Que cronistas e historiadores barriales de todo el país se juntaran a contar historias fue una idea que surgió en Rosario y que pocos imaginaron que el encuentro se repetiría una vez al año a lo largo de una década. Las jornadas, que desde su nacimiento se llevan adelante en el Centro Cultural Cine Lumière, actualmente dirigido por Silvana Schulze, celebrarán en octubre próximo su décima edición y lo harán en torno a una temática que convoca a encontrarse: la gastronomía.
“No sólo vamos a comer, pero además vamos a hablar de qué comíamos hace 200 años y qué comemos, de la gastronomía atravesada por lo social, lo cultural y lo colectivo. La comida popular”, planteó Gustavo Fernetti, fundador del Museo Itinerante de Refinería, arquitecto, conservador del museos y uno de los motores de las jornadas.
“El primer encuentro de historiadores, en una primera etapa fue casi casual”, recordó Fernetti, quien en 1999 puso en marcha el Museo Itinerante de Refinería junto a Angela Tasca, jubilada y también conservadora de museos.
De esa época, señaló que participaron “hombres ya grandes que venían trabajando en las historias de sus propios barrios, recopilando materiales y muchos de los cuales ya no están”, e hizo referencia a personajes como el padre Rogelio Barufaldi, en La Florida, y Wildemar Bengochea, en barrio Belgrano.
“Muchos eran libros abiertos, que se habían pasado años recopilando fotografías y artefactos, como Amador Salinas en el barrio San Francisquito que llevaba 50 años recopilando historias de vida —continuó el fundador del museo—. Y en muchos casos eran personajes incomprendidos que estaban convencidos que sus hijos y nietos quemarían todo una vez que ellos murieran”.
Convocados siempre en el Cine Lumière, los historiadores rosarinos comenzaron a juntarse y, según contó el propio Fernetti, “fue idea de dos licenciadas en Historia, que venían de la academia y que estaban trabajando la vida de la anarquista Virginia Volten, convocar a una encuentro nacional”. Así, con el objetivo de juntar historias y relatos, se organizaron las primeras jornadas.
“Convocamos a la Junta de Historia de Buenos Aires, vinieron cronistas de Caballito, Belgrano y otras zonas la Capital, y empezamos en esa oportunidad hablando justamente de los barrios”, detalló el también arquitecto.
Temáticas. Ponerse en contacto, encontrarse a contar historias, conocerse y generar vínculos fue el primer objetivo que tuvieron las jornadas y que aún mantienen.
“Empezamos a acotar los temas y la idea empezó a hacer juntarnos anualmente, con tiempo suficiente para trabajar, y reunirnos en torno a una idea u objetivo en particular”, explicó.
De ese modo, cada año la convocatoria fue diferente y en esta década se contaron historias sobre el ferrocarril, el cine, los clubes de barrio, los juegos y los juguetes, entre muchas otras temáticas.
“Los núcleos a trabajar van surgiendo en los mismos encuentros, de las historias que se fueron contando fueron surgiendo otras para descubrir”, agregó, y adelantó: “Este año, el eje será gastronómico: la comida, como eso que nos reúne verdaderamente desde hace siglos”.
Gastronomía. Las formas de comer desde la época colonial hasta que la trajeron “los abuelos”, pasando por los platos de las comunidades aborígenes y de los criollos, las tradiciones familiares; la comida de los domingos: las pastas y el asado, los rituales, las comidas festivas: fiestas patrias, casamientos, cumpleaños y fiestas de fin de año son apenas algunos de los ejes temáticos que las jornadas se proponen abordar este año.
Así, las comidas de hace 200 años que desaparecieron, pero también la comida en las casas, la preparación, los utensilios y el comer afuera serán los ejes temáticos de la convocatoria.
“Este es un país donde el lunes se habla de lo que se comió el fin de semana y donde cada vez que podemos, hacemos una comida para juntarnos”, resaltó Fernetti, al tiempo que señala que es l0ª historia de esa tradición es la que se proponen abordar. “¿Qué decimos cuando decimos «Vamos a comer una pizza»? —continuó—, o el hecho de que todos sabemos de qué hablamos cuando nombramos a Doña Petrona, aunque no preparemos sus recetas; esas cosas que están en la memoria”.