casi 20 metros de barranca se desmoronaran en el parque España, numerosas zonas de la costa mostraron hundimientos. Los últimos se detectaron en la zona del parque a la Bandera, lo que obligará a cambiar este año la ubicación del escenario principal y de algunos stands de la tradicional Feria de Colectividades.
Para Cecilia Reeves, estos derrumbes forman parte de la vida de las barrancas, constantemente expuestas a los caprichos del río, sobre todo en estos dos últimos años de intensa e histórica bajante. Pero, advierte, el proceso se complejizó aún más con los avances de los proyectos urbanísticos que se asientan en la costa del Paraná, como en el caso de Puerto Norte. "Los socavones son el revés del avance de la construcción sobre la ribera", señala.
Reeves es licenciada en ciencias biológicas, docente e integrante del Taller Ecologista. Hace cuatro años, fue parte de una investigación sobre los usos de las barrancas en los casi 50 kilómetros que se extienden en la zona conocida como del cordón industrial de Rosario, donde numerosas intervenciones bloquean el acceso al río y transforman drásticamente el ambiente y el paisaje ribereño.
En base a esa experiencia analiza el desmoronamiento que se registró en julio pasado en la zona del parque España, los socavones que a partir de marzo se registraron frente al Galpón 17, los hundimientos sucedidos en mayo en la zona del puerto concesionada a Terminal Puerto Rosario y, más recientemente, en la zona ribereña del Parque Nacional a la Bandera.
Reeves destaca que las barrancas se derrumban naturalmente. "Nuestras barrancas, son llamadas «barrancas activas», están constantemente formándose, gracias a la incorporación de sedimentos que trae el río, y desmoronándose producto de la erosión eólica e hídrica, del propio río también", destaca.
A esto se suma la bajante extraordinaria que desde el invierno del año pasado atraviesa el Paraná, inédita por el nivel alcanzado y por su larga prolongación temporal. Todo esto contribuye a este proceso de desmoronamiento, "ya que el agua no llega a contener la base de las barrancas. A esto se le suma el período seco que venimos atravesando. La ausencia de lluvias contribuye también a este proceso ya que los sedimentos secos de las barrancas son más propensos al derrumbe y la erosión", explica la bióloga.
El resto lo hace la particular forma que toma la ciudad en su área central. "En su margen derecha del río, donde se estableciera hace más de cien años el sector portuario, se encuentra una sección cóncava que produce una mayor velocidad de erosión", abunda.
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Julio de 2021. Un sector del playón del parque España, sobre la entrada del auditorio, se desplomó en el río.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Un estudio revelador
Hace cuatro años, Reeves participó de un estudio sobre usos del sector de barrancas en el cordón industrial de Rosario, que desarrollaron profesionales del área Humedales del Taller Ecologista.
El trabajo demostró cómo, en todo su trayecto, la barranca del Paraná se encuentra en su mayoría totalmente modificada. "El avance sobre la misma va en deterioro del paisaje local y de sus funciones ecosistémicas, salvo algunos balnearios de la localidad de Baigorria y barrios de viviendas precarias, el resto del sector avanza barriendo vegetación y estructura de barranca", advierte.
El avance de la construcción sobre la ribera también influye, complejizando aún más la situación. Por un lado, explica, porque implica el desmonte de la vegetación de barranca y es la cobertura vegetal la que “sostiene” con su sistema radicular a la misma.
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Julio de 2021. En el paseo público de La Fluvial también se produjeron hundimientos.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Y, por otro lado, porque se construye queriendo ganar espacio al río, ignorando la estructura, conformación y funciones del ecosistema en general: "Esta lógica de urbanización es peligrosa en todos los ambientes, no solo en las barrancas y costas del río. En relación a esto, hace años que desde el Taller Ecologista venimos sosteniendo que no podemos seguir avanzando sobre los territorios en esa línea, con esta lógica destructiva".
Urbanización y ambiente
La urbanización, destaca, debería pensarse adaptada al ambiente y no al revés. Es decir, el ambiente debe otorgar la base para pensar el diseño de los emprendimientos que se proyectan sobre las barrancas del Paraná.
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Marzo de 2022. También cedió terreno de los antiguos muelles portuarios en la zona de la Franja Joven del Río.
Silvina Salinas / La Capital
"Tenemos pastizal, tenemos lagunas, arroyos y río con sus correspondientes valles de inundación donde no se debería construir. Si modificamos estos ambientes, sus procesos naturales y flujos de materia y energía, vamos a tener problemas futuros y vamos a necesitar más recursos materiales, económicos y humanos para solucionarlos, profundizando aún más esa transformación en un loop interminable", afirma y subraya que "pensar la ciudad adaptada a su ambiente y paisaje natural (respetando la geomorfología del lugar, conservando su biodiversidad, sus procesos ecológicos), es incluso más económico en el largo plazo".
Para Reeves, no se pueden evitar los derrumbes porque son propios de este tipo de barrancas, "lo que podemos hacer es no incrementar la probabilidad de ocurrencia desmontando y construyendo cada vez más sobre ese sector".
"Podemos pensar una ciudad de cara al río y sus humedales, revalorizando las particularidades que el ambiente nos da (distinto a un ambiente de montaña, a un desierto o a una costa marítima). Las iniciativas, desde los distintos poderes del Estado, deberían favorecer proyectos de conservación del paisaje costero ribereño y urbanísticos en esta línea de la adaptación al ambiente", para evitar que estos problemas perduren en el futuro.